El verano de 2025 pulveriza récords de calor y altera la vida cotidiana en Catalunya
El mar más caliente y las noches tropicales: señales de un verano extremo que ya es la nueva normalidad
El final del verano meteorológico en Catalunya nos deja uno de los datos más preocupantes de los últimos años. A pie de calle ya se tenía la sensación de que tanto la ola de calor de junio como la de agosto habían sido especialmente virulentas, alcanzando temperaturas sofocantes que, en varios puntos del territorio catalán, fueron de récord absoluto. Los datos son reveladores: según Meteocat —solo 2022 fue más caluroso— estamos ante el segundo verano más cálido de la historia. Sin embargo, según los datos del Observatori de l’Ebre, este es el verano con mayores temperaturas registradas, un récord en los últimos 121 años.
Y cuando más indagamos y concretamos, peor pinta tienen los datos: “Estamos al menos 2 ºC por encima de la media climática del periodo 1991-2020 en casi toda Catalunya”, explica Albert Aparicio, técnico de Meteocat. En el Observatori Fabra de Barcelona, se registró un récord de temperatura máxima en agosto de 38,9 ºC el día 16.
Si observamos las cifras en perspectiva, el verano de 2025 marca un punto de inflexión en la historia reciente de Catalunya. Hasta 2017, superar los 40 ºC no era habitual; las olas de calor intensas eran puntuales y localizadas. Sin embargo, a partir de ese año, esta situación comenzó a repetirse con mayor frecuencia, consolidándose como una tendencia preocupante. Durante el verano de 2025 se han registrado 7 días de más de 40 ºC en junio, 2 días a comienzos de julio y 7 días durante la ola de calor de agosto, sumando un total récord de 16 días, algo nunca antes registrado en Catalunya. El Observatori de l’Ebre, situado en el Baix Ebre, se encuentra en una de las zonas donde estas temperaturas extremas se producen con mayor frecuencia actualmente. Hace casi 80 años se midió por primera vez un día por encima de 40 ºC, en 1982, y desde entonces su ocurrencia ha aumentado año tras año, con 41,6 ºC alcanzados el 17 de agosto como máxima anual.
Si el día es caluroso, la noche es peor
En otros años, la llegada de la noche suponía un momento de tregua. Cuando el sol se ponía, las personas podían salir a la calle y vivir con un poco menos de calor. Sin embargo, el incremento de las noches tórridas ha hecho que ni se pueda pasear ni dormir a gusto.
Los datos indican que el verano de 2025 deja cifras inéditas en la temperatura nocturna. Prácticamente todas las noches de verano en el litoral han sido tropicales (superiores a 20 ºC), y se han registrado 36 noches tórridas (por encima de 25 ºC), muchas fuera del tradicional periodo canicular (15 de julio al 15 de agosto). Según Marc Prohom, “se está observando que las noches tropicales al litoral ya no son excepcionales, sino una nueva normalidad”. Una realidad que altera gravemente la calidad de vida de la ciudadanía, que no puede dormir sin aire acondicionado. Ni siquiera los ventiladores han sido suficientes.
El análisis de series históricas revela que la frecuencia de noches tropicales se ha incrementado entre 4 y 6 noches por década, y que la duración de la calor nocturna también bate récords: este año, 31 noches consecutivas en l’Ebre y 19 en Fabra con temperaturas mínimas extremadamente altas. La serie del Observatori Ebre muestra que hasta 1982 se registraban muy pocas noches con más de 40 ºC, mientras que ahora se repiten anualmente.
La temperatura del mar también ha marcado récords: el 18 de julio, en l’Estartit, se registraron 26,8 ºC, la más alta para los meses de junio y julio. Este calentamiento del Mediterráneo no solo reduce el efecto termorregulador sobre la costa, sino que también aumenta la energía disponible para tormentas de otoño.
Impactos en la vida cotidiana y el medio ambiente
El calor extremo no es solo un dato estadístico. Los ciudadanos sufren las olas de calor: ancianos, niños y personas con patologías crónicas están más expuestos a golpes de calor. La agricultura acusa el estrés hídrico y la disminución de productividad, mientras que el consumo energético se dispara por el uso de climatización. Incluso el turismo se ve afectado por las noches tórridas y la sensación de bochorno constante.
De este modo, todas las personas se han resentido de un calor abrasador que ha mermado la calidad de vida, tanto de quienes trabajan al aire libre como del resto de ciudadanía, que ha tenido que adaptar su vida a la nueva realidad climática.
Cifras y tendencias: un cambio climático palpable
“Estamos frente a una tendencia clara de aumento de extremos, que obliga a replantear la preparación de la sociedad y las políticas de adaptación climática”, alerta Prohom.
El verano de 2025 deja a Catalunya con un nuevo estándar climático: calor persistente de día, noches que no dan tregua, y un mar cada vez más caliente. Mientras la ciudadanía sufre los efectos de estos récords, los expertos llaman a la acción urgente en adaptación urbana, prevención de olas de calor y planificación agrícola. Lo que antes era excepcional, hoy es la nueva normalidad. Y el desafío será afrontarlo antes de que los próximos veranos marquen cifras aún más extremas.
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