Un ángel de la guarda con tricornio
Un día sí y otro también las costas españolas reciben sucesivas expediciones de migrantes procedentes de territorio africano que, poniendo en serio peligro su supervivencia, huyen de las persecuciones o de la miseria y con el fin de encontrar trabajo para, de este modo, ganarse la vida y ayudar a sus allegados. Es un hecho que de tan repetido ha dejado de ser noticia, salvo cuando se producen muertes y aun así el relieve informativo que suele merecer no pasa del tono menor.
Jean Paul fue uno de tantos migrantes que se embarcó en semejante aventura. Su decisión estuvo a punto de costarle la vida, pero quiso el azar que la salvase cuando, no demasiado lejos de las costas españolas y producido el naufragio de la patera en la iba embarcado, la Guardia Civil costera acudió rápidamente con una de sus lanchas para proceder al rescate de los afectados. Jean Paul, para quien el guardia que le salvó la vida fue un “ángel de la guarda” de carne y hueso, decidió quedarse en España sin que hayan llegado a nosotros los pormenores de la vida que inició a partir de entonces. Solo sabemos que tuvo que esperar pacientemente durante más de diez años para poder optar a la nacionalidad española.
Cuando tuvo su flamante DNI en el bolsillo, tomó la decisión de devolver a otros el favor que recibió en su día: si había salvado la vida gracias a la Guardia Civil, él ingresaría en ese mismo cuerpo para tener la oportunidad de hacer lo mismo que hicieron con él. Dicho y hecho: consiguió un buen nivel del idioma y la formación académica imprescindible para opositar a su ingreso en dicho cuerpo, obtuvo plaza como alumno en la Academia de Baeza y acaba de recibir su despacho de agente en prácticas con destino inicial en la región de Murcia. Bien parece todo ello un imaginativo cuento de hadas si la peripecia de Jean Paul no hubiese sido auténtica, lo que acredita una vez más el refrán de que la realidad supera casi siempre con creces a la ficción.
Cuando zozobre otra patera frente a las costas murcianas y si Jean Paul se encuentra en ese momento de servicio, los navegantes en peligro observarán no sin asombro que entre sus salvadores hay otro “ángel de la guarda” muy parecido a ellos y dispuesto a rescatarles: un Guardia Civil negro.
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