El GRECO avisa de los pocos avances en atajar la corrupción en España
El Consejo de Europa denuncia la inacción del Gobierno español ante la corrupción y lanza una advertencia sobre la falta de transparencia y control institucional
Hay montados grupos, comisiones, fundaciones y cientos de instrumentos para analizar, estudiar y aconsejar sobre la corrupción en las instituciones de todo tipo: gobierno, judicatura, cuerpos policiales, económicos. Son cientos, hasta podría decir miles y miles de informes que hablan sobre el problema de la corrupción. Lo preocupante es que: ¿se hace caso de las recomendaciones? ¿Se toman medidas para atajarla? Viendo el panorama en España, para no ir más lejos, es obvio que mucho caso no se hace a las recomendaciones. Es conocida la frase: “Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”. De comisiones se conocen cientos; de cómo resuelven los temas que se tratan en las mismas, poco. La gente tiene la sensación de que no sirven de nada.
Esta semana, el Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (GRECO) hacía públicos dos informes de 2024 en los que evalúan el estado de la corrupción en España. En ellos, marcan que el gobierno no se ha esforzado demasiado en luchar contra la corrupción. El GRECO pide al Gobierno de España regular, entre otras cosas, el papel de los asesores políticos, regular claramente los lobbies y las puertas giratorias, y muestra su preocupación por la politización del Poder Judicial.
El grupo indica en su informe que, para garantizar la transparencia y autonomía del Fiscal General, se hace necesario reconsiderar el método de elección y la duración del mandato del fiscal, con procesos claros. En cuanto a la prevención de la corrupción en el gobierno y los cuerpos policiales, las actuaciones de los asesores políticos y los riesgos de entrar en conflictos de intereses y corrupción les preocupan. Parece que el gobierno y el propio Congreso y Senado miran para otro lado. Las relaciones entre cargos públicos electos y lobbies son preocupantes. Según el informe del GRECO, menos del 10 % de los parlamentarios informan públicamente (no hay registro en sus agendas) de las reuniones y contactos con ellos, pese a ser obligatorio como se recoge en el Código de Conducta de las Cortes Generales. ¿Los códigos no están para cumplirse? Debería ser un ejemplo para la ciudadanía, y resulta que son los que menos los respetan: ellos no cumplen ni aceptan las normas. Son unos privilegiados que se aprovechan de sus cargos. Cuando esto sucede, la gente se pregunta: ¿qué ocultan para no hacer públicas sus reuniones si están obligados?
Después sucede lo que sucede, como los casos, entre otros, de Pepiño Blanco, exministro, sobre cuyos hombros pesa (junto con la también exministra del PP, Ana Pastor) el accidente de Angrois, donde murieron demasiadas personas. Y ahora, con otros cargos del PP, montaron Acento, lobby de influencias con el que se están poniendo las botas. ¿Es ético? Claramente no, pero no sucede nada. En el caso de Ana Pastor, al menos ha vuelto a su actividad anterior, que es la medicina. Pepiño Blanco no tenía ni oficio ni beneficio, pero aprendió pronto en su etapa de ministro.
Otra de las recomendaciones del GRECO es el control y la transparencia de los cuerpos de seguridad, en los que la corrupción está presente, como se ve a menudo. Se pide más transparencia.
¿La corrupción es un mal endémico en la sociedad? Según Adela Cortina: “La corrupción desmoraliza y es lo peor que le puede pasar a una sociedad”. Para Séneca: “Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”. Para el ensayista George Bernanos: “El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es que el fin justifica los medios”.
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