​Escenari Joan Brossa: ocho mujeres mejicanas protagonizan 'Mexicatas'

Un espectáculo sobre las vivencias, experiencias y nostalgia de ocho migrantes del país azteca en España.

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Teatro Mexicatas

 

La sociedad española es cada vez más consciente de la progresiva incorporación de personas de otro origen que llegan a estos pagos por diversas razones, principalmente en busca de mejores condiciones de vida. Pero es muy habitual el desconocimiento de las circunstancias que les han obligado a abandonar su país de origen y a viajar, a veces atravesando un océano, a otro lugar remoto y no siempre afín a su propia identidad. No es extraño, por tanto, que surjan situaciones que hacen más difícil este cambio de vida Y que no siempre encuentran el adecuado canal de expresión.


Teatro Mexicatas



Un grupo de mujeres mejicanas que habían estudiado teatro en una misma escuela de la capital de su país coincidió en una conferencia que impartió Sergi Belbel. Sus componentes aprovecharon la oportunidad para proponerle una idea que se llevaban entre manos y que el director teatral aceptó de inmediato. El resultado ha sido 'Mexicatas', un espectáculo que se presenta en el Escenari Joan Brossa y que constituye una imaginativa forma de expresar todos los sentimientos, sensaciones, contradicciones y sorpresas que ha supuesto para ellas el enfrentamiento con una realidad humana diferente a la de sus orígenes.


En su conjunto, el espectáculo, que tiene ingredientes musicales, es un retablo fresco, divertido, desinhibido, en algunos momentos no exento de ingenuidad. Las ocho actrices dan buena muestra de sus excelentes capacidades interpretativas y de su versatilidad, lo que les permite pasar de la seriedad e incluso del dramatismo, a la ironía, el humor y el descaro. 


Desafortunadamente, el autor o autora del texto -¿Belbel?- no ha desaprovechado la oportunidad para manipular parte de la función con una finalidad artera, obligando a las actrices a lanzar, sin que venga a cuento, un manifiesto en tono de mitin en el que se tergiversa sin recato alguno la historia (se convierte la guerra de Sucesión ¡en una contienda entre Catalunya y España, toma ya!), sin que nadie atine a adivinar qué tiene que ver todo ello con la peripecia de las migrantes mejicanas. También se incluye la imprescindible crítica del período colonial (expresada en la construcción de la catedral de Méjico sobre ruinas aztecas) que, a estas alturas, y cuando se constatan los apellidos de quienes la hacen, invita a pensar en un psicodrama que libera de supuestas culpas a los/las descendientes de los desafueros de la conquista.


Mucho más real -y divertida, claro- es la ironía con que denuestan, no sin razón, las actitudes a las que tienen que hacer frente en su nueva tierra y que nos recuerdan la soterrada -a veces no tanto- existencia, de racismo, xenofobia, cerrazón, rechazo de las personas diferentes que subyacen en nuestra complacida sociedad cuya memoria colectiva olvida que durante muchos siglos fue ella misma la que emigró a otros territorios.

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