Baltasar Garzón presentó en Barcelona su libro “La encrucijada”
Y es que los designios del Señor son inescrutables y nadie hubiera adivinado entonces que el niño Baltasar Garzón, nacido en las estribaciones de la Sierra Mágina y que jugaba al fútbol vestido con traje talar, como mandaban los cánones de la época, con su amigo José Membrive, acabaría viendo como su compañero de juegos de entonces, convertido en editor, le publicaba una de sus obras literarias.
Cartel 'La Encrucijada' de Baltasar Garzón | Ediciones Carena
Quien le hubiera dicho a monseñor Félix Romero Mengíbar, pío obispo de Jaén entre 1954 y 1970, año en que la sede apostólica lo envío como metropolitano a la sede archiepiscopal de Valladolid, que durante su gobierno de la diócesis del Santo Reino y en su seminario menor jugaba a la pelota como educando un muchacho que con los años estaba destinado a ser juez, magistrado, jurisconsulto ilustre y personaje principal y cuya fama habría de llegar mucho más lejos que la del ordinario bajo cuya capa pluvial se formó en sus años mozos. Y es que los designios del Señor son inescrutables y nadie hubiera adivinado entonces que el niño Baltasar Garzón, nacido en las estribaciones de la Sierra Mágina y que jugaba al fútbol vestido con traje talar, como mandaban los cánones de la época, con su amigo José Membrive, acabaría viendo como su compañero de juegos de entonces, convertido en editor, le publicaba una de sus obras literarias. Concretamente “La encrucijada. Ideas y valores frente a la indiferencia”.
La presentación del libro tuvo lugar en una abarrotada sala de actos del Real Círculo Artístico, entre cuya cuatro paredes surgió, hace bastantes años y por iniciativa de Membrive, la editorial Carena, como recordó el presidente de la entidad. En sus páginas, el ilustre jurista, del que su editor recordó su meritísima lucha como juez contra el narcotráfico gallego, habla, entre otros muchos temas, de los retos que plantea la inmigración, de la difícil coyuntura de la administración judicial en nuestro país con el problema de la judicialización de la política y/o la politización de la judicatura, la necesidad de implantar la justicia universal, la espinosa cuestión de Assange y el wikileaks como expresión del derecho a la comunicación, la justicia de género, la incomprensión que sufre la comunidad LGTBI o, en fin, la lucha contra el calentamiento global y la defensa del clima. Dos exjefes de Estado avalan la obra de Baltasar Garzón: José “Pepe” Mujica, que lo fue de la República Oriental del Uruguay, autor del prólogo, y Lula da Silva, que fue presidente del Brasil, e incorpora un mensaje final junto con otros de Dolores Delgado, Rigoberta Menchú, Aruna Roy, Vijay Prashad, Bonaventura de Sousa Santios, Yanis Vaofakis y Eugenio raúl Zafarri.
El cantautor Paco Ibáñez, amigo así mismo de Garzón, subrayó el acto con su presencia y con la interpretación de dos de sus canciones, una de ellas, en homenaje a los orígenes del autor, la famosa copla “Andaluces de Jaén”, feliz culminación de un acto en el que Garzón respondió todas las cuestiones que se le plantearon, recitó un poema y anunció nuevos proyectos literarios.
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