Vacaciones bajo presión: cómo estirar el presupuesto en el verano más caro de los últimos años

El calor aprieta y los precios también. Casi estamos en agosto y las familias catalanas afinan sus decisiones de última hora para conseguir un descanso viable, aunque la inflación, la demanda y la falta de previsión encarecen las opciones.

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Imagen de Archivo - INTERMUNDIAL - Europa Press

 

El calendario avanza y el margen para improvisar se reduce. A medida que se acerca el 1 de agosto, la temporada alta de verano alcanza su punto álgido en Catalunya, tanto en temperatura como en costes. Con el mes tradicionalmente vacacional al acecho, los hogares catalanes se enfrentan al dilema de cómo y hasta dónde pueden estirar su presupuesto sin renunciar al descanso. La mayoría ya no busca grandes lujos, sino una combinación razonable entre desconexión, accesibilidad y control del gasto.

Los precios en alojamientos, transporte y restauración han repuntado de forma generalizada respecto al verano pasado. Según fuentes del sector turístico consultadas por Catalunyapress, el encarecimiento se concentra especialmente en el litoral catalán, donde la ocupación ya roza el 90 % para la primera semana de agosto, y en las conexiones aéreas o ferroviarias con las principales capitales europeas. Sin embargo, eso no ha disuadido a muchos ciudadanos de mantener su intención de viajar. Lo que ha cambiado es la forma en que lo hacen.

Vacaciones ajustadas: destinos de proximidad y gasto milimetrado

La tendencia más clara es la priorización del turismo cercano. Las comarcas interiores de Tarragona y Lleida, algunas zonas rurales del Alt Empordà y rincones menos saturados del Pirineo se han consolidado como refugio accesible para presupuestos de entre 600 y 900 euros por persona.

Quienes se inclinan por esta opción lo hacen, sobre todo, por tres razones: pueden llegar en coche propio o tren regional, eliminan el coste de vuelos o alquiler de vehículos y aprovechan alojamientos más económicos, como casas rurales o apartamentos con cocina. Además, es frecuente ver un consumo moderado en restauración, priorizando menús diarios o comidas preparadas en el propio alojamiento.

En el Pirineo aragonés o en enclaves como la Terra Alta, los visitantes buscan precisamente eso: temperatura más baja, opciones de senderismo o naturaleza sin coste y una desconexión real sin aglomeraciones. Esta fórmula ha ganado terreno entre las parejas jóvenes y los grupos familiares que aún no han reservado y que ahora buscan oportunidades de última hora con precios asumibles.

El coste oculto de los extras: comidas, gasolina y seguros

Más allá de la reserva inicial, los gastos colaterales condicionan cada vez más el coste total de las vacaciones. El precio del combustible, la inflación en bares y supermercados de zonas turísticas o la necesidad de contratar seguros de viaje o cancelación en escapadas organizadas pueden elevar el presupuesto final en un 15–20 % según las estimaciones de las agencias.

En este contexto, la recomendación más habitual de los expertos es fijar un presupuesto diario de gasto —especialmente en comidas, ocio y compras— y mantenerlo con disciplina. También subrayan la importancia de viajar con seguro médico si se cruza la frontera, así como de prever gastos en equipaje facturado si se viaja con aerolíneas low-cost.

Salir de Catalunya y de España también es posible: viajes internacionales para todos los bolsillos

Frente a la idea extendida de que viajar fuera de España es imposible en plena temporada alta, hay quienes demuestran lo contrario. Salir al extranjero en verano sigue siendo viable, incluso para quienes parten desde Catalunya, si se eligen bien los destinos, se ajustan fechas y se prioriza el gasto con criterio.

Para presupuestos ajustados —hasta 900 euros por persona—, ciudades como Cracovia, Sofía o Bucarest representan opciones realistas. Con vuelos de bajo coste desde Barcelona y un coste de vida inferior al español, permiten disfrutar de una escapada de 4 o 5 días sin grandes excesos. El alojamiento económico, el transporte público y la gastronomía local son los grandes aliados de esta franja.

Con algo más de margen —entre 900 y 1.800 euros— destinos como Lisboa, Roma o Praga ofrecen una experiencia más cómoda sin que los precios se disparen. Muchas familias aprovechan paquetes combinados de vuelo y hotel o apuestan por estancias breves en capitales europeas con buena conexión. En estos casos, la planificación es clave: los que reservaron antes de junio han logrado un importante ahorro respecto a los rezagados.

Para presupuestos más holgados —más de 1.800 euros por persona—, opciones como los cruceros por el Mediterráneo, los resorts en Canarias o incluso los safaris organizados en África Oriental siguen generando demanda. En estos perfiles, la prioridad suele ser la comodidad y el “todo incluido”, minimizando preocupaciones una vez iniciado el viaje.

En cualquier caso, el factor determinante no es solo el destino, sino cómo se viaja. Ajustar los días de salida, evitar los fines de semana, elegir aeropuertos secundarios o reducir el equipaje son estrategias recurrentes para contener el coste.

¿Y si todavía no hay plan? Última hora, con cabeza

Para los que aún no han reservado nada, el margen es estrecho pero no inexistente. Las plataformas de viajes detectan un repunte de búsquedas de última hora, tanto para escapadas nacionales como internacionales. La flexibilidad en las fechas o en el tipo de alojamiento puede marcar la diferencia entre encontrar una opción viable o renunciar al viaje.

También crecen las consultas sobre alternativas como el intercambio de casas, el turismo rural compartido o los paquetes de “última oportunidad” que ofrecen algunas agencias. Aunque los precios no bajarán, la clave estará en adaptarse a lo que aún está disponible, en lugar de aspirar a las opciones ya saturadas.

Balance final: no todo es lujo, pero sí posible

El verano de 2024 será recordado como uno de los más caros para viajar, pero no necesariamente como el más inaccesible. Las familias catalanas están demostrando una gran capacidad de adaptación y creatividad para seguir disfrutando del descanso estival sin poner en riesgo su economía doméstica.

El auge del turismo de cercanía, la búsqueda de alternativas fuera del circuito masivo y la planificación ajustada por tramos de gasto son señales claras de una ciudadanía que no renuncia a desconectar, aunque sea por menos días, con menos lujos y más previsión. Viajar sigue siendo posible, aunque esta vez, más que nunca, cada euro cuenta.al año, estirarse hasta donde dé.

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