El Teatro Aquitania celebra esta temporada el 75 aniversario de su local como espacio cultural barcelonés
Hace 75 años, o sea, en 1945, la llama de la guerra se extinguía en Europa -con la caída de Berlín-, y Extremo Oriente -con la capitulación de Tokio, tras las bombas atómicas que cayeron en Hiroshima y Nagasaki-.
Hace 75 años, o sea, en 1945, la llama de la guerra se extinguía en Europa -con la caída de Berlín-, y Extremo Oriente -con la capitulación de Tokio, tras las bombas atómicas que cayeron en Hiroshima y Nagasaki-. En aquel entonces, la trama urbana de Barcelona se acababa en lo que entonces se llamaba plaza de Calvo Sotelo (uno de los puntos urbanos con mayor diversidad toponímica: antes fue de Alfonso XIII, Alcalá Zamora y los Hermanos Badía -unos matones de ERC a los que ultimaron los anarquistas- y ahora lleva el nombre de Macià) A partir de allí, sólo había campos a uno y otro lado de la Diagonal, algún edificio aislado (el viejo hospital de San Juan de Dios, ciertos cabarés y algún hotelito de gente principal), además de muchas barracas, que no desaparecieron hasta 1952, cuando hubo que adecentar la zona para celebrar el Congreso Eucarístico. Y la avenida de la Infanta Carlota Joaquina (ahora de Tarradellas), no seguía más allá de la carretera -entonces no había sido elevada al rango de avenida- de Sarriá.
Pues bien, en los números 31 y 33 de la entonces carretera de Sarriá, por la que pasaban los tranvías, los hermanos Castañé instalaron el cine Infanta, un local propio de lo que entonces era el extrarradio de la ciudad, en el que programaban semanalmente dos películas y el noticiario NODO. Esta fisonomía urbana fue cambiando hasta hacer de aquellos pagos una de las zonas más elegantes de Barcelona y el cine Infanta se fue acomodando a los nuevos tiempos. De cine de barrio pasó a ser sala de arte y ensayo, luego sede de la Filmoteca de Cataluña y finalmente se transformó, en 2013, en el teatro Aquitania. Sin embargo y aún con todos estos cambios, nunca ha dejado de ser un espacio cultural que en la temporada que ahora empieza tiene previsto celebrar jubilosamente su 75 aniversario.
Lo hará una nueva empresa en régimen cooperativo formada por Blanca de Carreras, Rubén García, Sem Pons y Andreu Rami. Tal y como nos explicaron los nuevos responsables de la sala, la programación girará en torno a cuatro ejes: teatro para adultos, teatro de humor, teatro familiar y teatro escolar. Para el primero, que será la principal vertiente de su actividad, han previsto seis títulos, de los cuales unos serán estrenos absolutos y otras reposiciones de obras exitosas.
Iniciarán la temporada con “Smiley, després del amor, una comedia con texto y dirección de Guillem Clúa, que es continuación de una obra anterior titulada “Smiley, una historia de amor”, que ha sido traducida a varios idiomas. Seguirán luego “Krampack” de Jordi Sánchez (dirección: Pep Antón Gómez); “La marató de Nova York de Edoardo Erba (adaptación y dirección de Juan Carlos Martel); “Ovelles”, texto y dirección de Carmen Marfá y Yago Alonso; “La mascarada”, adaptación de Els Pirates de “El burgués gentilhombre” de Molière; y “El dies mentits” de Marta Arán (dirección: Muguet Franc).
Los espectáculos de humor se ofrecerán viernes y/o sábados y de momento están previstos “Impro Side Story” de Les Improvisables, “10101 gags” de Mónica Pérez y Jordi Ríos, “Autónomos, el musical”, por la Compañía Versión definitiva, así como diversos monólogos.
El Aquitania es una sala con aforo medio, muy adaptado a las actuales circunstancias, que permite el montaje tanto de obras intimistas, como de otras de mayor ambición. En ella y como informaron sus nuevos responsables, se promoverá la dramaturgia catalana contemporánea, se impulsará la creación joven y se cuidará muy especialmente de su inserción en el ámbito territorial en que se encuentra enclavada.
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