Paz Padilla presenta en el Teatro Apolo "El Humor de mi vida"
Pero lo difícil no es desnudar el cuerpo ante los demás, lo verdaderamente complicado, diríase que heroico, es desnudar el alma, renunciar en buena medida -siempre quedará algo oculto, claro- a la mayor parte de nuestra intimidad para compartirla con los demás, algo que durante siglos sólo se hizo ante el confesor y desde hace poco más de una centuria, también con el sicólogo… o el siquiatra.
Cartel 'El humor de mi vida' en el Teatro Apolo
Desnudarse, sea en cine, televisión o teatro, es relativamente fácil o sencillamente muy fácil. Hay muchos y muchas que lo han hecho y lo siguen haciendo sin prejuicio alguno. Pero lo difícil no es desnudar el cuerpo ante los demás, lo verdaderamente complicado, diríase que heroico, es desnudar el alma, renunciar en buena medida -siempre quedará algo oculto, claro- a la mayor parte de nuestra intimidad para compartirla con los demás, algo que durante siglos sólo se hizo ante el confesor y desde hace poco más de una centuria, también con el sicólogo… o el siquiatra.
Paz Padilla optó por hacerlo con su testimonio escrito. El resultado fue un libro que tituló “El humor de mi vida” y en el que explicó con naturalidad una peripecia personal que le llevó desde el modesto trabajo inicial en la sanidad pública gaditana a su transformación progresiva en un personaje famoso y cotizado. Tras las bambalinas de esta carrera, que bien puede calificarse de exitosa y fulgurante, había sin embargos claroscuros personales asumidos con dolor, como la pérdida de un gran amor, una experiencia que, si es complicado superar, mucho más difícil aún es tratar de verbalizarla por escrito y aún después con la palabra.
Pues bien, Paz Padilla no sólo reveló estas intimidades sobre el papel, sino que además las ha traducido en un monólogo escénico que llega al Teatro Apolo de Barcelona con el mismo título del libro: “El humor de mi vida”. Son noventa minutos -o acaso alguno más- en los que la experimentada y experta actriz se desenvuelve con pleno dominio de las tablas y desgrana esa peripecia personal haciendo que todo fluya con naturalidad y que incluso cuando tiene que recordar los momentos más trágicos de su existencia lo haga sin caer en la lágrima fácil. Utiliza para ello una herramienta que es la llave maestra: el humor, y de ahí el título de este monólogo en el que únicamente cuenta con la compañía de un guitarrista y ejecutante asimismo de otros instrumentos musicales adicionales, cuyo nombre lamentaos no haber podido conocer.
Siempre hemos pensado que el monólogo es la prueba del algodón para cualquier intérprete porque el obliga a capturar la atención del espectador durante toda la duración de la función sin que se produzca un solo hiato y eso es algo que sólo se consigue con mucho oficio. Tal cual es el caso de Paz Padilla, que mantiene la comunión con el público de principio a fin. Un ejemplo magistral de dominio de la escena, de sinceridad y de honestidad personal.
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