Núria Espert: “'Incendios' habla de atrocidades que la humanidad sigue repitiendo una y otra vez”
Interpreta desde hace más de sesenta años y acumula centenas de premios, pero aún se confiesa tímida e insegura al subir al escenario.

Núria Espert en la obra 'Incendios'/Cristina Galán
Interpreta desde hace más de sesenta años y acumula premios por centenares, pero aún se confiesa tímida e insegura al subir al escenario. Ahora actúa en 'Incendios' (Teatro Goya), una tragedia que relata la crueldad de la guerra y los secretos que uno puede llevarse a la tumba. Cuando acabe la obra, Espert quiere tomarse un descanso y aceptar con cuentagotas los próximos papeles.
La obra en la que actúas ahora, 'Incendios', remarca el valor de saber leer, aprender y pensar. El teatro, ¿ayuda a aprender y pensar?
Sí. La respuesta es un sí rotundo. La gente que ama el teatro generalmente sabe leer, escribir y contar, pero lo de saber pensar es un mensaje que yo creo que llega hasta la última butaca de la última fila. No es algo que nos venga regalado, es algo que tenemos que ganarlo día a día. Saber pensar, no dejarse influir por el pensamiento general, que generalmente no es tan interesante, y encontrar donde está tu pensamiento personal.
¿Como la protagonista de 'Incendios', Nawal Marwan?
Nawal escapa del pensamiento único, escapa de la pobreza y de su circunstancia. Ella tenía aparentemente un destino prefigurado, le quitan al niño… Una vida que no es vida. Afortunadamente, esas palabras de su abuela, que como Nawal dice más adelante en la obra 'Ella se ocupó de mí y me salvó', le salvan de esa vida de dolor que le espera. Tiene un sufrimiento terrorífico, pero es una verdadera vida que merece ser vivida.
Nawal está llena de rabia y furor, dejándose llevar por el odio hacia esos invasores que destruyen y violan su país, pero hizo una promesa a una vieja, ni rica, ni nada de nada. Le prometió no odiar y pensar, y eso la salva. La convierte en ese ser humano tan sumamente interesante que encontramos a lo largo de la obra. Al final, encuentra su libertad, habiendo hecho un ciclo completo.
La obra tiene escenas muy duras sobre la guerra del Líbano y los refugiados hace 40 años. ¿Cómo lo afrontas?
Dices de hace más de 40 años, o de hace 24 horas. La grandeza de la obra es que no habla solo de Sabra y Chatila, y del Líbano y todas esas atrocidades, sino de cosas que la humanidad sigue repitiendo una vez y otra.
Yo creo que esta obra, desgraciadamente, no va a pasar de moda.
Desgraciadamente, puede tocar los corazones dentro de veinte años como los toca ahora porque la humanidad no va encaminada hacia la paz, va encaminada cada día más a la agresividad y a resolver problemas con violencia.
Interpretas tres papeles diferentes en 'Incendios'. ¿Eso complica la puesta en escena?
No, no es complicado para nada. Son tres mujeres con vida propia y, si yo actuara bien, deberían ser tres personas completamente reconocidas como distintas. La madre, presa de las convenciones, que la única manera que encuentra de arreglar lo de su hija es la violencia y no tanto los sentimientos.
La abuela, que con esos consejos que le da a la niña es como reconocer el fracaso de su vida, una abuela que sabe que la solución está en la educación y en el crecimiento de la persona. A ella no le ha servido, puesto que muere después de una vida en ese pueblo con esa violencia, con señales de odio en cada esquina. Representa ese pueblucho de ignorantes violentos del que ella forma parte también, pero ha tenido el discernimiento de ver dónde está la salida. Hay una salida, y la salida es la educación y el pensamiento.
Espectáculo 'Incendios'/Ros Ribas
Has interpretado a muchos clásicos: Shakespeare, Calderón de la Barca, Josep Maria de Segarra… Sus personajes, ¿son más libres de interpretar porque quedan más lejos?
No, porque Wajdi Mouawad, el escritor de 'Incendios', es un hombre de más de 40 años y es capaz de escribir ese texto a la altura de esos grandes autores que componen el universo teatral. Es igual de difícil hacer algo de Ibsen que de Mouawad, trabajar en 'El rey Lear' que en 'Incendios'. Como tú te prepares para hacerlo, es decir, la profesión, tus experiencias y lo que hayas aprendido de una carrera, te servirá para saber desde dónde tienes que enfocarlo. No es más fácil o más difícil. Hacer 'Romeo y Julieta' para dos jóvenes es igual de difícil que hacer una obra con consistencia, con un gran texto y contemporánea sobre conflictos de pareja. Creo que lo solucionamos con eso que llamamos la profesión, es decir, la experiencia.
¿Qué tiene de romántico el teatro? Por aquello de subir a escena y estar a pocos metros del espectador.
De romántico, poco. De romántico, para mí, nada. Pienso que es muy bueno tener al público muy cerca porque una buena interpretación está formada por todo lo que el público ve y todo lo que el público no ve. Lo que le llega al espectador de la fila 23 tiene que llegar, emocionar y divertir igual que al de la fila 1, pero el de la fila 5, 6 y 7, ese quizás pueda disfrutar de cosas nimias y pequeñas, que es de lo que se forman las grandes interpretaciones. Una gran interpretación está formada de miles de minúsculos sentimientos que a veces se contradicen. Todo eso está en los ojos, las cejas, las uñas, y quizás lo puede disfrutar el público más cercano. No es que sea romántico, pero creo que es un acercamiento mayor.
Debes tener decenas y decenas de premios. ¿Los has contado?
No los he contado.
Pero, ¿serían decenas, más de cien?
Depende de cómo se cuente. Mi marido y yo, hace muchos años, en Alcocebre, destinamos una habitación y los fuimos poniendo allí, pero es que mi marido contaba los premios, las distinciones y claro… Entonces salieron trescientos y pico, y de eso hace más de 30 años, pero nadie ha seguido esa contabilidad, es un poco engañoso.
Los premios, que me gustan tanto, tantísimo, en la vida me hacen más feliz porque soy una persona muy tímida e insegura.
Cada distinción, cada pequeño reconocimiento me ayuda muchísimo porque siempre tengo grandísimas dudas de cómo acabo de estar en el escenario cuando salgo.
Eres actriz desde la adolescencia. ¿Has estado un tiempo largo sin estar en activo o has trabajado siempre?
Siempre he trabajado regularmente, pero de pronto trabajaba en alguna disciplina. Cuando me puse a dirigir, y a dirigir ópera, estuve quince años o un poco más. La única interpretación que hice fue 'Maquillaje', una obra japonesa que representaba en mitad de una dirección u otra. Ni siquiera fue una parada total, sí que estuve muchos años en dirección.
Con tantas obras de teatro debes tener una memoria milagrosa.
Siempre he tenido muy buena memoria. En este momento estoy cruzando los dedos. Durante una temporada, hice en Barcelona una obra diferente cada fin de semana e interpretaba a la protagonista. Si había algún día festivo entre semana, hacíamos otra, y me las sabía siempre de memoria. Tenía que acompañar a mis compañeros, eran amateurs, venían de sus trabajos, uno era panadero, otro trabajaba en el despacho… Tenían muy poco tiempo para estudiar y yo tenía tiempo, me aprendía toda la obra. Creo que ahí la memoria dio un bote brutal.
¿Tienes algún reto pendiente o estás a lo que venga?
En este momento, verdaderamente estoy metida en corazón y cabeza en 'Incendios', que termina dentro de nada. Ha sido muy intenso. No ha sido un espectáculo más, sino muy especial, diferente a todo lo que he hecho, con una compañía y unos compañeros que no puedo explicar su talento y la calidad humana que tienen.
Ahora quiero tomarme un descanso, no físico, que no estoy cansada, sino un descanso espiritual, que no tenga obligaciones.
Quiero parar un poco, por ello no he elegido nada de las cosas que me están ofreciendo, y sólo he dejado en stand by una o dos a las que he dicho 'hablaremos el año que viene'. El resto ha sido un no rotundo, quiero pararme un poquito.
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