Los acuerdos de Bruselas y el Último Tango en Perpiñán

Perpiñán: epicentro de pactos, rupturas i estrategias políticas

 

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El expte. De la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, con el secretario gral. Jordi Turull y la portavoz de Junts en el Parlament, Mònica Sales, en Bruselas

 

Cuando se habla de Perpiñán, para unos tiene un sentido histórico muy vinculado con Catalunya. Había pertenecido en su día al Principado de Catalunya hasta el Tratado de los Pirineos en 1659, firmado entre España y Francia, que puso fin a la larga guerra entre los dos países y la cesión por parte de España a Francia de territorios como el Rosellón y el Condado de Artois. Además, en esas negociaciones se pactó el matrimonio de Luis XIV de Francia con la hija de Felipe IV de España, Teresa de Austria, un matrimonio de conveniencia como era habitual en esa época.

En su día, Perpiñán fue capital del Condado de Roselló y del Reino de Mallorca. Su lengua oficial es el francés, pero también se habla el catalán como cooficial. Por eso, Puigdemont, como otros, reivindica esta ciudad como patrimonio de “los países catalanes”. Por ello, ha sido un lugar al que llaman la Catalunya Nord. Allí sirvió de acogida al medio millón de españoles que huyeron a Francia en el movimiento conocido como “La Retirada”, donde las personas esperaban encontrar un lugar en el que salvar sus vidas del régimen de Franco. Sin embargo, el Gobierno del país los encarceló en durísimos campos de internamiento. No obstante, otra cosa bien distinta fue el pueblo francés, que les ayudó en todo lo que pudo.

Perpiñán sirvió también, el 4 de 2004, para la reunión del Conseller en Cap de la Generalitat de Catalunya, Josep Lluís Carod Rovira, en esas fechas presidente en funciones del gobierno Tripartito de Maragall, con la cúpula de ETA, encabezada por Mikel Antza y Josu Ternera, sin el conocimiento del presidente Pascual Maragall, donde cerraron un pacto en el que los etarras no realizarían atentados en Catalunya. Como contrapartida, Carod Rovira se comprometía a una declaración independentista para defender el derecho de autodeterminación de los pueblos de España. Esta situación provocó un gran revuelo no solo en Catalunya, sino en toda España, lo que supuso la salida del gobierno del republicano. Carod Rovira negó que les dijera a los de ETA que dejaran de matar solo en Catalunya… ETA dijo otra cosa en su comunicado.

Pero Perpiñán, para otros, ha tenido otro significado: lugar donde miles y miles de españoles (especialmente catalanes, por la cercanía) acudían a esa ciudad para ver cine que estaba prohibido en España. Algunos calificaban a los que visitaban esa ciudad como “peregrinos eróticos”. La máxima explosión fue la película El último tango en París, que supuso toda una revolución y largas colas de españoles para verla. La película, protagonizada por Marlon Brando, Maria Schneider y Jean-Pierre Léaud, fue considerada indigna y pecadora por el régimen. Un éxito extraordinario del director Bernardo Bertolucci, atrevido como siempre. Corría el año 1972, tres años antes de la muerte del dictador.

Este lunes, Perpiñán volvía a ser noticia porque Puigdemont, que había estado muy ocupado el domingo, reunía a su ejecutiva para que, por unanimidad, diera el visto bueno a su propuesta (refrendada el día anterior por el núcleo duro) de romper el pacto de investidura que firmó con el PSOE en 2023. Rompe el acuerdo, y para explicarlo comparece en una supuesta rueda de prensa (sin preguntas) para detallar los motivos y el proceso que va a llevar a cabo. Este martes se celebra un Consell Nacional del partido, que ratificará una consulta, vía telemática, a la militancia, que podrá votar la decisión de la ejecutiva durante el miércoles a partir de las 10 horas hasta el jueves a las 18 horas.

Puigdemont, que es un maestro en llamar la atención y al que le encanta ser el protagonista de la historia que él mismo se ha creado, le ha enviado un órdago a Pedro Sánchez, al que acusa de utilizar tacticismo en su proceder. Le ha dicho que no podrá aprobar los presupuestos al no contar con la mayoría de su investidura y, por ello, le advierte que no tendrá la capacidad de gobernar.

Puigdemont ha querido justificar la ruptura con los socialistas por los incumplimientos que él considera graves, entre ellos la aplicación de la amnistía a él y a los que aún siguen huidos. Durante casi tres cuartos de hora que ha durado su “comparecencia”, ha enumerado todos los incumplimientos, aunque ha resaltado parte “de las cosas conseguidas”, de las que se apunta el éxito de presionar al gobierno.

El huido, al que le gusta utilizar la liturgia política en un escenario simbólico, en un mes de octubre con un significado muy potente para él —en octubre de 2017 Puigdemont impulsó la declaración de independencia aprobada en el Parlament (declaración ilegal) y, pocos días después, huyó a Bruselas para evitar a la justicia, que aún lo está esperando para ser juzgado—. Decía Víctor Hugo que “la política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”, frase que le viene como anillo al dedo al protagonista de esta historia, que ha llegado demasiado lejos.

El problema de Puigdemont es que miente más que habla, y no para. Junts, y especialmente Puigdemont, se encuentran en una encrucijada, apretados por arriba y por debajo, con encuestas que no les son favorables, dirigiendo en la distancia, diciendo una cosa y haciendo la contraria. Una situación que, de momento, ha sido bendecida por la unanimidad de los asistentes, como era previsible. La contraria se lleva por detrás; dar la cara suele tener consecuencias, por eso callan y hablan por detrás…

Perpiñán, una ciudad que ha sido escenario de acontecimientos importantes, en lo político, cultural y social, este lunes ha servido para declarar la ruptura de los pactos de Bruselas entre el PSOE y Junts. Antes, fue la sede de la libertad con El último tango en París, y ahora será el “Último Tango” de Puigdemont en Perpiñán, que es un tostón como una catedral. Decía el escritor británico Aldous Huxley que “cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje”.

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