1937: un molde común

Es el Ausente, el Fundador que estaba entonces cautivo del enemigo y a quien se idealiza y refleja con un espejo de religiosidad laica.Por consiguiente, el conjunto de esta docena de principios nos ubica en una zona emocional común que permitía el tránsito a otras creencias antagónicas e ‘incompatibles’ con la versión original.

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Escudero

 

Escudero
1959: Los restos de José Antonio inhumados en el Valle de los Caídos  Foto: Europa Press

Cuando en política se tensa la cuerda al máximo y, creyendo seguro que se va a ganar, se juega al todo o nada, puede suceder lo peor, lo que nunca se hubiera deseado que ocurriera. No pocos de sus más acérrimos enemigos facilitaron que el dictador ‘justificase’ su presencia ominosa en el poder con una vulgar disyuntiva: O yo o el caos. He vuelto a hojear España, año cero, un documentado libro de la historiadora Zira Box acerca del comienzo del régimen del 18 de julio.

Recoge afirmaciones indudablemente estrambóticas, en un marco de referencia extraviado cuya suma gravedad residía en que eran proclamadas por gente con un poder absoluto. Así, había quien sentenciaba que “la Patria es un ser moral”, una asombrosa afirmación nacionalista: “por tanto –proseguía- vago, imperceptible y abstracto”. Esta frase nos deja turulatos, refleja un fanatismo verbal ridículo y exaltado que desprecia cualquier argumento razonable. La comunidad nacional es declarada como ser abstracto e indefinido. Lejos de unas coordenadas razonables, esto anuncia y asegura discordia con todo aquel que rechace la idolatría nacional y no siga la perorata.

Me fijo ahora en una lista de doce principios para los jóvenes falangistas. Escrita en 1937, cuando en el bando franquista se ignoraba aún que José Antonio Primo de Rivera había sido fusilado en Alicante; una información que estaba embargada por orden expresa del Caudillo.

Creo interesante reproducir esta lista. ¿Por qué? Porque nos introduce en el marco mental en que se trabajaba ideológicamente a aquellos jóvenes. Probablemente va a sorprender a más de un lector. La Guerra Civil había estallado el año anterior:

 

1.- Sólo tenemos un afán: la Victoria.

2.- Sólo practicamos un estilo: el revolucionario.

3.- Sólo seguimos un procedimiento: la acción directa.

4.- Sólo llevamos un símbolo: las flechas y el yugo.

5.- Sólo defendemos un hábito: la camisa azul.

6.- Sólo usamos un tratamiento: el de camarada.

7.- Sólo sentimos un deseo: el de la justicia.

8.- Sólo practicamos un derecho: el de la libertad.

9.- Sólo confiamos en un imperio: el de la juventud.

10.- Sólo queremos un Estado: el nacionalsindicalismo.

11.- Sólo profesamos un amor: el de España.

12.- Sólo adoramos a un profeta: José Antonio.

 

¿Eran anómalos estos propósitos? ¿Estaban tan alejados de otras sensibilidades ideológicas que les impedía tener concomitancias con ellas? Vayamos punto por punto, los doce tienen un ritmo común con la fórmula ‘Sólo… un…’.

El “Sólo tenemos un afán: la Victoria” lo pueden decir todos quienes participan en una contienda, sea o no deportiva.

El “Sólo practicamos un estilo: el revolucionario” lo pueden decir todos quienes quieren poner patas arriba el orden establecido.

El “Sólo seguimos un procedimiento: la acción directa” lo comparten las fuerzas autotituladas revolucionarias.

El “Sólo llevamos un símbolo: las flechas y el yugo” se especializa en el yugo y las flechas (invertido el orden). Pero la primera parte vale para todo el mundo: un solo símbolo.

El “Sólo defendemos un hábito: la camisa azul” exactamente igual que antes, especificando aquí el color de la camisa.

El “Sólo usamos un tratamiento: el de camarada” es un cerrar filas con los compañeros. Válido, de nuevo, para todo el mundo.

El “Sólo sentimos un deseo: el de la justicia” reivindica un afán universal de objetividad.

El “Sólo practicamos un derecho: el de la libertad” exactamente igual, sin entrar en honduras.

El “Sólo confiamos en un imperio: el de la juventud” es la exaltación per se de la juventud como valor automático.

El “Sólo queremos un Estado: el nacionalsindicalismo”, el que se basa en su doctrina, como si se dijera el bolchevique.

El “Sólo profesamos un amor: el de España”: si cambiamos el objeto del amor por el nombre de otra comunidad, estaremos igual.

El último es quizá el más característico, pues declara un solo profeta al que adorar: “Sólo adoramos a un profeta: José Antonio”. Es el Ausente, el Fundador que estaba entonces cautivo del enemigo y a quien se idealiza y refleja con un espejo de religiosidad laica.

Por consiguiente, el conjunto de esta docena de principios nos ubica en una zona emocional común que permitía el tránsito a otras creencias antagónicas e ‘incompatibles’ con la versión original.

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