Condal: Joan Pera o la resurrección de la astracanada

En estos tiempos difíciles en los que todos estamos con el alma en vilo por si nos pilla el bicho antes que nos vacunen, necesitamos reír y nadie mejor para conseguirlo desde el escenario que Joan Pera, un actor de sobradas dotes y de reconocida capacidad para conectar con el público desde el primer momento.

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Teatro   Joan Pera

 

Teatro   Joan Pera


En estos tiempos difíciles en los que todos estamos con el alma en vilo por si nos pilla el bicho antes que nos vacunen, necesitamos reír y nadie mejor para conseguirlo desde el escenario que Joan Pera, un actor de sobradas dotes y de reconocida capacidad para conectar con el público desde el primer momento. Ha reaparecido en el Teatro Condal con una obra titulada “Alguns neixen estrellats” en la que, bajo la dirección de Enric Llort, comparte función con David Olivares.


¿Qué es “Alguns neixen estrellats? Ciertamente un texto para el lucimiento de su protagonista, que hace gala de su vis cómica interpretando alternativamente unos monólogos seguidos de los correspondientes diálogos con Olivares que, en un ejercicio de sucesivo transformismo, ejerce de caballero o se trasviste y transforma en señora con una caracterización que favorece el cariz cómico de sus distintos personajes. El eje de la acción dramática es, en todo caso, Pera que encarna la figura del clásico gafe, el individuo condenado a padecer una permanente mala suerte que se proyecta sobre los que le rodean. Pera lo ejecuta con su tradicional ropaje de ingenuo despistado y con aquella expresión basada en frases entrecortadas y palabras atropelladas que tanto hace disfrutar a sus incondicionales.


En cuanto vimos el desarrollo de la función dimos en pensar que le hubiese complacido a Don Pedro Muñoz Seca, feliz cultivador del género de la astracanada, un tipo de comedia cuyo único objetivo es provocar la risa aún a costa de la inverosimilitud de los planteamientos argumentales. Y es que, en efecto, “Alguns neixen estrellats” puede ser englobado sin temor en dicho género puesto que cumple prácticamente con todos sus requisitos.


No hay que pedir peras al olmo: el teatro, como muchas otras actividades de la vida cultural, está pasando unos momentos dificilísimos y levantar el telón supone un esfuerzo gigantesco. Hay que posibilitar que, con un aforo reducido, la gente acuda y disfrute. Y para ello hay que ahorrar gastos, como es el caso: dos intérpretes y una escenografía espartana (mesa de despacho, dos sillones, una tumbona, un florero y una puerta, nada más) Claro que para que todo salga bien hay que contar con alguien que posea mucho gancho y Joan Pera (que, por cierto, dedica una alusión cariñosa a su antiguo y ya desaparecido partenaire Paco Morán) lo tiene. Buena prueba de ello es que el público no para de reír en casi ningún momento de la función. Objetivo cumplido.


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