Leer
Según mi experiencia: Nada, ni nadie, en este mundo, a excepción de contemplar un bello paisaje o un cachorro humano, da tanta paz, tanta reflexión y tanta calma como leer. Tener el privilegio de adentrarse en los pensamientos de congéneres que vivieron mucho antes que nosotros, algunos de ellos milenios, es mágico. La proeza más grande del ser humano, más allá del invento de la famosa rueda, o las mañas para hacer brotar el fuego, fue la escritura.
Antes de la escritura éramos el embrión de un ingeniero, el de un filósofo, el de un científico… (porque, aunque rudimentario, existía el pensamiento); pero después de la escritura se produjo un salto cualitativo en la evolución humana. Comenzamos a razonar desde el sosiego y a grabar en piedra o madera tallada y después por escrito, mediante grafías o símbolos, pensamientos nacidos de la inspiración, de la síntesis de ideas anteriormente inconexas, de la simple y pura contemplación…, que nos daría, como especie, el privilegio de poder comunicarnos los unos con los otros a través del tiempo y el espacio.
El legado humano es, sobre todo, el legado del pensamiento anterior al pensamiento posterior a través de la escritura; paradójicamente, puede comprobarse que en esencia somos lo mismo que fuimos desde que aprendimos a comunicar nuestras ideas, y a razonar en el caso del lenguaje matemático, por medio de esos símbolos gráficos. Nuestra especie sigue conteniendo: a un griego en el Ágora, en la Academia, en el Liceo…; a un romano en el gymnasium, la palestra o el foro; a un filósofo en la biblioteca de Alejandría…; a un Emperador que, desde su tienda en el campo de batalla, escribía sus meditaciones.
Esta reflexión me la ha suscitado la moda de algunos “influencers”, al asegurar que la lectura es cosa de pobres y, por ende, (según dicen) “leer no nos hace más ricos”. Pues, desde luego, no nos hace materialmente más ricos. Leer nos hace verdaderamente ricos; porque una cosa es tener riquezas materiales, luego, efímeras, y otra, radicalmente opuesta, es poseer riquezas imperecederas de esas que sólo da el SER y no el TENER.
Sí, la lectura es el alimento humano que aporta el mayor número de vitaminas, proteínas y otro tipo de sustancias beneficiosas que son segregadas por las glándulas del organismo. Leyendo se encuentra la paz, la reflexión, el sosiego, la sabiduría, el entretenimiento, la diversión…; y todo eso nos lleva a la salud mental que es factor determinante de la salud física. Ya lo dijo el poeta romano Décimo Junio Juvenal entre el sigo I y II: “Mens sana in corpore sano…”
Aunque hay que defender a ultranza la libertad de expresión (siempre que no sea injusta o dañina), debería estar prohibido decir cosas, como las señaladas, en contra del hábito de leer. El invitar a los jóvenes a no leer es tan perjudicial como hacer apología de la violencia, del racismo, de las drogas… Es invitarles a no pensar y, por ello, a no tener aspiraciones, criterio propio, rebeldía con causa…; más allá de subir fotos impostadas a redes sociales y nutrir su ánimo con el número de “me gustas” que reciben.
Las sociedades prosperas y civilizadas las hacen y componen individuos civilizados. La primera cualidad de un ser humano civilizado es la buena educación. Todos los niños deberían aspirar al conocimiento que da esa buena educación y cuanto más universal sea ese conocimiento, mejor.
Habría que promover un nuevo renacimiento en este siglo; el renacimiento del humanismo. La humanidad del XV al XVI resucitó a los clásicos, sobre todo griegos y romanos. Ahora deberíamos resucitar a los doctos de esa etapa (que, por cierto, se cuenta a partir de la mayor de las proezas: el descubrimiento y conquista de América por parte de los españoles). Un radiante ramillete de esos doctos a resucitar son:
- Leonardo da Vinci.
- Erasmo de Róterdam.
- Giordano Bruno.
- Galileo Galilei.
- Tomaso Campanella
- Tomás Moro.
- Giovanni Pico della Mirandola.
- …………………………….. Como suele decirse, no están todos los que son, ni mucho menos, pero sí son todos los que están. Los que faltan son igual de importantes. Cada quién que añada sus preferidos; esos son esencialmente los míos, al menos los que más he leído.
Aparentemente a lo largo de la historia la fuerza bruta ha destruido civilizaciones admirables; pero no ha sido la fuerza bruta la que ha hecho que la humanidad llegue hasta aquí y haya conseguido los logros de los que hoy disfrutamos a pesar de que también el mundo tenga sombras muy oscuras, como las guerras. La humanidad merece ese nombre precisamente por el conocimiento que aglutina y ese conocimiento ha sido transmitido, generación tras generación, a través de la lectura.
Todo el que lee ya sabe que los libros son armas muy peligrosas que hacen a los seres humanos libres. Un ser humano libre tiene ideas propias, porque a través de la lectura se ha nutrido previamente de grandes ideas ajenas que despertaron las suyas.
Un ser humano libre no se deja domeñar por la injusticia, ni por la sinrazón. A quienes pretenden dominar el mundo, les dan mucho miedo los seres libres.
Esos hombres de ahí arriba defendieron, algunos con su vida, su forma de pensar y su derecho a expresar por escrito, como legado a la humanidad, ese pensamiento. Algunas de las cosas más importantes que nos dejaron son éstas:
- “El placer más noble es el júbilo de comprender”. (Leonardo da Vinci).
- “En el estudio no existe la saciedad” (Erasmo de Róterdam).
- “ En cada hombre, en cada individuo se contempla un mundo, un universo”. (Giordano Bruno).
- “ La duda es la madre de la invención” (Galileo Galilei).
- “ La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. (Tomaso Campanella).
- “Uno de los mayores problemas de nuestro tiempo es que muchos están escolarizados, pero pocos están educados”. (Tomás Moro).
- “ El conocimiento es el camino hacia la libertad y la sabiduría”. (Giovanni Pico della Mirandola).
¡HAY QUE LEER!
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