El teatro de Brecht no es convencional y ‘La bona persona de Sezuan’ es una pieza aparentemente fallida que requiere de un epílogo-disculpa hacia el espectador. Por eso la valentía de Oriol Broggi de dirigir esta obra y representarla en el TNC supone una apuesta.
La obra versa sobre una prostituta, Xen Te, que es escogida por tres dioses por ser buena persona, pero pronto se verá obligada y forzada por las circunstancias y las personas que le rodean a desdoblarse, a dudar de su condición y a enfrentarse a los desafíos que supone ser pura bondad.
Clara Segura ha sido la elegida en esta ocasión para representar este personaje frágil, dubitativo pero decidido a cumplir con su misión encomendada pero lo hace desde la frialdad y el arquetipo creado por un autor teórico y de tesis. Esto provoca que el espectador pueda no dejarse llevar por una historia, que le sea inaccesible empatizar con el personaje, pese a entender perfectamente a lo que se enfrenta.
La actriz hace un esfuerzo notable sobre el escenario (representando un papel que anteriormente habían llevado encarnado Anna Lizaran y Núria Espert) y se desdobla en dos personajes y sabe darle esa impronta que los diferencian. Pero siempre siendo fiel a un texto que convierte a todos los personajes en meros instrumentos de una parábola sobre la dificultad de ser una buena persona.
No vamos a despreciar tampoco el trabajo del resto de los 10 actores que se suben al escenario a participar de esta pieza (especialmente a Toni Gomilla y su aiguder) pero el espectador debe saber que finalmente, cuando uno sale de la sala, puede tener la sensación de no saber si le ha gustado la obra o no y si finalmente no ha asistido a un concierto de Joan Garriga.
Sí, el cantante, (acompañado de tres músicos más que componen la banda) se acaba convirtiendo en un elemento clave de la obra. Garriga es el apuntador que explica y musicaliza los sentimientos y situaciones que vive Xen Te. El problema es que tanta canción, pese a ser interpretadas con maestría, acaba alargando un texto que en ocasiones se hace largo innecesariamente y que puede agotar al espectador.
Broggi ha decidido ser completamente fiel al texto y se muestra cómodo (es casi un experto) en la incorporación de elementos audiovisuales y proponer una puesta en escena donde los personajes se mueven continuamente por el escenario y se encargan de colocar todos los elementos de la puesta en escena en su sitio, pero que se muestran dispersos en algunas coreografías, y más teniendo en cuenta de que la obra, en su apuesta, es casi un musical.
El texto de Brecht, así, es de una calidad indiscutible y el espectador comprende perfectamente la moraleja de la obra y gracias a que en buena medida comparte la idea sale satisfecho. Algo muy habitual: si me gusta lo que cuenta, me gusta la obra.
Pero más allá de eso, de la buena puesta en escena, de la calidad de los actores y de lo seguros que se muestran, uno sale de la sala pensando que deberían haberle advertido de que esta versión de ‘La bona persona de Sezuan’ es un musical/concierto de Joan Garriga muy bien acompañado por los actores que aparecen en el cartel. Algo que no necesariamente es malo, siempre y cuando se sepa con antelación.
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