“Pasión imperfecta”: Hedy Lamarr, estrella de Hollywood y experta en matemáticas y comunicaciones
El escritor argentino Roberto Lapid recupera su peripecia vital de forma imaginativa en “Pasión imperfecta”, una novela biográfica o biografía novelada que pone el acento en varios aspectos de su vida.
@Pablo-Ignacio de Dalmases
La miríada de estrellas de cine nacidas y popularizadas en Hollywood ha dado nombres señeros que sin embargo se han ido desdibujando y cayendo en el olvido con el paso del tiempo. Aquellas mujeres bellísimas que nos hicieron soñar envejecieron y pocas supieron adaptarse al cambio de edad. Pero es que además, y con independencia de sus capacidades artísticas, casi ninguna tuvo otro aspecto reseñable de carácter intelectual o profesional. Con honrosas excepciones, cual fue el caso de Hedwig Kiesler, que pasó la fama con el nombre de Hedy Lamarr.
El escritor argentino Roberto Lapid recupera su peripecia vital de forma imaginativa en “Pasión imperfecta”, una novela biográfica o biografía novelada que pone el acento en varios aspectos de su vida: su extraordinaria libérrima autonomía personal, que le llevó, procediendo de una familia respetable, a protagonizar de muy joven la primera película en la que aparecía una mujer desnuda y figurando un orgasmo; su asendereada vida sentimental, y muy en particular su infeliz matrimonio con el magnate Fritz Mandl, que prácticamente la mantuvo encerrada para su disfrute personal y del que tuvo que huir de forma aventurada; su encanto personal, con el que supo desenvolverse en su Austria natal y luego en Estados Unidos; sus capacidades artísticas que, gracias a la coincidencia en el paquebote Normandie en el que fue de Europa a Nueva York con el productor de cine Louis Mayer, le permitieron convertirse en una de las grandes estrellas de cine; y, en fin, acaso la faceta más desconocida pero importante: su valía intelectual. Porque la bella y aparentemente casquivana Lamarr, a la que se atribuyó la frase “cualquiera puede ser glamurosa, sólo tiene que quedarse quieta y parecer estúpida”, poseía un cerebro privilegiado para la física y las matemáticas con el que fue capaz de hacer diseños aeronáuticos y, con la colaboración con George Antheil, crear un sistema de detección de torpedos. Quizá la definición que más le cuadrase es la que Lapid atribuye a Bes Truman, primera dama de EEUU, quien le dijo: “todo lo que he oído sobre su persona me ha resultado fascinante, y no precisamente por las películas; me dicen que es una mujer muy independiente, que conjuga muy bien cerebro y belleza y que es un prodigio en tecnología”.
“Pasión imperfecta” constituye una reivindicación de esta mujer hoy bastante olvidada que fue mucho más que una mera estrella en el firmamento del cine. Pero asimismo es una divertida novela de aventuras y de amor o, por mejor decir, de amores: amor entre Hedy y Fritz en una relación absorbente y esclavizante de la que tuvo que tuvo que poner pies en polvorosa, pero que, pese a ello, dejó rescoldos; y amores con otros muchos hombres porque su voracidad sexual tuvo pocos límites. Cabe añadir que hay también contiene visión crítica muy explícita del mundo en que ella se desenvolvió, con el auge, la locura y desmoronamiento del nazismo y el consiguiente holocausto judío y de numerosas minorías, la cínica utilización de muchos criminales implicados en el genocidio pero recuperados de forma más o menos solapada por las potencias vencedoras para ponerlos al servicio de sus propios intereses y la deshumanización de la industria armamentística, capaz de venderse y comerciar con cualquier postor, aunque este se deleznable. Algo que el autor disecciona de forma imaginativa pero harto improbable con negociaciones entre el medio judío Fritz y Hitler y su tropa en reuniones -que nunca existieron, claro- a las que fabula asistían Mussolini y Franco.
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