Un estudiante con un 8 de media se queda fuera de la selectividad en Catalunya por un trámite burocrático

Este miércoles ha comenzado en Cataluña la Selectividad 2025 con más de 44.000 estudiantes examinándose para acceder a la universidad. Pero no todos los alumnos podrán presentarse a las pruebas, y uno de los casos más llamativos es el de Ferran Arriola, que pese a haber cursado y aprobado el Bachillerato en Barcelona, no podrá examinarse por un conflicto administrativo relacionado con sus estudios anteriores, según informa RAC1.

Ferran nació en México y cursó allí la mayor parte de la ESO. En segundo de ESO, durante la pandemia, su escuela en Monterrey permaneció cerrada durante meses y las clases virtuales eran precarias. Siguiendo la recomendación de sus profesores, su familia decidió matricularlo en una escuela estadounidense online con sede en Miami, para poder seguir estudiando de manera más efectiva. Gracias a eso, aprobó el curso y posteriormente retomó tercero y cuarto en su instituto habitual en México.

Una vez finalizada la etapa de secundaria, en 2023, la familia se trasladó a Barcelona, donde Ferran comenzó y completó el Bachillerato con una media de 8. Sin embargo, en el proceso de homologación de la ESO, surgió un obstáculo: el Departamento de Educación de la Generalitat solicitó una prueba de residencia oficial en Estados Unidos durante el curso 2020-2021. Al no haber residido allí —ya que el curso fue 100% online desde México—, la administración no acepta el año como válido y ha denegado la homologación de sus estudios.

Como consecuencia, Ferran no puede presentarse a la Selectividad junto al resto de compañeros esta semana, ni tampoco acceder a un ciclo formativo de grado superior o medio, dado que no se le reconoce ni la ESO oficialmente. La solución que propone Educación es que se someta a una prueba extraordinaria de convalidación de la ESO, lo que retrasa todos sus planes académicos al menos un curso.

Polémica en plena Selectividad

El caso de Ferran aparece en una edición de la Selectividad ya marcada por la incertidumbre en torno a los nuevos formatos competenciales de examen y el debate sobre el peso de las faltas de ortografía en las notas. Ahora, además, se suma el malestar por situaciones como esta, donde decisiones tomadas durante la pandemia para garantizar el derecho a la educación pueden acabar cerrando puertas por requisitos burocráticos.