El silencio de las persianas: Cuando el nuevo consumo global presiona al comercio de barrio en Catalunya

Casi 11.000 comercios han cerrado en Catalunya en una década, transformando el tejido urbano. Esta pérdida se encuentra ahora con una revolución del consumidor que valora la emoción y la identidad, forzando el comercio de proximidad a reinventarse en un panorama global cambiante. La supervivencia exige entender un cliente que compra con el corazón y un mercado que se mueve a la velocidad de la fibra óptica.

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Comercio cerrado
Imagen de Istockphoto

 

La vitalidad de nuestros barrios se desvanece lentamente, puerta a puerta. En la última década, Catalunya ha perdido cerca de 11.000 comercios, una caída del 11,5 % que resuena con fuerza en el corazón de nuestras ciudades y pueblos. Esta cifra no es un simple número; es una alerta clara y contundente: sin la presencia activa del comercio de proximidad, el barrio, tal como lo conocemos, se desdibuja y cae en un silencio que antes era impensable. Esta profunda reestructuración del paisaje comercial es un fenómeno complejo, donde el auge imparable del comercio electrónico, la escalada constante de los precios del alquiler y la preocupante falta de relevo generacional actúan como fuerzas devastadoras sobre el tejido comercial tradicional.

El dilema actual es evidente: mientras las tiendas de toda la vida luchan por mantenerse a flote, nuestros hábitos de compra y nuestras motivaciones como consumidores están experimentando una transformación radical y rápida. Esta dinámica emergente no solo cambia qué compramos, sino por qué lo compramos, añadiendo una nueva capa de complejidad a la ya delicada situación del comercio local, una realidad que, con diferentes matices, ya es una constante en toda Europa y el mundo.

1. La radiografía de una pérdida inquietante: El caso catalán y su eco global

La sangría de comercios en Catalunya es una realidad tangible que se intensifica en ciertos puntos geográficos. Municipios como Les Franqueses del Vallès y Reus se han convertido en el reflejo más crudo de esta tendencia regresiva, con un preocupante 51 % y 47 % de sus locales comerciales vacíos, respectivamente. Estos datos ilustran una realidad que va más allá de una simple dinámica económica: hablamos de espacios que quedan desiertos, convirtiéndose en “agujeros negros” urbanos, con la consiguiente pérdida de vida social, de puntos de encuentro y de servicios esenciales para los residentes. El cierre de un comercio no es solo una persiana bajada; es un trozo de barrio que se apaga.

Los factores que contribuyen a esta pérdida son diversos e interrelacionados, y muchos de ellos son universales. La comodidad inigualable de las compras en línea ha modificado radicalmente el comportamiento del consumidor global. Paralelamente, el incremento descontrolado de los precios del alquiler asfixia la viabilidad económica de muchos negocios familiares. A esto se suma la alarmante falta de relevo generacional: muchos jóvenes no ven un futuro atractivo en el comercio tradicional, dejando sin continuidad negocios con décadas de historia y arraigo.

No obstante, esta situación no es exclusiva de Catalunya. En España, el comercio al por menor muestra un crecimiento moderado en 2025 (+3,4 % interanual en el primer trimestre), pero con diferencias regionales. Madrid, por ejemplo, ha registrado un crecimiento más lento de las ventas minoristas que la media nacional (0,6 % en enero). València, por su parte, ilustra el esfuerzo municipal con los “Bonos Comercio VLC” para dinamizar el comercio de proximidad, mientras aún se recupera de desastres específicos como las riadas que han afectado a miles de negocios. En Europa, se observa una estabilización y un crecimiento modesto del comercio físico, con una recuperación gradual hasta los niveles prepandemia, aunque siempre con el trasfondo de una digitalización imparable y un consumidor cada vez más exigente.

2. El consumidor de 2025: Identidad, emoción y el "Fenómeno Fan"

Paradójicamente, mientras el comercio tradicional retrocede, una nueva fuerza está modelando el mercado no solo en Catalunya, sino en todo el mundo. Un estudio reciente de MINISO revela que Catalunya se encuentra en el centro de esta revolución del consumo: las motivaciones de compra han evolucionado significativamente. Hasta un 79 % de los catalanes adquiere productos por su belleza y un 77 % lo hace para “sentirse bien”. Estas cifras, que superan notablemente la media española, apuntan a un cambio profundo: el consumo ya no responde solo a una necesidad básica, sino que se transforma en una declaración de identidad y en una búsqueda constante de bienestar personal. La compra se convierte en una extensión del yo.

Esta tendencia se manifiesta claramente en lo que se conoce como el “fenómeno fan”: el 63 % de los catalanes se identifica con alguna comunidad fan. La compra de merchandising, descrita por MINISO como un “símbolo social de pertenencia”, ilustra perfectamente esta nueva era. La preferencia por narrativas culturales (series, sagas, grupos musicales, videojuegos) por encima de la lealtad deportiva reescribe las reglas del mercado. El consumidor no solo adquiere un producto, sino una parte de una historia, una extensión de su propia identidad y de los valores que quiere proyectar. Este cambio en las motivaciones de compra pone una presión adicional sobre los comercios locales: ¿cómo pueden adaptarse a esta nueva demanda tan específica y emocional, que exige mucho más que un simple producto?

3. La digitalización ineludible: Amenaza y oportunidad para el retail físico

La transformación digital es, sin duda, la pieza clave en esta batalla por la supervivencia del comercio, tanto en Catalunya como en el resto de Europa. El comercio electrónico proyecta un crecimiento anual significativo en España, y se prevé que Barcelona se consolide como un “hub digital” clave, generando millones de euros y miles de puestos de trabajo para 2025. Las redes sociales han dejado de ser meros escaparates para convertirse en auténticos catalizadores del deseo: Instagram y TikTok inspiran directamente las decisiones de compra de un 65 % y un 44 % de los catalanes, respectivamente.

La Generalitat de Catalunya, consciente de esta realidad, ha establecido una estrategia clara para convertirse en un referente digital hasta 2030, poniendo el foco en tecnologías punteras como la inteligencia artificial y el Internet de las cosas. No obstante, el gran reto es cómo los pequeños comercios pueden aprovechar estos avances sin perder su esencia y su carácter diferencial frente a la feroz competencia de las grandes plataformas digitales.

La tienda física ya no puede ser solo un punto de venta; debe reinventarse para ofrecer una experiencia única, inmersiva y “instagramable”, que complemente —y no compita frontalmente— con la comodidad de la compra en línea. El futuro pasa por ser espacios que generen valor añadido, donde la compra sea un acto social, interactivo y memorable, alineado con las expectativas del nuevo consumidor que busca sentirse bien y reafirmar su identidad a través de lo que adquiere.

4. El comercio de proximidad: Un corazón que late débil, pero vital

A pesar de todos los retos mencionados, la conciencia sobre el papel insustituible del comercio local es notablemente alta. Un barrio sin tiendas es, inherentemente, un espacio con menos vida, con menos interacción social y con una pérdida tangible de su identidad propia. La lucha actual va mucho más allá de la simple viabilidad económica de los negocios individuales; se trata, en esencia, de preservar la cohesión social y de mantener la calidad del espacio público. Sin el comercio, las calles se vacían, la gente se encierra y el tejido social se debilita. Iniciativas como los premios al comercio de Barcelona buscan poner en valor la tenacidad, la dedicación y el espíritu de servicio de quienes se esfuerzan por mantener las puertas abiertas día tras día, resistiendo la presión constante.

5. Perspectivas 2025: Un futuro en reinvención permanente

En este 2025, el futuro del comercio en Catalunya, y en buena parte de Europa, se definirá por una compleja ecuación de factores interrelacionados. Su capacidad de adaptarse a las tendencias digitales, de entender y conectar con las nuevas formas de consumo basadas en la identidad y la emoción, y, fundamentalmente, por la voluntad colectiva de proteger y revitalizar nuestros barrios. La Generalitat de Catalunya, con su Direcció General de Comerç, trabaja con los municipios para abordar esta problemática, buscando soluciones que permitan al comercio de proximidad mantener su papel vital.

El comercio de proximidad es el verdadero corazón que late en cada comunidad, el punto de encuentro, el espacio de confianza. Su silencio sería una pérdida no solo económica, sino también cultural y social, de unas proporciones incalculables. La batalla está servida, y su resolución determinará el paisaje de nuestras ciudades en las próximas décadas.

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