Barcelona se prepara para un futuro extremo: simulacro ante una ola de calor de 50 grados

Tras semanas de temperaturas récord, el Ayuntamiento de Barcelona anuncia un simulacro en 2027 para afrontar un escenario nunca visto con 50 ºC, mientras expertos alertan sobre el impacto real del calentamiento global en la ciudad

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Calor, Barcelona
Calor, Barcelona - CANVA

 

Después de más de 15 días con temperaturas entre 8 y 10 grados por encima de la media para esta época del año, y con el primer aviso oficial por ola de calor emitido por el Servicio Meteorológico de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que en 2027 realizará un simulacro para evaluar cómo respondería la ciudad si llegara a alcanzar los 50 grados centígrados.

Aunque desde el consistorio insisten en que, por ahora, una temperatura tan extrema no está prevista, se busca anticiparse y estar preparados, siguiendo el ejemplo de ciudades como París, que ya realizó un simulacro similar en 2023. Esta iniciativa forma parte del Plan Calor 2025-2035, que incluye 40 acciones concretas para preparar Barcelona ante escenarios climáticos extremos.

La teniente de alcalde, Laia Bonet, explicó que "no hace falta que haya calor en el momento del simulacro" para evaluar “qué pasaría en el transporte público, la red eléctrica, las escuelas o los equipamientos si se alcanzaran los 50 grados”.

La investigadora Carlota Sáenz de Tejada, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), destaca la importancia de estos simulacros para “prepararnos como hacemos con otras emergencias”, ya que el calor extremo puede provocar fallos en infraestructuras y servicios críticos.

¿Llegaremos a los 50 grados en Barcelona?

El contexto global muestra un aumento constante de la temperatura planetaria. En 2019, Barcelona alcanzó los 37,7 ºC, pero los modelos climáticos actuales no prevén que la ciudad llegue a los 50 ºC este siglo, aunque sí algunas zonas de Cataluña, como Poniente y Terres de l’Ebre.

Según Toni Barrera Escoda, técnico del equipo de Cambio Climático de Meteocat, “esta década alcanzaremos los 45 ºC en algunos puntos de Cataluña; dentro de diez años, los 48 ºC; y en 2050, los 49 ºC. A finales de siglo, podrían alcanzarse los 50 ºC, siempre en un escenario de emisiones de gases de efecto invernadero similar al actual”.

El experto añade que pronto será habitual que en Barcelona se alcancen los 40 ºC, cuando hasta ahora la ciudad ha rozado los 38 o 39 grados.

Además, la sensación térmica en la ciudad puede llegar a los 50 ºC debido a la humedad y el calor nocturno. El verdadero problema no es solo el calor diurno, sino las elevadas temperaturas nocturnas, que no bajan de los 25 grados en el centro de la ciudad y podrían llegar a los 30 grados, las llamadas “noches tórridas”.

Más olas de calor y riesgos para la salud

Los modelos también anticipan un aumento en la frecuencia y duración de las olas de calor, que se definen como episodios de más de tres días con temperaturas superiores a 34 ºC en el centro de Barcelona. Actualmente, se registra una ola de calor cada cuatro años; a finales de siglo, podrían ser dos o tres al año.

El exceso de calor provoca numerosas muertes prematuras, especialmente en personas vulnerables como mayores o enfermos crónicos. Solo en 2024, se contabilizaron al menos 240 muertes en Barcelona atribuidas a la ola de calor.

Hicham Achebak, investigador de ISGlobal, señala que la exposición prolongada al calor puede causar problemas de salud graves, aumentar la agresividad y la transmisión de enfermedades infecciosas como dengue o malaria, además de afectar la calidad del sueño y el bienestar mental.

¿Qué podemos hacer?

Los expertos insisten en la urgencia de adaptar las ciudades al cambio climático. Reverdir y naturalizar las urbes puede proteger contra las “islas de calor”. También es vital repensar el urbanismo y usar materiales que no acumulen ni liberen tanto calor.

El catedrático Jaime Martínez destaca la necesidad de potenciar refugios climáticos y fomentar un cambio de comportamiento social, citando ejemplos como Mexicali (México), donde la vida se adapta a las altas temperaturas con actividades nocturnas y descanso diurno.

Además de reducir emisiones, los expertos coinciden en que la única solución sostenible pasa por consumir menos energía y recursos. “Nuestro modelo de consumo es insostenible”, advierte Barrera Escoda, mientras Martínez añade que sin acciones decididas y valientes, la crisis climática seguirá cobrando vidas.

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