Jaime Ensignia, sociólogo, Dr. en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Libre de Berlín. Fue director sociopolítico de la Fundación Friedrich Ebert en Chile (1994-2014). Director del Área Internacional de la Fundación Chile 21. Colaborador del Barómetro de Política y Equidad.
Se han vertido toneladas de tinta y de papel sobre las últimas elecciones presidenciales en los EEUU y, no cabe duda que aún se seguirá escribiendo mucho más sobre ésta. Los análisis y los comentarios en las redes sociales han sido muy prolíficos y han tenido como objetivo o, bien como una causa colateral, relevar la importancia de lo que estaba en juego en estas elecciones tanto para la sociedad norteamericana como para la comunidad internacional. No era una elección más, no era inocua su relevancia, por el contrario, adquiría una importancia internacional vital.
Pero volviendo al presente y a las elecciones norteamericanas. Nuevamente las más variadas encuestas no acertaron correctamente. Daban por ganador a la dupla Biden-Harris por un amplio margen sobre el actual presidente y vice Trump-Pence. En los hechos, luego de varios días de espera se entregan los resultados electorales finales de los estados federados. No existe ninguna duda del triunfo de Biden-Harris. Es conocido, que los EEUU tiene un sistema electoral para elegir al presidente y vicepresident@ bastante diferente a lo que en América Latina estamos acostumbrados. Se vota por electores o delegados estatales en cada uno de los 50 estados, los cuales integran el Colegio Nacional Electoral el cual está compuesto por 538 miembros. El ganador de la elección de un estado se lleva todos los electores. Para ganar la presidencia se necesitan 270 electores. Biden ha alcanzado 306 votos electorales por sobre los 232 de Trump.
Hasta el momento, los Demócratas permanecen con mayoría en la Cámara de Diputados, no así en el Senado, en donde los Republicanos tienen una leve mayoría por sobre los Demócratas. Importante es señalar que ha habido una importante participación electoral que se acerca a más de 160 millones de electores (66,8% del padrón electoral). En el voto popular el candidato demócrata ha logrado 77.965.842 millones de votos lo que es el 50,8%, mientras el candidato republicano recibe 72.648.931 que representa el 47,4%, votación nada despreciable para el candidato republicano. La diferencia del voto popular da a Biden aprox. de 5,3 millones de votos por sobre Trump. Pero, sabemos que el voto popular no decide la elección presidencial, sino la obtención de los delegados estatales, y ahí está la verdadera contienda electoral. También es destacable la asombrosa cantidad del voto anticipado y por correo de los ciudadanos norteamericanos (35,9 mill. y 64,8 mill, respectivamente). El cronograma luego de esta contienda electoral es el siguiente: el 14 de diciembre el Colegio Nacional Electoral certificará los votos emitidos señalando la victoria de Biden-Harris; el 6 de enero de 2021, el nuevo Congreso avalará los resultados electorales; y el 20 de enero será la ceremonia de investidura del nuevo presidente, el cual jurará ante el Tribunal Supremo de la Nación.
El mal tratamiento de la pandemia del COVID-19 (cerca 11 mill. y medio de contagiados y con 250 mil muertos), y sus efectos en la economía norteamericana iniciaron el derrumbe de las proyecciones electorales de Trump que antes de la pandemia se observaba asegurada su reelección. Trump previo a la elección señaló que habría fraude electoral por parte de los demócratas, interpelando el voto por correo. Trump ha intentado por todos los medios judicializar el conteo de los votos, y llevar a través de diferentes demandas a que sea la Corte Suprema la que decida quién es el ganador de esta elección. El presidente en ejercicio se niega tajantemente a reconocer su derrota frente a Biden e intenta por todos los medios impedir que los equipos del candidato triunfante inicien –como es la costumbre- el proceso de transición de la gestión gubernamental. Los exabruptos del presidente Trump son conocidos nacional e internacionalmente. No podemos olvidarnos el empujón que el presidente Trump le da al primer ministro de Montenegro en la reunión de la OTAN en mayo de 2017 para ponerse en la primera fila de los líderes de esta organización. El mal trato a los medios de comunicación críticos a su gestión ha sido una constante en estos últimos años. Es por eso, que estos ataques a la institucionalidad democrática de los EEUU están siendo observados con mucha preocupación por la comunidad nacional e internacional levantándose serias críticas al accionar de Trump por lo que significa el erosionar la democracia norteamericana, desacreditar las instituciones de ese país y, polarizar políticamente a la sociedad.
La gestión del presidente norteamericano en materia internacional con su “America First” ha sido observada con extrema intranquilidad por las grandes economías y por los organismos internacionales y, multilaterales. El balance de los 4 años de gestión de la actual administración ha sido desastroso en los más diversos planos: aisló a los EEUU de la gran mayoría de los organismos multilaterales. Es larga la lista de los desaciertos de la administración Trump en el terreno del tratamiento con la comunidad internacional, entre otros: retiró a los EEUU del TPP; anunció el retiro del Acuerdo de París contra el Cambio Climático: marginó al país del Pacto Mundial sobre Migraciones y Refugiados; en medio de la pandemia del Coronavirus se retiró de la Organización Mundial de la Salud (OMS), combatiéndola tenazmente. Por otro lado, rompió relaciones con Irán, tensionó las relaciones con los históricos socios en la Unión Europea y, se embarcó en una guerra comercial sin precedentes con China. En el plano nacional, la economía que la presidencia de Obama la había dejado en orden y creciente no tuvo el espectacular impulso que Trump había prometido sobre todo con los daños colaterales de la pandemia del coronavirus, gestionando de manera absolutamente ineficiente las políticas sanitarias con respecto a la pandemia.
Volviendo al título de esta columna, un autócrata o, un matón muy importante de la política internacional abandona las esferas del poder. Se espera que en última instancia Trump ceda y reconozca su derrota. No existe ningún precedente que estas elecciones fueron amañadas por los Demócratas. La no reelección de Trump es un duro golpe a las corrientes ultranacionalistas y xenófobas a nivel internacional quienes miraban en el presidente actual de los EEUU como un ejemplo a seguir.
Ardua será la tarea del nuevo presidente Biden de recomponer los lazos con la comunidad internacional y, de restablecer la armonía social y política de esta nación.
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