“Vestigis de la guerra civil” recupera las huellas de la última contienda en territorio catalán

La periodista Aure Farràn rastrea los puntos de la geografía catalana donde tuvo mayor repercusión la guerra civil de 1936-1939

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Libros.Vestigis de la guerra civil

 

A los casi noventa años del inicio de la última guerra civil que tuvo como escenario el territorio español y pese a las profundas transformaciones habidas desde entonces tanto en la fisonomía urbana y rural, como en la demografía y el componente humano de nuestra sociedad, lo cierto es que a poco que investiguemos todavía podemos encontrar numerosas huellas de aquel enfrentamiento. Pueden ser construcciones de circunstancias erigidas con una finalidad militar, otras que si bien ajenas a dicho carácter fueron transformadas puntualmente para una utilización castrense o también puntos o lugares que tuvieron singular relevancia y que, aun habiendo desaparecido las piedras, se recuerda su significación con alguna lápida o monumento.

La periodista Aure Farràn ha rastreado dichas huellas en las cuatro provincias catalanas e incluso en algunos puntos del sueste de Francia y los recoge en “Vestigis de la guerra civil. Memòria d’una guerra” (Viena edicions) Inicia su estudio describiendo el papel que tuvo la propia ciudad condal en el conflicto que estivo caracterizado por varias etapas: en la primera, recién iniciada la insurrección militar, cuando, desaparecido el poder del Estado, el mando fue asumido por el Comité Central de Milicias Antifascistas, lo que dio lugar a que el orden público y la represión quedara a cargo de partidos y sindicatos sin sujeción al imperio de la norma jurídica. Fue la época de los “paseos” y de las checas. Luego recuerda la etapa de los bombardeos, con especial crudeza en marzo de 1938. Obvia en cambio otro aspecto que tuvo singular relevancia cual fue la condición que ostentó Barcelona como capital de la República entre otoño de 1937 y el final de la contienda, lo que hubiera permitido situar los centros de poder republicano en el plano urbano y en sus alrededores.

No olvida en cambio otros lugares que adquirieron protagonismo como Tarragona, Lérida o Gerona, recuerda el paso de los brigadistas por el Priorato, los escenarios de la batalla del Ebro o del frente del Pallars, los bombardeos de Agramunt y Granollers, el cinturón defensivo de Artesa de Segre, las bases de instrucción del Ejército Popular en Pujalt o de la Legión Cóndor en La Senia o la instalación eventual en el Maresme de algunas embajadas y consulados; evoca el funcionamiento de los hospitales de sangre, el papel de las embajadas como lugares de refugio de perseguidos, cita los pueblos que destruyó la guerra en más de un 75 % y que fueron a su término “adoptados” por Franco y recuerda las rutas hacia el exilio primero o de regreso a cargo de los maquis durante la posguerra. Y no olvida la ubicación en diferentes puntos de fosas comunes en las que fueron inhumados los represaliados.

“Vestigis de la guerra civil” incluye numerosas fotografías recientes y otras históricas que contextualizan adecuadamente la descripción literaria de lugares, hechos y restos físicos de la guerra.

 

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