La decisión del Gobierno de agrupar a los presos de ETA en Euskadi es un cambio de estrategia en las previsiones del Partido Popular sobre el tema. Los daños colaterales que va a producir el anuncio de esa decisión ya han comenzado a notarse en las relaciones casi de cómplices con la Asociación de Víctimas del Terrorismo y también con el sector más duro del propio partido de Rajoy que encabeza Mayor Oreja. Al Ministro Jorge Fernández, uno de los mejores amigos que tiene el Presidente en su propio Gobierno, le ha tocado el marrón de anunciar la medida, que se ha querido enmascarar, del camelo de que los gudaris del terror anuncien con "la boca pequeña" su abandono de militancia. Algo había que argumentar a la vista que los asesinos no pensaban pedir perdón a los familiares de sus víctimas porque sino todo indicaba a los servicios de seguridad del Estado que ETA podría volver a coger las armas. Al final todo se reduce a un planteamiento muy simple. O se da ese paso en la política carcelaria y luego a excarcelaciones progresivas con extrañamientos fuera del territorio nacional, o el volcán de la violencia vuelve a erupciones y habremos perdido una oportunidad preciosa para la paz. ¿Es justo? No. ¿Es necesario? Si queremos sacarnos de encima esta lacra y lo que representa, sí. Eso, o volver al tiempo de asesinatos y dolor en que comenzó todo.
Manuel Fernando González
Editor y Director
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