Eduardo Andradas: "La memoria desaparece si no se cultiva y se cuida"
Catalunyapress ha hablado con Eduardo Andradas sobre su libro Entre el amor y la trinchera para saber, entre otras cosas, qué encontrará el lector en las páginas de este libro novelado, qué ha aprendido él durante estos años de investigación o qué cree que ha aprendido la sociedad en general de la historia.
Eduardo Andradas de Diego, nacido en 1976 en Alcobendas, empezó a escribir en 2008 en diferentes medios, entre ellos Catalunyapress, aunque fue en 2009 cuando sacó su primer libro: el poemario Poemas de Universo.
Pero además de a la poesía, Andradas es aficionado a la historia. Y como investigador de hechos históricos estuvo once años recabando información sobre la vida de los ciudadanos madrileños en el periodo entre 1936-1939 tanto en Alcobendas como en otros pueblos de la capital. Después, escribió su segundo libro: Entre el amor y la trinchera.
Catalunyapress ha entrevistado a Eduardo Andradas para saber, entre otras cosas, qué encontrará el lector en las páginas de este libro novelado, qué ha aprendido durante estos años de investigación o qué cree que ha aprendido la sociedad en general de la historia.
Eduardo Andradas - @EA
Habiendo tantos libros sobre historia ya escritos, ¿por qué decides sacar al mercado Entre el amor y la trinchera?
La memoria desaparece si no se cultiva y se cuida. La gran historia biográfica la mantienen los historiadores objetivos y los propagandistas, en este caso posfranquistas, están intentando regresar al relato de la dictadura sobre la guerra civil. Los demócratas debemos impedir que el pasado sea tomado de nuevo por el embuste y las Fake News. Y la historia popular la sustentan los pueblos y de esa va el libro, que va contra la desmemoria.
¿Qué diferencia a este libro de otros que podamos encontrar?
En las páginas que escribí, me basé en la microhistoria, en el existir más personalizado de la vivencia. Y en personas que, durante la guerra de 1936 a 1939, tuvieron un papel importante pero más local en el conflicto. Otra es la experiencia en Madrid de proyectos económicos autogestionarios o colectivizadores que sí se dieron en la retaguardia en zonas de Aragón y Catalunya, pero en las cercanías de la capital de la II República, solo se dieron en el mínimo área que exploro con narrativa.
En estos párrafos te puedes encontrar con alcaldes heroicos como Víctor Muñoz Galán o Antonio Vázquez Sobreviela. Niños de guerra como Francisco Pérez Horcajo de Fuencarral o José Gómez Dorado, carabineros de la JSU como Enrique Casas, milicianos del PSOE como mi abuelo Joaquín Andradas o Raquel, la protagonista ficticia que representa a esas mujeres que se organizan políticamente por primera vez en muchas localidades y que están sosteniendo el esfuerzo de guerra tanto en la barricada como en la retaguardia.
Por cierto en uno de los capítulos escribo cómo era Madrid el mismo día que los fascistas entran en Barcelona y como se vivió en el centro de la península el hecho.
¿Por qué decidiste centrarte en determinados pueblos de Madrid? ¿Hay algún motivo concreto por el que narras la historia de esos lugares y no de otros?
Porque esas localidades que se movían en la Carretera de Francia, luego de Irún y hoy de Burgos, los sucesos que se ocurrieron a partir del 19 de Julio de 1936, han sido escasamente contados y a nivel político u ocultados o simplemente esta remembranza se dejó perecer. La muerte mata dos veces: una biológicamente y otra con el olvido. La primera no la podemos impedir; la segunda sí.
La muerte mata dos veces: una biológicamente y otra con el olvido. La primera no la podemos impedir; la segunda sí.
Escribir el libro te ha llevado 11 años de documentación. ¿Hay algo que destaques de todo lo aprendido?
Para alguien que no es licenciado en historia, solo un aficionado investigador de hechos históricos o de acontecimientos, sí. Me he enriquecido culturalmente y mediante este proceso de hacer el libro he conocido a mucha gente que ha realizado un aporte de ver las ciudades en donde habito con otro mirar. A la vez han reafirmado mis sentimientos ideológicos republicanos y democráticos. He salido mejor ciudadano al tener contacto con experiencias del ayer revolucionarias y de progreso.
Para pasar tantos años recabando información sobre esa época te tiene que interesar mucho la historia. ¿Qué es lo que más te gusta de ella?
El hoy es producto del antes. Mi abuelo Pablo de Diego Hortigüela, al que cuidé de niño, siempre contaba anécdotas de su paso por la guerra como cabo de la 206 Brigada Mixta del ejército popular de la República o como concejal del Frente Popular en Valdetorres del Jarama. Narraba la batalla de Teruel, la reconquista de Cartagena el 5 de Marzo de 1939 o la disputa en el frente de Gredos entre un sacerdote golpista y un comisario político de trinchera a trinchera por la noche. Era como escuchar un libro y de que aquella enseñanza me inculcó el deber de saber más de esa época. Mi abuelo jamás quiso contar nada de su periodo de cinco años por la cárcel tras abril de 1939. Sí del día que le detuvieron o del que salió en 1944, pero nunca de si le torturaron o cómo vivió su paso por los penales de Ocaña o Alcalá de Henares. Ello me indica que si no sostenemos la memoria democrática con todos los medios a nuestro alcance, el fascismo regresa porque se cuela por la ignorancia y la manipulación del pasado. Mi amigo el pensador Javier Sánchez Álvarez siempre me lo recuerda: el mundo se dirige al autoritarismo, pero podemos hacer que ello gire hacia otros valores, es cuestión de militar por ese mundo posible.
Si no sostenemos la memoria democrática, el fascismo regresa porque se cuela por la ignorancia y la manipulación del pasado.
Dices que este libro tiene como objetivo que no se olvide el ayer porque, de alguna manera, el ayer forma parte del mañana. ¿Qué podemos encontrar en nuestra sociedad que podamos relacionar con los años de la Guerra Civil?
Nuestra historia moderna, de democratización del país, está soportada por el trienio liberal de 1820, luego la Gloriosa de 1868 y la huelga de 1917. La historia de los pueblos de España es la lucha por la democratización de la península y el ganar espacios de poder a la oligarquía mayormente centralista, pero existente también en la periferia. El periodo de 1931-1939 fue el más cercano a ese cambio que llevaba 110 años y siguió después intentándose hasta el 15-M del 2011. Nosotros y nosotras, los que militamos en el ámbito de la democracia, somos sus continuadores. Pero a la vez los que ganaron el golpe de estado del 18 de julio de 1936 todavía continúan a través de sus herederos económicos y políticos entorpeciendo la puesta en marcha de una democracia más social y participativa. En cualquier país de Europa sus disputas internas las tienen asumidas, no se puede ser demócrata sino se es antifascista. Aquí queda ese resto de 1939, de que se puede concurrir en una democracia políticamente y ser un fascista o posfascista. Franco eso lo dejó atado y muy atado.
Visto lo que ocurre a nuestro alrededor hoy en día, ¿hemos aprendido algo de la historia?
En lo político no, los conflictos se deben resolver con la participación popular y seguimos que ellos o se mantienen o se enquistan porque una parte política de la sociedad decide que al pueblo solo se le debe consultar cada cuatro años o que existen cosas en plan esa España eterna de Falange que no se pueden tocar democráticamente como la monarquía o la constitución actual. En esto se evoca a Fernando VII como otro de los ganadores de nuestra historia. Los procesos democratizadores a veces han errado en sus estrategias o al final unos pocos las han desvirtuado. Con lo que solo con mirar atrás aprenderíamos de nuestras erratas, pero es más cómodo mirar abajo o arriba que atrás.
La mayoría de jóvenes no están interesados en la historia, pero ¿qué les puede aportar este libro? ¿Qué puede incentivar a una persona que de primeras no está interesada en la historia a leerlo?
Lo primero que creo que pueden aprender, es que su yo social es consecuencia de las luchas y construcciones políticas de sus abuelos y abuelas y de sus padres y madres. Que en parte ya está determinado por el pasado, pero que en el hoy se pueden modificar esas estructuras que les anclan al presente y muchas veces como problema más que como solución. Y por último que es la moraleja de este libro, esa historia emotiva entre una militante mujer de la JSU y un afiliado al PCE y miembro del SIM o servicio de información militar. Es que el amor, el abrazo, el beso, el tacto, la caricia, la pasión siempre triunfan y es la ideología que nos hace mejores como especie. Si se pierde la guerra, la lucha, siempre nos quedara el amor para coger energías y regresar a ella. Ese es el epitafio de mi libro.
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