Felipe VI apela en Montserrat y en catalán a la concordia frente a los extremismos en pleno Mil·lenari
La visita de los Reyes al Monasterio de Montserrat, con motivo de la conmemoración del Mil·lenari de su fundación, estuvo marcada por un fuerte simbolismo y un entorno político tensionado.
Grupos independentistas convocados por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) impidieron el acceso de la comitiva real por la explanada principal, obligando a los Reyes a modificar su recorrido y acceder al recinto por una entrada secundaria a través de los jardines y el claustro de la abadía.
El acto, de carácter privado y sin solemnidad religiosa, reunió a representantes del ámbito político, empresarial y eclesiástico, y giró en torno a la reflexión sobre los valores benedictinos como fundamentos de paz y cohesión. El rey Felipe VI, que pronunció su discurso final en catalán y castellano, apeló a la “constancia en la renuncia a los discursos totalitarios, las identidades excluyentes, los prejuicios, los extremismos y las pretensiones de superioridad moral”.
Durante su intervención, el monarca reivindicó el legado del abad Oliba, impulsor hace mil años de las asambleas de Paz y Tregua, una iniciativa precursora del derecho humanitario y símbolo de diálogo político. Asimismo, subrayó el papel de Montserrat como “punto de encuentro de la cultura catalana, española y europea”, destacando el valor espiritual, cultural y simbólico del monasterio.
El acto contó con la participación del presidente de la Generalitat, Salvador Illa; el ministro de Industria, Jordi Hereu; el abad de Montserrat, Manel Gasch; y representantes del mundo económico y social catalán como Josep Oliu (Banc Sabadell), Maite Barrera (Barcelona Global) o Pere Guardiola (Cercle d’Economia). Las ponencias del día reflexionaron sobre la vigencia de los valores benedictinos desde la figura del abad Oliba hasta los desafíos actuales.
Tras el acto académico, los Reyes visitaron a la Moreneta y compartieron un cóctel en el claustro con los asistentes, cerrando una jornada que combinó simbolismo institucional, espiritualidad y tensiones políticas.
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