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Un nuevo estudio ha revelado que aquellos que caminan rápido tienen un riesgo menor de sufrir una muerte prematura.
Hay gente a la que le gusta pasear tranquilamente y pararse a oler las rosas. A otros, en cambio, les gusta andar a paso ligero para llegar a su destino cuanto antes. Un nuevo estudio publicado en la British Journal of Sports Medicine ha revelado que aquellos que caminan rápido tienen un riesgo menor de sufrir una muerte prematura.
El estudio, con 50.000 caminantes de más de 30 años que vivieron en Gran Bretaña entre los años 1994 y 2008, recopila datos de estas personas, incluida la percepción que ellos mismos tienen acerca de su rapidez a la hora de caminar, para después analizar la influencia de sus caminatas en su salud.
El estudio ha descubierto que andar a un ritmo elevado reduce el riesgo de fallecer a causa de enfermedades cardiovasculares, como infartos o derrames cerebrales. Comparadas con las personas que caminaban lento, aquellas que lo hacían a un ritmo medio tenían un 20% menos de riesgo de sufrir una muerte prematura por cualquier causa, y un riesgo un 24% menor de morir por un infarto o derrame cerebral.
Por su parte, aquellos que decían caminar a mayor velocidad tenían un 24% menos de riesgo de sufrir una muerte prematura por cualquier causa y un 21% menos de morir por enfermedades cardiovasculares.
En los grupos de edad más avanzada se encontró también que existía una reducción linealmente mayor del riesgo de muerte prematura cuanto más rápido caminaban, aunque este hallazgo no se puede extender a toda la muestra ni a los grupos de menor edad.
¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO?
Los resultados arrojan que caminar a un ritmo medio, acelerado o rápido puede resultar beneficioso a largo plazo para la salud y la longevidad comparado con los paseos a un ritmo bajo, especialmente para las personas de mayor edad.
Pero hay que ser conscientes de que este estudio fue meramente observacional y que no se ejerció un control absoluto sobre todas las variables posibles para poder establecer que solo el ritmo de los paseos fuera la causa de los efectos beneficiosos sobre la salud de los individuos. Por ejemplo, podría ser que las personas con una salud más pobre adujeran su bajo ritmo a la hora de caminar como causa de su mala salud, y de hecho acabasen falleciendo por esa misma razón.
Para minimizar las probabilidades de esta causalidad inversa, se excluyó a todos aquellos que padecían una enfermedad cardíaca, a los que habían sufrido un derrame cerebral y a los que tenían cáncer cuando comenzó el estudio, así como a las personas que fallecieron durante los primeros dos años de seguimiento.
Para la población de mediana edad relativamente sana, caminar a una velocidad de entre 6 y 7,5 km/h supondrá hacerlo un ritmo rápido. Tanto es así que si una persona mantiene ese ritmo se puede quedar sin aliento fácilmente. Un ritmo de 100 pasos por minuto es considerado el equivalente a una actividad física de intensidad moderada.
Todo el mundo sabe que caminar es una actividad fabulosa para la salud y es algo que pueden practicar casi todas las personas de cualquier edad. Los hallazgos de este estudio sugieren que sería una buena idea elevar nuestro ritmo para poner a prueba nuestra capacidad física y así convertir nuestros paseos en un ejercicio.
Dejando a un lado los beneficios para la salud a largo plazo, un ritmo más rápido permitirá que lleguemos antes a nuestro destino, lo que nos dejará más tiempo para todas esas cosas que hacen nuestro día especial, como pasar tiempo con nuestros seres queridos o leer un buen libro.
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