80 años después del fin de la Segunda Guerra mundial, el mundo se rearma: ¿La Tercera ya está aquí?

La Segunda Guerra Mundial, que duró seis años (del 1 de septiembre de 1939 al 2 de septiembre de 1945) e involucró a 61 países, no solo destruyó naciones, sino que también sentó las bases para la Guerra Fría y la polarización del siglo XX.

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La Segunda Guerra Mundial, que duró seis años (del 1 de septiembre de 1939 al 2 de septiembre de 1945) e involucró a 61 países, no solo destruyó naciones, sino que también sentó las bases para la Guerra Fría y la polarización del siglo XX. ( Foto

 

Cada 2 de septiembre, el mundo conmemora el Día del Fin de la Segunda Guerra Mundial, una fecha que marca la rendición de Japón en 1945 y el cierre formal del conflicto más mortífero de la historia. Aunque se celebra como un día de victoria, su verdadero significado es mucho más profundo: nos obliga a confrontar cómo este evento catastrófico reconfiguró el mapa geopolítico del mundo, creando un nuevo orden de alianzas, tensiones y conflictos que resuenan hasta el día de hoy.

La Segunda Guerra Mundial, que duró seis años (del 1 de septiembre de 1939 al 2 de septiembre de 1945) e involucró a 61 países, no solo destruyó naciones, sino que también sentó las bases para la Guerra Fría y la polarización del siglo XX. La derrota de las potencias del Eje, en particular de la Alemania nazi y el Japón imperial, catapultó a la Unión Soviética y a Estados Unidos como las dos superpotencias dominantes, dando forma a un mundo bipolar que definió el resto del siglo.

Nuevos bloques y viejas alianzas

80 años después de la firma de la rendición japonesa, el mundo parece estar regresando a un escenario de bloques confrontados. Una muestra de ello es la reciente aproximación entre China, Rusia y Corea del Norte

 

Durante un desfile en China para conmemorar la victoria sobre Japón, la presencia de líderes de estos tres países evidenció una alianza en desarrollo, cimentada en intereses estratégicos mutuos y un recelo compartido hacia Occidente.

 

Este acercamiento contrasta con el espíritu de unidad que, en teoría, prevaleció en el bloque de los Aliados durante la guerra. A su vez, Rusia ha consolidado su aislamiento de Occidente con la creación de una "lista de países no amigables". Esta medida formaliza las rupturas diplomáticas y económicas con naciones que condenaron su invasión a Ucrania, un conflicto que muchos analistas ven como una consecuencia directa de las tensiones post-Guerra Fría. 

Ucrania
Rusia ha consolidado su aislamiento de Occidente  con la invasión a Ucrania ( Foto Europa Press)

Corea del Norte ha confirmado su disposición a proporcionar apoyo militar a Rusia si fuera necesario, según declaraciones de los líderes de ambos países, Vladímir Putin y Kim Jong-un. Durante un encuentro, ellos abordaron la participación de soldados norcoreanos en los combates en la región de Kursk y discutieron la futura cooperación en el contexto del conflicto. Putin señaló que las tropas de Corea del Norte participaron en la "liberación" de la región de Kursk por iniciativa de Kim Jong-un. La lista no es solo un gesto simbólico; establece la base para restricciones comerciales y financieras, solidificando las nuevas fronteras de la política internacional.

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Corea del Norte ha confirmado su disposición a proporcionar apoyo militar a Rusia si fuera necesario (Foto Archivo Europa Press)

Un cambio de roles y la paradoja 

Uno de los giros más complejos y dolorosos de la historia reciente es la transformación de roles en los conflictos. Israel, una nación concebida como refugio para el pueblo judío tras el Holocausto, ha pasado de ser la víctima de una de las mayores atrocidades del siglo XX a ser acusada de genocidio por su manejo del conflicto con Palestina

Familiares del bebé palestino Bassam El Maquse, que murió en ataques israelíes, lloran mientras reciben su cuerpo de la morgue del Hospital Al Aqsa para su entierro en Dair El Balah, Gaza, el 22 d
Israel, una nación concebida como refugio para el pueblo judío tras el Holocausto, ha pasado de ser la víctima de una de las mayores atrocidades del siglo XX a ser acusada de genocidio por su manejo del conflicto con Palestina. (Archivo Europa Press) 

Esta trágica paradoja resalta cómo las narrativas históricas pueden ser reinterpretadas y utilizadas en el escenario político, donde las lecciones del pasado a menudo se distorsionan para justificar acciones en el presente. La crudeza de este cambio se hace evidente al comparar las imágenes que llegan hoy desde Gaza con las fotografías de la Segunda Guerra Mundial.

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 La crudeza de este cambio se hace evidente al comparar las imágenes que llegan hoy desde Gaza ( Archivo Europa Press)

Las escenas de destrucción, el sufrimiento masivo de civiles y la devastación en la Franja de Gaza evocan la misma desolación que las imágenes del Holocausto. Esto plantea una pregunta perturbadora: ¿cómo es posible que el pueblo que sufrió un genocidio sea acusado de cometer actos tan horribles?

 

 

Esta paradoja no es única. La propia Rusia, heredera de la Unión Soviética, el país que sufrió las mayores pérdidas y la devastación más profunda en la Segunda Guerra Mundial, ahora es acusada de invadir y atacar a Ucrania. Es inimaginable que la nación que más se sacrificó para derrotar al fascismo ahora sea vista como la agresora en un conflicto que ha provocado una destrucción similar a la de las imágenes de 1945.

 

El 3 de septiembre, que para Rusia es el "segundo Día de la Victoria", nos invita a reflexionar sobre la fragilidad del concepto de paz. La persistencia de conflictos armados, la reconfiguración de alianzas y el cambio en las percepciones globales demuestran que, aunque las guerras terminan, sus secuelas políticas y sociales perduran, moldeando el futuro de una manera que los vencedores de 1945 probablemente no habrían imaginado. Esta trágica paradoja resalta cómo las narrativas históricas pueden ser reinterpretadas y utilizadas en el escenario político, donde las lecciones del pasado a menudo se distorsionan para justificar acciones en el presente. La crudeza de este cambio se hace evidente al comparar las imágenes que llegan hoy desde Gaza con las fotografías de la Segunda Guerra Mundial

 

 

Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania están reconfigurando rápidamente el mapa geopolítico. La confianza en la paz y el derecho internacional se está erosionando, y en su lugar, el mundo parece dividirse cada vez más. Un claro ejemplo de esta peligrosa tendencia es la decisión de países fronterizos con Rusia —como Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia— de retirarse de la Convención de Ottawa, un tratado que prohíbe las minas antipersona. 

 

Estos países, que en su día se adhirieron a este acuerdo humanitario, ahora priorizan la defensa militar ante lo que consideran una amenaza existencial, y están preparando sus defensas con minas letales. Este movimiento es un sombrío recordatorio de que, a pesar de los avances en el derecho internacional, la dura realidad de la defensa nacional está tomando prioridad

 

 

En un momento en que los conflictos se multiplican y algunos analistas ya hablan de una tercera guerra mundial, la esperanza de un futuro sin conflictos se desvanece a medida que las minas antipersona vuelven a ser un componente central de la estrategia de defensa de algunos países, y la paz global parece más incierta que nunca.

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