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Uno de los puntos a nivel estatal en los que más droga se incautó fue en la cárcel de Melilla, donde recopilaron más de 49 kg de hachís y casi 40.000 pastillas de psicofármacos
Las cárceles son un espacio que, teóricamente, debería ser seguro y en el que no debería haber droga. Hay que tener en cuenta que muchos de los presos han ingresado en prisión por este mismo motivo, por lo que se hace difícil de entender que, a día de hoy, estas sustancias tóxicas sigan ocupando un espacio importante en las cárceles y continúen siendo un quebradero de cabeza para los funcionarios.
Según datos de El Confidencial, entre 2019 y 2021 se incautaron más de 170 kg de cannabis, más de 178.000 psicofármacos, 3 kg de heroína, 2 kg de cocaína y más de 5.800 litros de alcohol.
Uno de los puntos a nivel estatal en los que más droga se incautó fue en la cárcel de Melilla, donde recopilaron más de 49 kg de hachís y casi 40.000 pastillas de psicofármacos.
A este pésimo ranking le sigue Almería, con una cantidad muy inferior: 7,7 kg de cannabis y más de 10.000 psicofármacos. El problema es que, a fin del 2021, en la prisión de Melilla habían 193 presos, mientras que en la ciudad almeriense habían 967 presos, para hacernos una idea.
Por lo que respecta a las prisiones catalanes, esta es la recopilación de droga incautada:
LAS DROGAS EN LAS PRISIONES, UN PROBLEMA DE GRAN CALADO
No hay que olvidar que la introducción de las drogas en las prisiones provoca grandes problemas, más allá de la perpetuación de la adicción por parte de muchos presos. La droga se utiliza como un medio de poder con el que seguir traficando dentro de las paredes de los recintos penitenciarios. De esta forma, se generan deudas pendientes con los que conseguir cosas a cambio.
Además, la droga que entra no es de muy buena calidad, lo que puede llevar a los internos a morir por una sobredosis.
Toda esta droga entra a través de las visitas de familiares, los vis a vis, el reingreso del interno tras un permiso o incluso desde es personal de los centros, desde voluntarios hasta funcionarios.
Por otro lado, la medicación psiquiátrica también es un elemento que puede llegar a moverse entre los presos, y muchas veces proviene del propio sistema, ya que un alto porcentaje de los reclusos tiene medicación psiquiátrica prescrita y ni siquiera tienen enfermedades mentales diagnosticadas.
Algunos de los psicofármacos que más se requisan son lorazepam, tranxilium, rivotril, lyrica o quetiapina, los cuales requieren prescripción médica. En general, la sensación que reina es que se sobremedica demasiado a los presos, por lo que los problemas de adicción, sobredosis y tráfico en las prisiones aumentan de forma preocupante.
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