Muere Montse Guillén, pionera de la cocina catalana y alma creativa de El Internacional de Nueva York

La cocinera, restauradora y artista Montse Guillén ha muerto este fin de semana en Barcelona, a los 79 años, tras una trayectoria que ha dejado una huella profunda en la cocina catalana e internacional. Referente gastronómico y artístico, transformó las tapas y el pan con tomate en iconos internacionales de la cocina catalana

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Montse Guillén IG
Montse Guillén - Xarxes Socials

 

Su vida, marcada por una mirada pionera, por la capacidad de fusionar gastronomía y arte, y por una vocación radicalmente contemporánea, fue una constante apertura de caminos. Guillén fue clave para entender la proyección internacional de la cocina catalana mucho antes de que la alta cocina del país se posicionara en los primeros lugares de los rankings mundiales. Su aportación no se limitó a la técnica: convirtió el hecho gastronómico en un acto cultural y político.

De los Pirineos a la cocina urbana

Nacida en una familia vinculada al mundo rural, dio sus primeros pasos en Can Borrell (Meranges), una casa de turismo rural donde sus padres cocinaban para excursionistas. Ese contacto inicial con los sabores auténticos y la hospitalidad la marcaría de por vida.

Siendo muy joven y ya con hijos, Guillén se abrió paso en un mundo gastronómico dominado por hombres. En La Venta, en el Tibidabo de Barcelona, introdujo la cocina abierta al público —una rareza en los años 70—, buscó cocineros formados en Francia, y acabó encontrando la clave de su estilo gracias a la conexión con Juan Mari Arzak, quien le envió dos cocineros que revolucionaron su propuesta culinaria.

Cocina de autor en una Barcelona moderna

En 1980 fundó el restaurante MG en Sant Gervasi, un espacio vanguardista donde confluyeron cocina innovadora y diseño moderno, con la colaboración de creadores como Carles Riart y Xavier Mariscal. Allí se formó una nueva generación de cocineros, como Fermí Puig. MG fue un espacio donde la cocina se pensaba como lenguaje, discurso y cultura.

El Internacional: cuando las tapas conquistaron Nueva York

La gran aventura llegó en 1984 con la apertura de El Internacional Tapas Bar & Restaurant en TriBeCa, Nueva York, junto al artista Antoni Miralda. El restaurante se convirtió en un icono de la escena urbana, artística y gastronómica de la ciudad. La apuesta era simple y revolucionaria: introducir la cocina catalana a través del formato de tapas, completamente desconocido entonces.

Por allí pasaron figuras como Andy Warhol, Basquiat, Keith Haring, Madonna, David Byrne o Michael Douglas. “¿Es esto una galería o un restaurante?”, preguntaban al entrar. Un camarero podía ganar hasta 1.000 dólares diarios en propinas. El Internacional fue mucho más que un restaurante: fue una instalación viva y un canal de exportación cultural.

FoodCultura: la cocina como relato, arte y memoria

Desde 2000, Guillén y Miralda impulsaron el proyecto FoodCultura, una fundación con sede en el Poblenou de Barcelona dedicada a explorar los vínculos entre alimentación, identidad, arte, ciencia y ritual. El proyecto dio lugar a exposiciones, instalaciones y colaboraciones internacionales, desde Buenos Aires hasta Japón.

FoodCultura ha sido una plataforma para preservar la cultura alimentaria como patrimonio humano y para reflexionar sobre la transformación social a través del acto de comer.

Un legado vivo, una mirada irrepetible

Montse Guillén fue más que una cocinera: fue una creadora libre, una mujer que rompió moldes y estructuras patriarcales, un puente entre la tradición popular catalana y el mundo global. Su legado sigue vivo en cada cocina que apuesta por la cultura, el pensamiento y la autenticidad; en cada plato que cuenta una historia.

Nunca quiso ser una estrella. Fue una constelación discreta, esencial, que supo cocinar el mundo desde una esencia catalana. Su revolución fue silenciosa, pero decisiva.

Una mujer adelantada a su tiempo

Montse Guillén fue insustituible. Valiente, creativa, libre, coherente. Una cocinera que pensaba el mundo desde los fogones. Una artista que se expresaba con sabores y texturas. Y, sobre todo, una mujer que abrió puertas para muchas otras dentro y fuera de las cocinas.

Hoy, desde el silencio de su ausencia, nos queda su obra viva, que se sigue cocinando en cada tapa compartida, en cada cocina abierta, en cada gesto que entiende que cocinar es, también, una forma de decir quiénes somos.

Para los amantes de la cocina catalana y de la historia de Montse Guillén, en este enlace podéis encontrar más información sobre su restaurante MG: 1980 - Restaurante MG Montse Guillén - Barcelona.

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