¿Por qué decide suicidarse un político?

Que los políticos “profesionales” se dediquen a ella es evidente, lo mismo en el caso de los que lo hacen de una manera admirable que en el de quienes, cuando deciden dejarla, continúan con el mismo patrimonio, los mismos amigos y no han cambiado.

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Las personas que han decidido voluntariamente dedicarse a la complicada, y en muchas ocasiones lucrativa, profesión de la política, se dice que lo hacen por una voluntad de servicio a la sociedad con el objetivo de mejorar sus vidas. En muchos casos es así; en otros, no lo es tanto. La política como servicio público es admirable; la política como servicio a uno mismo y su familia no lo es tanto, es más, es detestable. Que los políticos “profesionales” se dediquen a ella es evidente, lo mismo en el caso de los que lo hacen de una manera admirable que , cuando deciden dejarla, continúan con el mismo patrimonio, los mismos amigos y no han cambiado. Que se equivocan todos, de una manera u otra, es evidente: no son perfectos, son humanos. La diferencia entre los profesionales y los altruistas vocacionales estriba en que los segundos reconocen su error, dimiten y se marchan. Los otros, o no se marchan, o si lo hacen es porque son presionados con: “O te marchas tú, o te cesamos”.

 

En España se ha entrado en una espiral realmente peligrosa con las acusaciones constantes entre los partidos sobre quién de ellos cuenta con más casos de corrupción en sus filas, quién mete más la pata o quién lo hace peor. Ahora se incorpora otro motivo de conflicto: la titulación de ellos, los currículos inflados o, sencillamente, adjudicarse títulos que no son ciertos. Se ha iniciado una caza para seguir con el mantra “y tú más”. En esa batalla ya se han producido víctimas, tanto del PP como de los socialistas (ya llegarán otros casos de más partidos). En algunos casos, víctimas que se han sentido perseguidas hasta límites extremos. Es el caso del linchamiento a José María Ángel, hasta hace pocos días ex comisionado del Gobierno para la reconstrucción de la Dana en la Comunidad Valenciana, responsable de los socialistas valencianos, que se halla hospitalizado tras un intento de suicidio, después de filtrarse que no tenía los títulos que figuraban en su currículo. Un hecho que nos ha dejado impactados por la decisión de Ángel. Dicen que la presión ha sido tal que no ha podido con ella. Es una buena persona, con principios, y hasta la fecha había realizado bien su trabajo. Hay que tenerlo en cuenta.

 

Con las presiones , las acusaciones hay que tener mucho cuidado hasta que la justicia no se pronuncie. Prejuzgar es muy fácil, y en ocasiones las personas que son acusadas salen absueltas, aunque el daño en esos casos ya está hecho. Quien tiene dignidad se suele marchar, aunque no haya sido juzgado; otros se quedan ahí, sin ir más lejos, el presidente valenciano, Mazón.

 

Hay que recordar el caso que se dio en la política española con el primer presidente de la Junta de Castilla y León, Demetrio Madrid, que ocupó el cargo de 1983 a 1986. Fue acusado de un delito de malversación de caudales públicos cuando era presidente de la Diputación de Valladolid. Ante la acusación dimitió de la presidencia de la Junta, y después la acusación fue archivada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León por falta de pruebas. El resultado fue que a Demetrio Madrid se le terminó su carrera política, habiendo hecho una muy buena gestión como presidente de la Junta.

 

Creo que la deriva que está tomando la política no es buena ni para los partidos, ni para los gobiernos, ni para la propia democracia, que vemos a diario su deterioro y está siendo cuestionada por quienes han decidido cargársela del todo, principalmente los racistas de Vox, que se aprovechan de las instituciones para destruirla. Hay que tener cuidado con lo que está sucediendo, que no es un tema menor. Cada partido debe cuidar internamente de las personas que incluye en sus listas y en los cargos de responsabilidad. Como decía Goethe: “Si cada uno limpia su acera, la calle estará limpia”.

 

La decisión de José María Ángel debería hacer reflexionar a todos. ¿Continuarán los predicadores políticos subiendo a sus atriles para seguir señalando al adversario con el “y tú más” y continuar con la cacería?

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