“El dia que Josep Plà va bufetejar Adolf Hitler”: un thriller con ajustes de cuentas literarios

Lo ha conseguido Francesc Puigpelat con esta entretenida novela en la que combina ficción y realidad, personajes auténticos con otros imaginados o desfigurados y sitúa la acción en un momento trepidante: el verano de 1936, cuando en España se produce la insurrección militar, en Berlín se celebran los Juegos Olímpicos y en Barcelona se organiza una contraolimpíada.

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Libros.El dia que Josep Plà va bufetejar Adolfo Hitler

 

Libros.El dia que Josep Plu00e0 va bufetejar Adolfo Hitler

Los periodistas nos morimos por encontrar para cada noticia un buen titular que arrastre de inmediato la atención del lector y sospecho que a los literatos, y más aún a los editores, les ocurre algo parecido. Porque no me negarán que poner como título de un thriller, es decir, una novela policíaca, “El dia que Josep Plà va bufetejat Adolf Hitler” (Pagés editors) es todo un hito. Lo ha conseguido Francesc Puigpelat con esta entretenida novela en la que combina ficción y realidad, personajes auténticos con otros imaginados o desfigurados y sitúa la acción en un momento trepidante: el verano de 1936, cuando en España se produce la insurrección militar, en Berlín se celebran los Juegos Olímpicos y en Barcelona se organiza una contraolimpíada.


La estructura narrativa tiene como protagonista a una imaginaria Clara Capell, diplomada en criminología y primera detective privada de la historia española, cuyos servicios son requeridos por las mujeres de dos preclaras figuras literarias catalanas: Mercé Devesa, de Josep Maria de Sagarra y Adi Enberg, de Josep Plà. Ambas acuden en su ayuda porque sospechan de la infidelidad de sus respectivas parejas a causa de cierta enigmática mujer que con el nombre de Yvonne Martial presta sus servicios en la organización de la Olimpíada Popular.


Poco a poco la madeja se va complicando para ir luego desenredándose y resultar que Martial es en realidad una mujer judeoalemana llamada Aly Janskovitz que habría sido una de las primeras amantes de Plà, hasta que éste, por razones que no vamos a desvelar para que el intrigado lector llegue al final de la novela, la abandona. Su muerte a manos de sicarios enviados por el Führer provoca la venganza de su antiguo amante de modo puramente simbólico -una bofetada- y de forma harto rocambolesca. Todo ello con el aderezo de agentes secretos, asesinos a sueldo, policías amigos -el comisario Mesquida-, pinchos de barrio chino, nazis confesos o desengañados y hasta una Leni Riefenstahl capturada fotográficamente “in fraganti” en comprometida aventura erótica barcelonesa.


Hasta aquí el eje narrativo que Puigpelat desarrolla con ramalazos de ironía y rasgos de humor y la administración de pullas a tirios y troyanos (“els escriptors no tenen sort amb les dones”, España en un “país de fanàtics, onanistes i pertorbats”, aunque el autor no aclare en cuál de los tres grupos se incluye). Pero todo ello sirve como herramienta para poner en tela de juicio a las dos figuras señeras de la literatura catalana contemporánea que hemos citado y a las que aplica -nunca directamente sino en boca de sus personajes de ficción- epítetos peyorativos. En particular a Sagarra, que para el autor es un “bohemi burgés” que “com que no podía demostrar la seva hostilitat a Plà en el camp de les lletres, com que no podía superarlo com a prosista, ni batre’s en el terreny dels versos, s’hauria empenyat en un altre camp de batalla: les dones” y que, en su condición de autor del himno de las Olimpíada Popular barcelonesa, utiliza una “retòrica enfarfegada, idealista i buida”.


A su vez Plà es un “pagés cosmopolita”, “home molt especial, molt gelòs de la seva intimitat, molt egoista y masclista”, “covard, pagesot malcarat, incapaç de manifestar cap sentiment”, “de carácter esquerp i rondinaire, producre ineludible del seu fons pagés”, “inútil integral”, “poeta de pa sucrat amb oli” y “menypreable”, pero a la vez le reconoce que “té intel.ligència i talent, es un monstre”, “home tremedament organitizat, capquadrat i sistemàtic… tosut com una mula vella”, “quan estaba content la seva conversa era plena de cultura, de vivacitat, de anécdotes, de curiositas, d’estirabots abracadabt¡rants, d’aforismen enginyosos i de sortides surrealistes”. Cara y cruz de un personaje admirado por Puigpelat… pero sin excesos.

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