Esther Miralles navega con “Riu avall” hasta el fondo del corazón literario de la Vall Fosca
La autora de Navès conquista el 9è Concurs de Microrelats con una historia de cenizas, memoria y río. El Museu Hidroelèctric de Capdella acogió la entrega de premios, que reunió voces que ficcionan la geografía emocional del Pallars.
En un rincón donde la montaña dialoga con el agua, las palabras se abren paso como un cauce antiguo. Este sábado, el Museu Hidroelèctric de Capdella volvió a ser escenario de la conjunción entre memoria y ficción con la entrega del 9è Concurs de Microrelats de la Vall Fosca. Esther Miralles, autora nacida en Navès (Solsonès), se alzó con el primer premio —dotado con 600 euros— gracias a Riu avall, una pieza breve pero cargada de simbolismo donde las cenizas de una mujer descienden por el río Flamisell, cumpliendo así su última voluntad en manos de su nieta.
Un relato de apenas 300 palabras, exigencia del certamen, que logra contener una poética del adiós, una topografía emocional y un profundo vínculo entre los afectos y el paisaje. El jurado valoró tanto la carga simbólica del texto como su capacidad de evocación, fusionando de forma orgánica narrativa y territorio.
Voces del Pallars: relatos enraizados
El segundo premio, con 400 euros, fue para Paga la casa, de Xavier Valls Torné (Barcelona), ambientado en un bar del campamento industrial de la Central de Capdella. Un forastero irrumpe en la cotidianidad de los parroquianos con lecturas inesperadas que remueven silencios, haciendo del bar un pequeño escenario de lo extraordinario.
Pau Brunet Travé, de Sant Fruitós de Bages, se llevó el tercer premio (300 euros) con Cendres, un diálogo entre madre e hija con un desenlace que, según el jurado, resultó “sobrecogedor”. Tres miradas, tres registros, tres formas de hablar desde —y sobre— la Vall Fosca.
Palabra, memoria y territorio
El certamen, impulsado por el Museu Hidroelèctric de Capdella, tiene como objetivo dinamizar la creación literaria en catalán con textos breves que incluyan un topónimo real de la zona. Más allá de la competición, el concurso busca recuperar los vínculos culturales entre los habitantes y su geografía. No es casual que tenga lugar junto al corazón hidroeléctrico de los Pirineos: allí donde el agua se convirtió en energía, ahora la palabra se convierte en memoria.
El propio museo, gestionado por el Ayuntamiento de la Torre de Capdella desde que Endesa cediera el espacio en 2002, se ha consolidado como eje patrimonial de la zona. El concurso de microrelatos es una de sus iniciativas para expandir ese patrimonio, no solo a través de lo tangible, sino también mediante la imaginación.
Con Riu avall, Esther Miralles ha puesto palabras a ese descenso íntimo por el río, que es también una forma de retorno a lo esencial. Allí donde la literatura fluye con la misma cadencia que el Flamisell.
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