'La bingueras de Eurípides': desmadre con sabor gaditano (Teatro Condal)

“Las Niñas de Cádiz” presentan en Barcelona un divertido juguete cómico con ilustraciones musicales
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No oía decir la expresión “chuminá” desde que perdí la pista del poeta granadino Martínez Ferrol hasta que la he vuelto a escuchar en el transcurso de “Las bingueras de Eurípides”, un juguete cómico musical que el grupo teatral “Las Niñas de Cádiz” presentan en el teatro Condal. Hago la consulta pertinente y observo que es una locución malagueña pero su utilización en este espectáculo me lleva a colegir que también forma parte del habla gaditana. Pero en fin, dejémonos de prolegómenos y expliquemos en qué consiste este espectáculo. 

Inspirado en la jocundidad y el disfrute de los placeres de la vida que la mitología clásica atribuía al dios Dionisio y que utilizó en su obra con su acreditada habilidad Eurípides, Ana López Segovia (por cierto, qué casualidad, la autora lleva los mismos apellidos que tuvo en la vida real Lina Morgan) ha escrito un texto versificado en forma de ripios explícitamente desmadrados y humorísticos que sirven para poner en tela de juicio numerosos convencionalismos: el del papel del rigor de la ley representado por el policía “Suasenaguer”, atenuando por la técnica de mirar hacia otro lado que utiliza con habilidad su compañero de cuerpo y subordinado con el fin de evitar la aplicación del rigor de la ley a un grupo de mujeres que cometen el gravísimo delito de jugar el bingo sin permiso de la autoridad; pero también el papel de la mujer en su vida matrimonial y una sociedad con demasiados rezagos machistas. Este sencillo planteamiento da pie a crear una serie d situaciones a cual más hilarante y transgresora en la que se utiliza un lenguaje llano, callejero y desmadrado, con utilización numerosos aforismos populares y modismos lingüísticos propios del andaluz de la Tacita de Plata, técnica que confiere a este espectáculo un frescura extraordinaria, una enrome vivacidad y provoca, con la complicidad del público, sus carcajadas. 

Los seis intérpretes (cuatro mujeres y dos hombres momentáneamente travestidos), bajo la dirección de José Troncoso, hacen del texto un espectáculo sumamente divertido: dialogan, en algún momento dicen un recitado propio, incluso cantan en ocasiones y todo con un trepidante y muy bien coordinado movimiento de escena y sin más apoyo que cuatro sillas y algunas ropas o elementos accesorios, lo que valora aún más su papel. Y acabo: hace tiempo que no me hacían reír tanto en el teatro.

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