La Financiación singular: el pulso que marcará el otoño político en Catalunya

ERC y Junts presionan al PSOE para cumplir los pactos pendientes, mientras el Govern de Salvador Illa encara un otoño decisivo marcado por los presupuestos y la condonación del FLA.

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El President de la Generalitat, Salvador Illa - Archivo - Europa Press

 

Tras un verano marcado por crisis políticas y la emergencia de incendios en la Península, la actividad institucional y partidaria catalana retoma su ritmo esta semana. Las primeras ejecutivas de los partidos coinciden con la reanudación de las reuniones del Govern y del Consejo de Ministros, un calendario que anticipa meses de negociaciones tensas.

El inicio del curso político no solo significa la vuelta a la agenda habitual, sino también la puesta a prueba de los compromisos alcanzados durante la investidura de Salvador Illa. La negociación sobre el "finançament singular" se perfila como la piedra angular de los próximos debates, condicionando desde los presupuestos autonómicos hasta las relaciones con el Estado.

 

ERC: desconfianza y exigencia

Desde la Universitat Catalana d’Estiu, Oriol Junqueras manifestó abiertamente su malestar ante la actitud de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Según declaró: “una ministra que durant vuit anys ha estat incapaç de canviar un model de finançament caducat, crec que no és la persona que més pot contribuir a generar els consensos necessaris”.

El líder republicano advierte que la financiación singular es condición “sine qua non” para abrir cualquier otra negociación, incluyendo los presupuestos estatales y autonómicos. Además, señala que Montero prioriza sus intereses electorales en Andalucía sobre los compromisos con Catalunya, un argumento que refuerza la presión sobre el PSOE para avanzar en los acuerdos pendientes.

 

La incógnita presupuestaria

El Govern de Salvador Illa se enfrenta a la posibilidad de prorrogar los presupuestos de 2023 si no se desbloquean los acuerdos con sus socios parlamentarios. Los Comuns, como parte del pacto de investidura, exigen que se cumplan los compromisos previos antes de iniciar cualquier negociación adicional.

Esta situación mantiene en vilo la estabilidad financiera y política, obligando al ejecutivo a recurrir a decretos de ampliación presupuestaria como solución provisional, un mecanismo que ha sido utilizado con frecuencia durante el primer año de mandato.

 

Junts y Puigdemont: advertencia estratégica

Carles Puigdemont, desde la Universitat Catalana d’Estiu, reiteró que la estabilidad política debe ganarse periódicamente. “L’estabilitat s’ha de guanyar periòdicament”, afirmó, agregando que “a la tardor passaran coses que no han passat fins ara”.

Aunque el expresident reconoció avances en materia lingüística, advirtió que el tiempo para esperar al PSOE se ha agotado. No obstante, fuentes de Junts matizaron que no existe un riesgo de ruptura inmediata, subrayando que se trata de un aviso estratégico que refuerza su posición negociadora.

 

La condonación del FLA y la presión del PP

Otro eje de tensión se sitúa en la condonación parcial del Fons de Liquiditat Autonòmic (FLA), que será formalizada en septiembre por el Consejo de Ministros. Aunque la medida beneficia a todas las comunidades autónomas, el PP ha vuelto a cuestionarla, reclamando la comparecencia urgente de Montero en el Congreso para explicar la reducción de deuda.

Este conflicto añade una capa adicional de presión al Ejecutivo central, que debe equilibrar las demandas de los partidos catalanes con la reacción de los grupos de oposición, generando un contexto de negociación particularmente delicado.

 

Perspectivas de cara al otoño

El curso político en Catalunya se presenta como una prueba de fuego para los pactos de investidura, la capacidad de negociación de ERC y Junts, y la respuesta del Estado a las demandas de financiación singular. La resolución de este pulso marcará no solo la estabilidad presupuestaria, sino también la agenda política de los próximos meses y la credibilidad de los actores implicados.

El otoño se perfila, por tanto, como un periodo de decisiones críticas que podrían redefinir las relaciones entre la Generalitat y el gobierno central, con un telón de fondo de presión política, exigencias económicas y posibles cambios estratégicos de cara a las próximas elecciones.

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