Muchas cosas...
Son muchas las cosas que me gustan de la vida; tantas que no tendría suficiente con cien páginas para enumerarlas y describirlas y, por supuesto, también son algunas las que me producen una honda insatisfacción, indignación y sufrimiento.
Estoy aquí tecleando con tristeza este ordenador, para hablar de las cosas negativas y, aunque no son muchas, son lo suficientemente potentes como para calarme hondo con dolor y cierta impotencia. De entre esas grandes tragedias de la vida en este planeta, todas por la acción o inacción humana, destaco las siguientes:
1º.- LA GUERRA:
Es la mayor calamidad que pueden padecer los pueblos. La tragedia más ignominiosa y salvaje, porque la sufren una cantidad ingente de inocentes, de la forma más dolorosa, en beneficio de una ridícula cantidad de perceptores; llámese a esos perceptores: gobernantes en la sombra de estados poderosos y/o dictatoriales; supra-multimillonarios corruptos; capos de guante blanco y negro, que controlan enormes clanes del crimen organizado; intereses estratégico-hegemónicos…; y, en resumen, siempre detrás de todos ellos intereses económicos.
2º.- LA MANIPULACIÓN SOCIAL Y EL ADOCTRINAMIENTO:
A lo largo de la historia de la humanidad, quienes han querido oprimir, controlar y dirigir a su antojo e interés a las grandes masas poblacionales o de individuos, lo han hecho valiéndose de tres grandes armas: El miedo, el castigo y el hambre.
- Las grandes religiones, en el pasado y a veces en el presente, han sido aliadas del poder, allí donde se las ha utilizado como herramientas o máquinas de producir el miedo al castigo en “el más allá” y en “el más acá”, también a no disfrutar de un premio eterno; sobre todo, impidiendo opiniones y conductas libertarias, no dañinas, en los más doctos y oscureciendo las conciencias de los menos libres de pensamiento (No obstante, en mi opinión, la religión cristiana, en sus distintas ramas, ha hecho para las conciencias, la cultura y el intelecto humanos, más bien que mal).
- Las medidas coercitivas de claro abuso de la autoridad, son otra de las grandes aliadas de la injusticia; en forma de multas abusivas por no pagar impuestos empobrecedores, no retornables en servicios, sino en los bolsillos de quienes los gestionan; o castigos hasta de cárcel por infringir normas absurdas que promueven la pobreza, el hambre, la alienación y la falta de libertad.
- El adoctrinamiento en la educación y en la opinión pública, unas veces tergiversando la historia (pasada y reciente); otras veces resaltando de la misma acontecimientos sin importancia o falseados y, lo peor de todo, promoviendo un pensamiento único y dogmático que no deja alternativa a la promoción del raciocinio individual y, por ello, a la libertad.
3º.- LOS GRANDES ATENTADOS CONTRA LA NATURALEZA Y CONTRA LA SALUD HUMANA:
Estos grandes atentados pueden ser:
- A través de la manipulación del clima o, directamente, atentando contra la naturaleza, por ejemplo: por medio de incendios masivos de cientos de miles de hectáreas de zonas naturales, donde después de la devastación se impongan intereses económicos muy jugosos para quienes los promueven.
- Utilizando virus de laboratorio que enferman a grandes masas humanas, con la consiguiente disminución y control de la población mundial (podemos ir siendo ya muchos, para los intereses de unos pocos; además, la IA y la robótica son más baratas y obedientes).
- Promoviendo medicamentos adictivos o poco recomendables, y otros que palian un problema menor para crear otro mayor, que, a su vez, harán que se necesiten más medicamentos; con los consiguientes beneficios económicos.
Por supuesto, no hay nada nuevo bajo el sol. Todos los “poderosos” han sido opresores de una cantidad ingente de pueblos a los que también hacían esclavos. Hay muchas formas de esclavitud. La esclavitud de nuestros días está en múltiples adicciones en forma de: redes sociales, drogas, moda, tendencias de comportamiento… También en la mano de obra barata de países subdesarrollados y en el tráfico de seres humanos, en condiciones ignominiosas, para la desestabilización de sociedades enteras.
Aunque no expongo nada que la mayoría no sepa, creo que es necesario repetirlo y recordarlo, para no caer en el conformismo, en la impotencia y en la desidia.
No hacer porque pensemos que muy poco podemos hacer, allí donde se produzcan las tragedias relatadas, es ahogarnos en un baso de agua; porque, aunque sea un simple grano de arena de voluntad rebelde, libre y con causa justa, es mucho cuando se junta con otros cientos de miles de granos. Ya se sabe que pueden formar montañas infranqueables, barreras impenetrables para ese enemigo que se señala.
Bajar la cabeza o mirar para otro lado no impedirá que nos perjudiquemos, aunque, aparentemente, ahora esas circunstancias no nos afecten. No digo que tengamos que ser kamikazes, ni que nos inmolemos; sólo digo que es bueno levantar la cabeza, mirando con objetividad, criterio propio y contrastado. Discernir es un deporte a veces doloroso, pero mucho menos doloroso que dejarse adoctrinar, manipular o, en el peor de los casos, “envenenar”.
El presente debe importarnos, porque es donde está la vida; pero, asimismo, su importancia radica en que es el único lugar desde el que se crea el futuro. De lo que hoy sembremos comeremos mañana, eso no tiene discusión.
No debemos, en ningún caso, ser temerarios; pero tampoco cobardes para defendernos y defender a los demás. La cobardía se paga muy cara y no me refiero a adoptar posturas contrarias de valentía heroica desproporcionada; sólo digo que, si todos unidos (e individualmente en la medida de nuestras posibilidades) nos proponemos una lucha pacífica y sin tregua contra tanta injusticia y tanto desatino, usando de las armas legales a nuestro alcance, esas de las que nos proveen las constituciones de los distintos pueblos democráticos, conseguiremos, sí o sí, paliar y prevenir las grandes tragedias presentes y futuras.
Son muchas cosas las que me gustan de la vida y a esas muchas cosas las defiendo poniendo mi pequeño granito de arena; “hablando por escrito” a las mentes de mis congéneres, por si alguno quiere escuchar lo que digo, por si a alguno se le ocurren mejores ideas, para solucionar los grandes problemas a los que apuntaba. Yo estoy deseando oír, cada día más y más, voces que invoquen cordura, discernimiento y libertad.
Son muchas las cosas que me gustan; son pocas, pero exageradamente enormes, las que me duelen…
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