Una estrategia de aproximación pragmática hacia los BRICS+

La invitación del presidente Lula al presidente de Chile Gabriel Boric para asistir a la reunión de los BRICS+, a realizarse en Brasil, los días 6 y 7 de julio de este año, ha provocado una polémica sobre la conveniencia de ser parte o no de este grupo, con alternativas polares que van desde las oportunidades que dicha pertenencia significaría, hasta las dificultades que nos traería siquiera asistir a la Cumbre de Río de Janeiro. 

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Fragmento de una entrevista a Jaime Ensignia - Youtube

 

La invitación del presidente Lula al presidente de Chile Gabriel Boric para asistir a la reunión de los BRICS+, a realizarse en Brasil, los días 6 y 7 de julio de este año, ha provocado una polémica sobre la conveniencia de ser parte o no de este grupo, con alternativas polares que van desde las oportunidades que dicha pertenencia significaría, hasta las dificultades que nos traería siquiera asistir a la Cumbre de Río de Janeiro. Pero, la actual disyuntiva no es decidir ser miembro pleno de inmediato o no, sino ver cómo funciona, oír lo que se proponga en dicho encuentro y valorar si es convergente con nuestros intereses, para lo cual es necesario abrir un proceso que nos permita evaluar si es conveniente avanzar en un compromiso mayor.

Para ello debemos tener clara la naturaleza de los BRICS+, que queremos y cuáles son los objetivos estratégicos de Chile.

En primer lugar, debemos precisar que el BRICS+ es un mecanismo multilateral y no un bloque, con realidades particularmente diversas según las potencias mundiales y regionales que forman parte de dicho espacio.

En segundo lugar, China es el primer socio comercial de Chile y la India es una economía cuya fortaleza resulta fundamental para el desarrollo de nuestro país. Sudáfrica, por su parte, es la puerta de entrada al continente africano y Brasil es el socio privilegiado de Chile en Sudamérica, razón que amerita contar con una política especial que tome en cuenta los beneficios de la relación bilateral y acceder a la dimensión multilateral mundial de la que Brasilia forma parte.

En tercer lugar, la difícil coyuntura global que vivimos requiere una amplitud de alianzas flexibles para limitar vulnerabilidades, tanto con los países con ideas afines (like minded) como con América Latina, vecindad e identidad insoslayable para cualquier propósito que queramos concretar o, incluso, también con aquellos países con los que tengamos unos pocos intereses comunes, en la perspectiva de juntar fuerzas solo en aquellos temas que nos convengan.

Diversificación para atenuar riesgos

En cuarto lugar, un escenario multipolar, la pugna entre Estados Unidos y la República Popular China y el cuestionamiento del orden mundial liberal, demanda que naciones como la nuestra busquen alternativas que faciliten tomar decisiones con mayor autonomía (soberanía), atendiendo a una imprescindible diversificación geopolítica que facilite no atarnos a una sola opción. El No Alineamiento Activo parte de la base de que deben primar nuestras prioridades/intereses y no las ajenas, a partir de una apreciación política- estratégica adecuada del contexto internacional y de los cálculos de costo-beneficio realistas que impliquen fortalecer las capacidades del país.

El acercamiento a los BRICS+ también debe considerar que existen instituciones bajo su dependencia como el Nuevo Banco de Desarrollo, con el cual el Uruguay del presidente Luis Lacalle Pou (centroderecha) inició negociaciones para su ingreso en el 2021, y existen, además, países como Indonesia, que acaba, a su vez, de hacerse parte de dicho Banco. Esta diversidad y el funcionamiento serio y eficiente que ha tenido hasta ahora ofrecen la posibilidad de participar sin ser miembros plenos o incluso asociados del BRICS+.

En quinto lugar, nos conviene un orden multipolar, que contemple equilibrios entre las grandes potencias y una gobernanza que funcione en el marco de instituciones multilaterales democráticas y reglas iguales para todos ancladas al derecho internacional. Ello debiera ser una meta por conseguir capaz de guiar la política exterior y animar las alianzas requeridas para conseguirlo.

En sexto lugar, la emergencia del Sur global como una realidad heterogénea no nos puede ser indiferente. Somos un país de desarrollo intermedio que requiere tener clara una identificación y pertenencia flexible a esta zona del planeta y las condiciones para lograr la mayor diversificación económica y política posible, pues reconocer y trabajar en dicho ámbito es la única forma de hacer viable nuestros objetivos nacionales.

No es posible aceptar vetos

En este entendido, no podemos aceptar vetos, ya sea por los países que conforman los BRICS+ o por iniciativas que busquen alejarnos, de manera imperativa y arbitraria, de la influencia de algunas de las potencias que disputan el poder global. Muy por el contrario, reivindicamos nuestra independencia y autonomía, y asumimos que ante los problemas y desafíos mayúsculos que aquejan al planeta se requieren respuestas multilaterales pluralistas e idóneas.

Lo que se ha conocido hasta hoy como los valores tradicionales de occidente (libertad, democracia, pluralismo), a menudo traicionados por las potencias occidentales, no solo responden o se identifican con los valores del norte desarrollado, sino que están de alguna manera repartidos por un mundo que también contiene a buena parte del Sur Global. El ataque de Donald Trump a las propias instituciones democráticas de los Estados Unidos demuestra que estos principios no pueden ser mezclarse con la geopolítica ya que deben ser universales.

Europa es un socio preferente en muchos de estos asuntos, aunque no ha podido levantar un proyecto en paralelo que permita una relación más balanceada con Washington.  La cooperación con la Unión Europea debe acrecentarse, lo que no es contradictorio sino complementario con la participación en los BRICS+.

Aproximación pragmática en defensa del interés nacional

Todo ello nos convence para sugerir una estrategia de “Aproximación Pragmática” que ponga por delante los intereses y valores que orientan la conducta de Chile en el escenario internacional. Por eso proponemos:

  • Asistir a la reunión de Río de Janeiro y procurar nuevas invitaciones a las diversas instancias del BRICS+.
  • Trabajar el tema en conjunto con Brasil, como parte de la Asociación Estratégica necesaria con ese país.
  • Elaborar una hoja de ruta que establezca metas, objetivos e instrumentos, en el contexto de un plan general de convergencia con los BRICS+, que nos permita evaluar cada fase y avanzar si corresponde.
  • Explorar el ingreso al Nuevo Banco del Desarrollo, con el fin de contar con más recursos para, por ejemplo, impulsar la electromovilidad, acelerar la descarbonización, construir la infraestructura de interconexión fronteriza que requerimos (pavimentación, rediseño de pasos, construcción y habilitación de túneles y vías férreas), potenciar servicios portuarios y digitales, y desarrollar ciencia, innovación y tecnología propia.

En resumen, la invitación a la reunión de los BRICS+ es una gran oportunidad para Chile de diversificar opciones y discutir sobre las perspectivas de inserción internacional, en un mundo complejo, incierto y plagado de viejas y nuevas amenazas, esencialmente distinto al antiguo panorama de la década de 1990 cuando se delineó la forma en que la nueva democracia se vincularía al resto del planeta.

 

*El Grupo de Análisis y Seguimiento de la Política Exterior de Chile (GASPE) está integrado por Cristián Fuentes, Mladen Yopo, Boris Yopo, Álvaro Ramis, Carlos Monge, Jaime Ensignia, Carlos Parker y Ricardo Herrera. Este documento fue elaborado en forma colectiva.

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