“Flor de arrabal” de Carmen Santos: “los hombres jóvenes y guapos son los más peligrosos”

“Los hombres jóvenes y guapos son los más peligrosos” le dice su amiga y compañera de infortunio Rita a Flori, la muchacha salida, cuando no era más que una adolescente, de su Zaragoza natal para emprender una vida llena de sorpresas, no siempre ingratas.

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Libros   Flor de arrabal

 

“Los hombres jóvenes y guapos son los más peligrosos” le dice su amiga y compañera de infortunio Rita a Flori, la muchacha salida, cuando no era más que una adolescente, de su Zaragoza natal para emprender una vida llena de sorpresas, no siempre ingratas. Y completa su información añadiendo “porque te enamoran, te hacen un paquete y desaparecen, mientras que los vejestorios sabes que, aunque te abandonen, no suele haber peligro que te dejen con el recuerdo a cuestas”. He aquí una muestra de la sabiduría popular que cabría suponer en aquellos desheredados de la fortuna que constituyen el mundo del que surgió la protagonista de la novela “Flor de arrabal” de Carmen Santos (Grijalbo)


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La tal Flor o Flori es la única hija de un pobretón borracho y pendenciero de la capital aragonesa de principios del siglo XX que maltrata a su mujer y a todos sus vástagos. De ese ambiente trata de huir la adolescente en busca de la fama para lo que ha de aceptar un mísero empleo en cierto café cantante del que logra escapar gracias a la buena fortuna que tiene cuando, tras ser subastada su virginidad, cae en manos de un caballero alemán que la respeta y le proporciona medios para huir de aquel ambiente miserable. A partir de ese momento empieza una singladura vital sumamente asendereada que la lleva del Trianón de Madrid a la Barcelona de la huelga de la Canadiense, y de ahí a París, Berlín y La Habana. Un itinerario trufado de encuentros casuales y circunstancias fortuitas no necesariamente creíbles, pero perfectamente disculpables en una obra narrativa cuyo eje es precisamente la capacidad creadora de su autora.


Santos ha tratado con esmero la contextualización de su personaje en la España y la Europa del pasado siglo, de modo que, con el desarrollo de la narración, se explica, a veces con meras pinceladas y a medida que avanza la obra de forma más detallada, la realidad histórica de cada una de las etapas que se suponen en la vida de quien acaba convirtiéndose en la famosa cantante Nora Garnier, señora de Von Aschenbah y fiel y entregada esposa de un oficial alemán. Todo ello después haber tenido que ejercer durante algún tiempo el oficio más antiguo del mundo y que renunciar a un primer amor punto menos que imposible porque cada cual estaba absolutamente decidido a seguir su propio camino.


“Flor de arrabal” es una novela extensa de más de setecientas páginas que discurre de forma muy lineal. Quiere ello decir que no existe a título de eje narrativo un nudo que haya de deshacerse porque Santos la ha escrito casi como si fueran las memorias de aquella protagonista. El desarrollo es cronológico, no hay pasos hacia adelante, ni hacia atrás, ni tampoco ninguna incógnita a resolver en el último momento, excepción hecha de la imprevisible -y casi increíble- reaparición de un personaje al que se permite escapar de forma acaso un tanto inverosímil de la insania nazi. Pese a este carácter, se lee a gusto porque los personajes principales están bien diseñados -particularmente el de “la Sultana”- y no faltan ingredientes que hacen que hacen el largo texto más digerible. “Flor de arrabal” es, en definitiva, una historia de amor en la que, siguiendo las pautas actuales, no faltan algunas gotas de sexo. 


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