“360 gramos”: una reivindicación de la belleza más allá del cáncer (Escenario Joan Brossa)
Sea como fuere y aún en este supuesto, tal circunstancia resulta a todas luces y como mínimo un trauma sicológico que cuesta superar.Ada Vilaró es una actriz pluridisciplinar que dirige los Festivales de Creación contemporánea Escena Poble Nou e Itineràncies y que se ha caracterizado por su deseo de dar voz sobre el escenario a colectivos tradicionalmente silenciados o marginados, lo que le ha valido ser condecorada por la Medalla de Honor de Barcelona.
Se contaba de una famosa artista folklórica española que, aquejada de cáncer en el pecho, se negó a hacerse una mastectomía, operación que hubiera resuelto con notable seguridad el problema, pero que le hubiera cambiado el aspecto exterior de su fisonomía. Esta decisión le obligó a seguir otros tratamientos que la dejaron exhausta, le produjeron numerosos problemas y, al final, no evitaron una muerte acaso anticipada. La necesidad de aceptar la pérdida de un pecho constituye para muchas mujeres una solución traumática, pese a que hoy en día las consecuencias externas pueden resolverse con una intervención posterior que permite recuperar el aspecto externo. Sea como fuere y aún en este supuesto, tal circunstancia resulta a todas luces y como mínimo un trauma sicológico que cuesta superar.
Ada Vilaró es una actriz pluridisciplinar que dirige los Festivales de Creación contemporánea Escena Poble Nou e Itineràncies y que se ha caracterizado por su deseo de dar voz sobre el escenario a colectivos tradicionalmente silenciados o marginados, lo que le ha valido ser condecorada por la Medalla de Honor de Barcelona. Pues bien, ella misma pertenece a uno de esos colectivos, el de mujeres que tuvieron que someterse a una mastectomía, aunque en su caso con la particularidad de que se negó, pese al consejo de su médico, a reparar la pérdida de un pecho con la implantación posterior de una prótesis mamaria. Se propuso ser tal como ella era, sin subterfugios. Hizo más: en vez de guardar silencio sobre esta situación, no ha dudado en manifestarla públicamente con el fin de reivindicar que la belleza del cuerpo femenino va más allá de las consecuencias de la pérdida de un pecho. Surgió así “360 grams”, un monólogo escrito y protagonizado por Vilaró y dirigido por ella misma en colaboración con la performer María Stoyanova y la bailarina Vero Cendoya, que se ha presentado en la sala principal del Escenario Joan Brossa.
“Tengo sólo un pecho -dice Vilaró- y no por ello mi cuerpo deja de ser bello. Cuando la vida te parte en dos, se despliega la oportunidad de atravesar el dolor y redescubrir el misterio de la belleza. Una belleza política que combate la superficialidad y desafía los estereotipos. Me transforma y te transforma. Una belleza que es lo que es, con su diferencia. Una verdad que abraza y ama la vida. Tu mirada cuenta, es importante, suma. Todo ello en un proyecto que surge de la una experiencia personal muy íntima y frágil y que, por primera vez, me atrevo a compartir”.
“360 grams” es un monólogo en el que Ada Vilaró acredita su extraordinaria versatilidad mediante la utilización de diferentes tonos en la expresión verbal, que puede ser caótica y desbordante, o jugar con momentos puntuales de silencio. Cambia sucesivamente de ritmo y juega con algunos elementos escenográficos de fuerte simbolismo. El hecho de exprimir media naranja -solo media- bien puede sugerir la pérdida sufrida, del mismo modo que el troceamiento de un tronco con un hacha, al modo de los aizcolaris, invita a pensar que no por ello se ha perdido vigor.
Ada Vilaró demuestra que no solo mantiene su vigor físico, sino que ha sido capaz de conservar también fuerza moral e incluso el buen humor y que la apariencia actual de su cuerpo no es una circunstancia que le obligue a avergonzarse u ocultarse. Por tanto, no tiene inconveniente alguno culminar su ejercicio dramático de una forma atrevida pero elegante, despojándose de la ropa con la que ha permanecido en escena hasta quedar enteramente desnuda ante el público. De este tenor, juega al principio con el movimiento de sus brazos, como si intentara evitar que el espectador constate -no sin curiosidad- la desaparición de su pecho, para finalmente mostrarse tal cual es, momento en que otras cinco mujeres de diferente contextura física, despojadas así mismo de cualquier vestimenta, se suman a este final rotundo y clamoroso mientras Vilaró, parafraseando a John Berger, manifiesta que «No estoy desnuda tal como soy, sino que estoy desnuda como tú me ves».
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