Un economista advierte: "Será necesario un Plan Marshall contra el coronavirus"
El profesor del Departamento de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU, Ramón Alfonso, afirma que las decisiones adoptadas hasta la fecha por la UE “son, más bien, un anuncio de intenciones”.
Las medidas aprobadas hasta ahora por los gobiernos y la UE para paliar los efectos económicos del coronavirus “parecen limitadas”. Concretamente, las acordadas esta semana en el seno de la unión han de ser entendidas más como “un anuncio de intenciones” que como el programa de acción definitivo, apunta el profesor del Departamento de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU, Ramón Alfonso.
En este sentido, este experto recuerda que no son pocos los economistas que han pedido que el Banco Central Europeo aumente su programa de compra de obligaciones, que ahora se sitúa en 2,6 millones en activos. Las reclamaciones de que se intensifique el programa han crecido paralelamente al aumento de los costes de endeudamiento de los países del sur de la ‘eurozona’, situados ya en niveles que no se veían desde hace un año, observa Alfonso.
Es decir, son de esperar medidas de más calado porque “sí será necesario un Plan Marshall”. Así lo cree este profesor universitario: “es altamente probable que sea necesario el uso combinado de medidas excepcionales de estímulo por parte de gobiernos y bancos centrales”.
Hasta la fecha, enumera el profesor de la UAO CEU, las señales que ha emitido el BCE son el plan presentado para comprar 750 millones de bonos adicionales y un compromiso sin límites para defender la zona euro.
La crisis económica será más larga
El contexto, en términos económicos, no es muy alentador. “En muchos países, los efectos de la parada económica a causa del coronavirus tendrán un impacto que se extenderá en el tiempo mucho más allá de la crisis sanitaria”. La estimación de algunos economistas es que podemos estar ante contracciones del 30% del PIB de muchas economías, destaca Ramón Alfonso. Esta cifra se explica en las previsibles dificultades que tendrán muchas empresas para recuperar el nivel de ventas, el retraso o cancelación de proyectos de inversión y los ajustes en las plantillas, que se traducirán en paro e inhibición del consumo.
Si, además, nuestro país optara por el cierre total de la producción, que actualmente ya está muy restringida en numerosos servicios y productos, esto “implicaría un nivel suplementario de deterioro económico y una complicación adicional a la recuperación”.
Keynesianismo y economía de guerra
Ante este panorama, “podemos pensar que el keynesianismo volverá a estar de moda. La aplicación de medidas de estímulo por parte de los gobiernos puede alcanzar una mayor presencia en trimestres y años inmediatos”, apunta Ramón Alfonso.
De hecho, ya son repetidas las menciones de las autoridades al concepto de ‘economía de guerra’. Alfonso explica las distintas manifestaciones que tiene dentro de la ciencia económica. Con carácter general, la economía de guerra es “el conjunto de contingencias asumidas por un estado moderno para movilizar su economía la producción de guerra”, lo que puede incluir una mayor planificación, programas de asignación de recursos, racionamiento o imposición de tasas.
Ahora bien, mirada desde el punto de vista de la demanda agregada, la economía de guerra se vincula al “keynesianismo militar”, consistente en que el presupuesto militar “estabilice los ciclos y las fluctuaciones empresariales o también se utilice para combatir las recesiones”.
Observada la cuestión desde el ángulo de la oferta, “se ha registrado el fenómeno de que las guerras tienen el efecto de acelerar el progreso de la tecnología hasta el punto de que la economía se fortalece mucho después del conflicto”, expone este especialista. En todo caso, una economía de guerra implica “una mayor participación del estado, que toma el control de los recursos de producción”.
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