Pablo Iglesias, el hombre orquesta se queda sin dar clases en la Universidad
Claro que la vanidad es una enfermedad que en algunos no se va con el cargo, y siguen pensando que lo que fueron en el pasado aún continúa siendo por llamarse Pablo Iglesias.
Hay noticias que dejan a una tan impactada que le cuesta reaccionar. No es para menos, porque cuando afecta a algún personaje que es “único”, qué digo único, irrepetible, la cosa pesa como una losa de mármol de Macael. Desde que conozco la noticia no he dejado de lamentarme, no es para menos: una desgracia, diría yo, una pérdida irreparable: Pablo Iglesias dejará de dar clases en la Universidad Complutense de Madrid tras no conseguir la plaza. Tres exámenes y, de momento (salvo un milagro), no ha conseguido la plaza de profesor agregado. No es que lo haya filtrado alguna alma caritativa, sino que lo ha escrito en redes sociales: ¿por qué lo habrá hecho? Seguro que por algún motivo que se desconoce… ¡o no! ¿Para presionar?
Sea como sea, lo cierto es que el “superhombre” o el hombre orquesta se quedará sin pisar las aulas de la Complutense. Pero, como él mismo anunciaba, que le gusta tanto la docencia, está dispuesto a crear un curso virtual de análisis político y estrategia (esa que aplica en Podemos y en su vida de empresario) y, como tiene buenos amigos en Latinoamérica (especialmente en los países de “democracias dudosas”), continuará con sus clases en el Diploma Superior de Educación Mediática y Comunicación Política del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Hay que decir que el CLACSO es una institución internacional no gubernamental. Alguien ha dicho que “el soberbio no sabe lo que es la sencillez ni la modestia”. El propio Iglesias explicaba en X: “Seguiré al frente del Diploma Superior de Educación Mediática y Comunicación Política del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en colaboración con Canal Red, y voy a preparar un curso virtual de análisis político y estratégico dirigido a estudiantes y cuadros políticos de España y América Latina, en el que vamos a tratar de aplicar a la docencia algunas técnicas de comunicación audiovisual profesional”.
Es normal que Pablo Iglesias, el exvicepresidente del Gobierno y dirigente en la sombra de Unidas Podemos, no haya conseguido, hasta el momento, la puntuación necesaria para hacerse con alguna de las tres plazas a las que se había presentado. Con tanto trabajar en Canal Red (por cierto, ha colocado a alguna de sus periodistas en la tertulia de TVE); su participación en programas, sus conferencias, su creación de medios en algunos países de Latinoamérica, sus negocios “florecientes” en el sector de la hostelería… no sé de dónde saca el tiempo para tanto trabajar, más aún. Es comprensible que no cuenten con él. Iglesias se ha convertido en un gran empresario: de la comunicación y la hostelería. Por cierto, ¿pagará los sueldos justos a sus compañeros-trabajadores? Se supone que sí… ¿o no? Porque una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica.
El hombre orquesta de la España alterada se lame las heridas por no conseguir la plaza de profesor adjunto, con la experiencia que tiene, además de haber sido vicepresidente del Gobierno e intermediario político. La realidad es que, ¿cuántas personas han tenido o tienen el mismo problema al no conseguir una plaza de docente? Unas cuantas, y no lo dicen en redes sociales, lo asumen… y hasta la próxima. Hay una frase muy gráfica: “Nadie ha muerto asfixiado por tragarse su orgullo”. Claro que la vanidad es una enfermedad que en algunos no se va con el cargo, y siguen pensando que lo que fueron en el pasado aún continúa siendo por llamarse Pablo Iglesias. El poder solo debe emplearse para ayudar a los demás, no a uno mismo. La soberbia, dicen, es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero.
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