Teatro Apolo: “Antoine”, un musical sobre el intrépido aviador que escribió “El pequeño príncipe”
No me puedo resistir a relatarles la emoción que sentí al volver a sentarme en una butaca del Teatro Apolo, el primer local escénico que conocí en mi adolescencia hace ya -¡ay!- sesenta años.
No me puedo resistir a relatarles la emoción que sentí al volver a sentarme en una butaca del Teatro Apolo, el primer local escénico que conocí en mi adolescencia hace ya -¡ay!- sesenta años. Entonces reinaba allí Gracia Imperio y gobernaba entre bambalinas el avispado e inteligente empresario Matías Colsada. Desde aquel momento, se puede decir que he faltado a muy pocos estrenos de los que tuvieron lugar allí, viví la demolición del viejo teatro de vigas de madera de principios del siglo XX y la nueva construcción de los años noventa que reinauguró Tania Doris y supe luego de la asendereada peripecia que ha tenido el Apolo y que le llevó a permanecer cerrado durante más de un año y a dudarse de su supervivencia. Afortunadamente ha sido rescatado por una nueva empresa que ha asegurado su viabilidad y ha optado por ser fiel al género musical que durante tantas décadas caracterizó su programación.
Tras el éxito alcanzado en su estreno de Madrid, se ha presentado “Antoine”, una comedia musical inspirada en Antoine de Saint-Exupéry, aquel intrépido aviador francés que cubrió las primeras líneas aéreas entre Europa y África cuando los pilotos pioneros volaban con aviones casi de juguete, algo que estuvo a punto de costarle la vida en Libia. Fue jefe de escala de la compañía Aeropostale en el poblado español de Cabo Jubi, vivió luego en Sudamérica, viajó por medio mundo, ejerció como periodista, escribió varios libros de memorias y una novela, muchas crónicas y un cuento, “El pequeño príncipe”, que es un verdadero clásico de la literatura infantil de todos los tiempos y, cuando estalló la segunda guerra mundial, se instaló en Estados Unidos desde donde regresó a Europa para intervenir en la contienda como aviador al servicio de los aliados, lo que le costó desaparecer en acción de guerra en 1944. Parece que últimamente se localizó su avión en los fondos cercanos a la costa de Lyon.
Aviador, escritor, héroe de guerra y protagonista de una asendereada vida sentimental, es ciertamente un personaje capaz de inspirar a cualquier creador literario o productor teatral. Tal es el caso de Regattieri, quien encargó a Ignasi Vidal escribir y dirigir un libreto al que puso música el grupo “Elefantes” formado por Shuarma, Jordi Ramiro, y Julio Cascán. Por cierto, que el propio Suharma es el intérprete del papel del Pequeño Príncipe, alternando dicha tarea con Jan Forrellad -que es a quien vimos en la función a que asistimos-, mientras que Javier Navares encarna a Saint-Exupéry. Los acompañan sobre el escenario Beatriz Ros, Marta Emes, Ana Dachs, Víctor Massán, Vicenç Miralles, Paula Moncada, Alberto Vázquez, que se desenvuelven en torno una escenografía de Alessio Meloni, escueta y sugerente, en la que sobresale la mitad superior de un pequeño planeta del que emergen el Pequeño Príncipe y algunos otros personajes del cuento. No hay nada más, salvo algún elemento escénico accesorio, cual el asiento de la carlinga en el que habría de realizar el aviador su último vuelo.
“Antoine” es, a la vez, un recorrido sobre la vida de Saint-Exupéry entremezclado con los personajes, las sentencias, las situaciones y los mensajes que el autor del cuento quiso hacer llegar a sus lectores. Un lenguaje sencillo, pero nada banal, lleno de poesía, de tolerancia y humanismo, aparentemente dirigido a los niños, pero que los mayores pueden digerir incluso con el mismo o mayor aprovechamiento. Una cuidada e imaginativa iluminación de Felipe Ramos optimiza los parvos recursos escénicos e imprime sobre la superficie del pequeño planeta o el telón trasero los dibujos con los que Saint-Exupéry ilustró el cuento y los mensajes que el guionista ha deseado subrayar de los muchos que contiene la obra literaria del autor francés.
Un musical muy bello, blanco, capaz de ser disfrutado por todos los públicos, inteligible pero no exento de un discurso subliminal que trata de interpretar, creemos que acertadamente, el espíritu, la obra e incluso la trágica peripecia de célebre aviador y literato.
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