Día Internacional de la Danza, un colectivo desamparado por la Generalitat durante la pandemia
Este jueves se celebra el Día Internacional de la Danza, un sector que se ha visto sin reconocimiento por parte de la Generalitat durante la pandemia: tuvieron que salir a la calle a reclamar sus derechos.
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Este jueves 29 de abril se celebra el día Internacional de la Danza, un colectivo del que se ha hablado poco, pero que se ha visto muy afectado por la pandemia del coronavirus. Como cualquier otro sector no esencial, todas las escuelas de baile tuvieron que cerrar sus puertas durante el confinamiento. Pero el problema llegó con la desescalada y la reapertura de algunos sectores: sus centros no pertenecían a ninguno de ellos.
Para entender esto mejor, hay que diferenciar entre escuelas de danza regladas o autorizadas y escuelas de danza privadas. Las primeras están reconocidas por el Departament d’Ensenyament de la Generalitat, que les otorga los mismos derechos que a cualquier colegio o instituto de Catalunya. Previamente, eso sí, han de gestionar muchos trámites y pasar inspecciones. Pero las escuelas de danza autorizadas son solamente el 10% del total. El otro 90% son escuelas privadas, que han sido las grandes desamparadas durante la pandemia. No estaban reconocidas por la Generalitat.
NO TIENEN ACTIVIDAD ECONÓMICA ESPECÍFICA
Cristina Pleguezuelos inauguró su escuela de baile Tándem, en Molins de Rei, justo después del confinamiento. Antes de abrir su escuela tuvo que pedir una licencia e inscribirla dentro de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE). Pero cuando fue a hacerlo la informaron de que ninguna actividad económica hacía referencia a escuelas de baile como tal, por lo que tuvo que escoger entre varias que se le podían parecer.
“Mi escuela está catalogada dentro del epígrafe de ‘educación cultural’ ya que actualmente no hay ninguno que sea escuela de danza. Educación cultural es el que más se le acerca, aunque hay otros que también pueden ser parecidos como el de educación deportiva”, relata Cristina para Catalunya Press.
Sin embargo, cuando tras el confinamiento domiciliario se comunicaron los establecimientos que podrían ir abriendo a medida que se avanzase de fase, las escuelas de baile no aparecían en las listas. Tampoco lo hacían meses más tarde, cuando algunos sectores tuvieron que volver a bajar las persianas ni cuando pudieron reabrirlas de nuevo.
“Pese a que mi escuela tenga licencia de educación cultural, igual que muchas otras, el Departamento de Educación de la Generalitat no nos incluía dentro de la educación. Es más, remarcaba que no lo éramos. Tampoco somos deporte, por lo que cuando hablaban de gimnasios tampoco formábamos parte del grupo –a no ser que alguien hubiese inscrito su escuela en ese epígrafe del CNAE–. Y por supuesto tampoco contábamos como cultura pese a ser educación cultural. Nos quedamos en el limbo. No existíamos”, declara Cristina.
EL COLECTIVO DE DANZA COMIENZA A RECLAMAR
Esta situación llevó a los dueños y directores de escuelas de danza, que por supuesto tenían que seguir pagando sus cuotas de autónomo y otras facturas, a sentirse desesperados. Se creó un caos generalizado dentro del colectivo, porque no sabían si podían o no abrir. Cristina Pleguezuelos asegura que algunos pensaron en abrir sus escuelas a la misma vez que los gimnasios, pero que terminaron no haciéndolo por miedo a recibir una denuncia.
Finalmente, ya a comienzos de 2021, el colectivo de la danza se unió como nunca antes lo había hecho y salieron a protestar. Judit Rodríguez, directora y profesora de Evolution Dance Center de Girona, decidió crear una campaña en redes sociales que consistía en dar la cara y reclamar a la Generalitat que los reconociese como educación y les permitiese abrir sus puertas como lo hacían las escuelas autorizadas.
“No quiero esperar ni un día más en ponerme cara y ponerme voz, porque mi cuerpo sufre y mi mente sufre por esta situación. Quiero que nos vean las caras de agotados que tenemos y digamos 'basta ya'. Escogí esta profesión porque era la forma más completa de expresarme libremente y no para hacerlo delante de una pantalla”, relataba esta profesora de baile en su vídeo de Instagram, cansada de tener que dar clases de baile online.
Además, se preguntaba qué ocurría con Catalunya, porque fue una de las comunidades en las que las escuelas de baile se vieron más afectadas. Cristina Pleguezuelos explica que “las escuelas de danza en otras comunidades como Madrid o Valencia sí que estaban abiertas”.
Pero la campaña iniciada por Judit Rodríguez mostrando sus caras en redes sociales no fue lo único que hicieron desde este colectivo. Ella explica a Catalunya Press que se “manifestaron de muchas formas, sobre todo en redes, etiquetando a la Generalitat y a todos los medios públicos y de información” que encontraron. Pero también salieron a la calle a reclamar sus derechos.
Algunos centenares de personas que se dedican al mundo de la danza se reunieron en la Plaza Sant Jaume de Barcelona en una convocatoria impulsada por Lorena Carabante, presidenta del colectivo de profesores y centros privados de danza de Catalunya. Esta portavoz explicó en su momento que no entendían por qué las escuelas autorizadas y los conservatorios podían seguir con sus clases y ellos no, cuando la actividad que realizaban era la misma.
Así, en sus concentraciones pedían al consejero de Educación, Josep Bargalló, que se les reconociese como educación, pues es lo que son: centros educativos. Además, redactaron un manifiesto en el que por un lado pedían su dimisión y por otro pedían ayudas. También denunciaban que los estaban “ahogando sin motivo y sin escrúpulos” y que lo peor era que lo hacían conociendo que el riesgo de contagio en sus locales era mínimo y que cumplían con todas las medidas de seguridad.
LAS ESCUELAS DE DANZA SON SEGURAS
En esta línea, Cristina Pleguezuelos asegura que en su escuela de baile “se hacen clases con grupos burbuja de seis personas, bailando con mascarilla pese a ser eso una atrocidad por la carga física que supone”. Ha comprado incluso un medidor de oxígeno en sangre para asegurarse de que a ninguno de sus alumnos le baja más de la cuenta. Si es así, este se va a una sala aparte a descansar.
Además, asegura que en Tándem “se hacen lavado de manos con gel hidroalcohólico, se toma la temperatura, se desinfectan las suelas de los zapatos antes de entrar, se guardan distancias de seguridad y hay un sistema de ventilación que probablemente en los colegios no haya”.
Finalmente, tras mucho tiempo de lucha, dieron un paso adelante: algunas escuelas de danza fueron reconocidas como actividad extraescolar. No todas, porque solo incluyeron dentro de este grupo a las que formaban parte de ciertos epígrafes como el de educación cultural, en el que se encuentra Cristina.
Esto les permitió tener a qué agarrarse y, al menos, saber si podían abrir o no basándose en estas actividades. Por otra parte, las escuelas que forman parte del grupo de actividades extraescolares –pese a que realmente no lo son puesto que también tienen grupos de adultos– pudieron solicitar algunas ayudas económicas que les permitiesen seguir adelante y no tener que bajar las persianas definitivamente.
Por otro lado, Judit Rodríguez explica a Catalunya Press que cree que ahora son consideradas “actividad esencial”, por lo que piensa que ya no tendrán que volver a realizar clases online.
Sea como sea, al menos ahora pueden celebrar el Día Internacional de la Danza con sus locales abiertos y bailando, aunque sea adaptando las clases y con muchas medidas de seguridad.
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