El sueño frustrado de Gabriel Rufián: de la llamada a un frente plurinacional a lobo solitario
Nadie se ha sumado a la propuesta de formar un frente de izquierdas
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, lanzó hace unas semanas una propuesta que aspiraba a reordenar el espacio progresista: la creación de un frente plurinacional de izquierdas con la capacidad de frenar un eventual gobierno de PP y Vox. El planteamiento buscaba unir a formaciones como ERC, Sumar, Podemos, Bildu, BNG y otros partidos periféricos en una plataforma electoral común. Sin embargo, la iniciativa no solo no ha conseguido adhesiones, sino que ha ido acumulando rechazos hasta dejar a su promotor prácticamente solo en la defensa de la idea.
La rápida negativa de ERC
El primer portazo llegó desde la propia Esquerra Republicana. La dirección se desmarcó de inmediato de Rufián. La portavoz en el Parlament, Ester Capella, fue clara al afirmar que la propuesta “no está sobre la mesa”, y poco después el presidente del partido, Oriol Junqueras, la dio por muerta en público, aunque sin cuestionar la trayectoria política de su portavoz en Madrid. El portavoz republicano en la cámara catalana, Isaac Albert, reforzó esa posición y tachó el frente de “artefacto electoral” difícilmente viable en el marco del sistema español.
Este desmarque interno ha marcado el tono del debate. En ERC consideran que una alianza de este tipo podría diluir el perfil propio del partido y que la prioridad debe seguir siendo la defensa de la agenda catalana en el Congreso.
Sumar y los Comuns centrados en lo suyo
La segunda negativa importante llegó desde el espacio de Sumar. La coordinadora general, Alba García, definió la propuesta como un “órdago” políticamente inviable, recordando que ERC fue uno de los partidos que votó contra la reforma laboral. A su juicio, cualquier debate de alianzas debe plantearse desde la seriedad programática y no desde la suma de siglas.
La propia vicepresidenta Yolanda Díaz ya había rechazado la idea de una confluencia plurinacional, proponiendo en su lugar una “alianza democrática” basada en mínimos programáticos que generen cohesión y esperanza, pero no en la fusión de identidades políticas diversas.
Más contundentes han sido los Comuns. Su coordinadora, Candela López, ha asegurado que es momento de dejar atrás los “falsos debates de ententes” con ERC y que estas discusiones públicas solo generan “descrédito y desconfianza” entre la ciudadanía. En su opinión, lo esencial es consolidar la coalición actual de Sumar y revalidarla en los próximos comicios, garantizando coherencia estratégica.
El resto de aliados potenciales también se aparta
Más allá de ERC y Sumar, otros actores a los que Rufián apelaba tampoco han mostrado entusiasmo. Compromís descartó cualquier participación en un frente estatal, reivindicando su autonomía política en clave valenciana. Tanto Bildu como el BNG, que en el pasado formaron parte de plataformas comunes con ERC, han recibido la propuesta con frialdad y sin comprometerse a reeditar experiencias similares.
En Podemos, la reacción ha sido incluso más dura. Referentes del partido criticaron la filtración de la propuesta, señalando que había dinamitado cualquier posibilidad de negociación discreta.
Rufián insiste, pero se queda solo
Pese a los rechazos, Gabriel Rufián se ha mantenido firme en su defensa. En redes sociales y en entrevistas ha insistido en que la izquierda corre el riesgo de ser derrotada si acude dividida a las elecciones. “Menos pureza y más cabeza”, escribió en un mensaje, resumiendo su visión de que las diferencias ideológicas no deberían pesar más que la necesidad de frenar a la derecha.
Sin embargo, el recorrido de su propuesta parece hoy muy limitado. La falta de apoyos externos, el cierre de filas de la dirección de ERC y la desconfianza de los potenciales socios han convertido su plan en un gesto más personal que estratégico.
Un síntoma del momento político
El aislamiento de Rufián refleja también el estado actual de la izquierda a la izquierda del PSOE. Tras años de confluencias, escisiones y recomposiciones, las distintas formaciones han optado por reforzar sus propios espacios en lugar de diluirse en proyectos colectivos. El resultado es un mapa fragmentado en el que los intentos de grandes frentes, como el defendido por Rufián, encuentran más obstáculos que apoyos.
En este contexto, el portavoz republicano afronta una paradoja: su idea buscaba ser un revulsivo unitario, pero ha terminado por evidenciar las fracturas y la falta de confianza entre las formaciones progresistas. El “frente plurinacional” ha pasado en apenas semanas de promesa de unidad a símbolo del aislamiento político de su principal defensor.
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