Como sigan los políticos cacareando en el gallinero, habrá que volver a “bajar al moro” con más frecuencia de lo que se hacía en aquellos tiempos en los que un dictador sin complejos hacía la vista gorda cuando el sexo, sin bendición y desnaturalizado, se sosegaba con las pelis porno en Perpiñán y los sueños de democracia y libertad se apaciguaban con el “chocolate” de Marruecos.