Procesado por el Supremo por filtrar secretos, el fiscal general se niega a dimitir y agrava la crisis judicial

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, no se plantea dimitir, después de ser procesado por el Tribunal Supremo (TS) por una presunta revelación de secretos contra Alberto González Amador, la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, según fuentes fiscales consultadas por Europa Press.

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El fiscal general de l'Estat, Álvaro García Ortiz
El Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz - Fernando Sánchez - Europa Press

 

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se enfrenta a una situación judicial sin precedentes que sacude la estructura misma del poder judicial español. Procesado por el Tribunal Supremo por un delito grave de revelación de secretos, García Ortiz mantiene su posición sin plantearse la dimisión, a pesar de la gravedad de la acusación y del impacto político que ello conlleva. Esta situación ha provocado una profunda alarma dentro y fuera de las instituciones, poniendo en cuestión la confianza en uno de los pilares fundamentales de la justicia.

Los hechos: una investigación que escala hasta el Supremo

Todo comienza con una investigación contra Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por presuntos delitos fiscales. Inicialmente, el caso estaba en manos del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), pero el 16 de octubre, hace ocho meses, el Tribunal Supremo asumió la investigación y de inmediato procesó a García Ortiz por presuntas filtraciones relacionadas con el caso. No solo él, sino también Pilar Rodríguez, jefa de la Fiscalía Provincial de Madrid, ha sido imputada por los mismos delitos, evidenciando una posible red interna de incumplimientos.

La polémica se inició tras una nota de prensa emitida por la Fiscalía el 14 de marzo de 2024, que detallaba el intercambio de correos electrónicos entre la defensa de González Amador y el fiscal encargado, Julián Salto. Inicialmente, el Supremo descartó que dicha nota de prensa constituyera un delito, pero la investigación continuó expandiéndose. Se revisó nuevamente el comunicado y se incluyeron otras filtraciones de las diligencias de la Fiscalía sobre el caso, así como un correo electrónico enviado el 2 de febrero de 2024, en el que la defensa se ofrecía a reconocer los delitos fiscales a cambio de un acuerdo.

El correo sospechoso y la filtración a la prensa

El punto álgido de la acusación es la presunta filtración por parte de García Ortiz a un medio de comunicación —concretamente, la ‘Cadena SER’— de ese correo electrónico, considerado sujeto a estrictos criterios de reserva y confidencialidad. Según el magistrado instructor, Ángel Hurtado, existen indicios suficientes para presumir que el fiscal general vulneró su obligación de secreto profesional, exponiendo información sensible que podría haber comprometido el buen curso de la investigación y la presunción de inocencia.

Una crisis institucional con repercusiones políticas

Este proceso no solo pone en duda la integridad del máximo responsable del Ministerio Público, sino que amenaza con desestabilizar todo el entramado judicial y político. La vinculación del caso con una figura próxima a una presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, añade una dimensión política que exacerba la tensión pública. Todo ello mientras García Ortiz se niega a dimitir, hecho que mantiene la incertidumbre y la controversia abierta.

La investigación que comenzó como una causa ordinaria por presuntos delitos fiscales se ha convertido en un terremoto institucional, con graves repercusiones para la confianza ciudadana en las instituciones judiciales y para el futuro de la Fiscalía General del Estado. El procedimiento judicial está en plena evolución, pero lo que está claro es que la sombra de la presunta corrupción y filtración se ha instalado en el núcleo del sistema judicial español.

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