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“Todos los nacionalismos que no son capaces de reírse de sí mismos recaen en la forma más peligrosa de fascismo” dice Martí Torras Mayneris, autor y director de “Monumental”, una comedia satírica que constituye el debut de la nueva compañía Chicuelinas, se presenta en el teatro Gaudí y trata sobre la situación actual de Cataluña y de sus relaciones con España.
“Todos los nacionalismos que no son capaces de reírse de sí mismos recaen en la forma más peligrosa de fascismo” dice Martí Torras Mayneris, autor y director de “Monumental”, una comedia satírica que constituye el debut de la nueva compañía Chicuelinas, se presenta en el teatro Gaudí y trata sobre la situación actual de Catalunya y de sus relaciones con España.
El espacio escénico de este teatro del barrio del Poblet se convierte en el ruedo de la plaza de toros Monumental, un lugar emblemático de la ciudad que sirvió para la celebración de corridas de toros y novilladas, pero también para el acogimiento de espectáculos circenses, musicales y hasta de mítines políticos. Este maravilloso punto de encuentro, clausurado o inactivo desde hace una década, es reactivado por compañía Chicuelinas. El ruedo, ahora cuadriculado y teatral, se transforma en el escenario de lo que antaño se denominada un espectáculo “cómico, lirico, musical”, es decir, en una comedia desopilante con ilustraciones musicales que trata de poner en tela de juicio cuestiones, figuraciones y construcciones mentales que, convertidas punto menos que en dogmas, parece que son intocables y sagradas para muchos, pero no para Chicuelinas.
Torras, que ha contado con la colaboración de Paco Mir, ha utilizado como punto de partida la prohibición de corridas de toros acordada por el parlamento autonómico catalán en 2012, interdicto que dejó sin su principal función a la plaza Monumental. Desde entonces se ha debatido una y otra vez qué uso darle a esta construcción cuyo valor artístico nadie pone en tela de juicio y hasta se lanzó la idea de convertirla ¡en mezquita”. Torras propone otro uso imaginativo: transformarla en nuevo equipamiento del Teatre Nacional de Catalunya, proyecto que habría de dar lugar a un acto de presentación celebrado conjuntamente por la Generalidad y el Ayuntamiento y que, como tantos otros, caería rápidamente en el olvido. A partir de ahí surge una narración dramática que discurre por itinerarios cada vez más desmadrados y desopilantes próximos al absurdo con el fin, bien evidente, de hacer reír al respetable y, sobre todo, de poner en solfa muchos estereotipos de endeble contextura intelectual. La ejecución actoral de los siete intérpretes resulta sobresaliente -¡cáspita! ya se me ha colado un término taurino- no solo por la agilidad y desparpajo con que me mueven por el ruedo, apareciendo y desapareciendo una y otra vez con diligencia, sino además porque cada uno de ellos dobla, cuando no triplica, personajes, cada cual con su adecuada vestimenta, en un ejercicio de esforzado y sorprendente funambulismo.
“Monumental” es un espectáculo divertido, pero, eso sí, poco adecuado para fundamentalistas poco propicios a reírse de sí mismos.
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