Crisis climática sin precedentes: los incendios de España registran emisiones récord en más de 20 años
El fuego ha dejado una huella ambiental imposible de borrar
Los incendios forestales que han golpeado a España este mes de agosto han provocado las mayores emisiones de carbono registradas en el país desde al menos 2003, según el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS). La primera quincena comenzó con valores por debajo del promedio, pero la rápida expansión de los fuegos ha elevado la cifra anual hasta un récord en los últimos 23 años.
La realidad es que el fuego no solo ha arrasado el territorio, sino que ha dejado una huella ambiental de magnitud histórica. Más de 348.000 hectáreas han quedado calcinadas en apenas unas semanas, en lo que ya se considera uno de los peores veranos en décadas. A esto se suma el impacto en la salud pública: las partículas contaminantes PM2.5 se han disparado muy por encima de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud, afectando a la población incluso a cientos de kilómetros de distancia.
El humo va más allá de España
Y es que el humo generado por los incendios no se ha quedado en la Península Ibérica. Según Copernicus, las masas contaminantes se han desplazado hacia Francia, Reino Unido y Escandinavia, empeorando la calidad del aire en buena parte de Europa. Los meteorólogos han llegado a desmentir la presencia de calima sahariana en ciudades como Madrid: el cielo turbio y la pérdida de visibilidad se deben, en realidad, al humo de los incendios.
De este modo, España afronta no solo una catástrofe ambiental inmediata, sino también un aviso del futuro que plantea la crisis climática. La comunidad científica insiste en que la sequía estructural, las olas de calor extremas y la falta de gestión forestal están alimentando incendios cada vez más virulentos y de difícil control. Las autoridades, por su parte, reconocen que la emergencia ha superado la capacidad de respuesta en varias comunidades autónomas.
Así pues, lo ocurrido este agosto es más que un episodio aislado: es un reflejo de cómo el cambio climático está reconfigurando el riesgo de incendios en el sur de Europa. Sin medidas contundentes de prevención, ordenación territorial y adaptación climática, los veranos como este pueden dejar de ser una excepción para convertirse en la nueva normalidad.
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