Europa arde como nunca: 370.000 hectáreas calcinadas en un 2025 dramático
El incendio de Corbières ha evidenciado que el fuego es un problema estructrural en Europa
El verano de 2025 quedará grabado como uno de los más trágicos y destructivos que ha vivido Europa en las últimas décadas. A medida que el calor extremo se instala sin tregua y la vegetación se vuelve combustible, el continente enfrenta una emergencia ambiental sin precedentes. El fuego ha pasado de ser una amenaza estacional a convertirse en un fenómeno estructural. Y la situación es crítica.
El incendio del macizo de Corbières, la última gran tragedia
El epicentro de esta ola de devastación se sitúa actualmente en el sur de Francia, donde un incendio forestal desatado en el macizo de Corbières, entre Narbona y Perpiñán, ha arrasado ya más de 13.000 hectáreas. El fuego, que comenzó el martes, ha obligado al cierre de la autopista A9, el principal enlace entre Francia y la provincia de Girona a través de la AP-7, provocando importantes afectaciones en la movilidad y en el transporte internacional.
Las cifras son demoledoras:
1 víctima mortal, una mujer que se negó a evacuar su hogar, 10 personas heridas, entre ellas 7 bomberos, 1 desaparecido, más de 25 viviendas destruidas, decenas de vehículos calcinados vientos de hasta 50 km/h que dificultan las labores de extinción
Las autoridades francesas han recomendado evitar cualquier desplazamiento por la zona. La vegetación extremadamente seca y las altas temperaturas —que superan los 30 °C— alimentan un incendio que, en cuestión de horas, ha superado cualquier capacidad de contención inicial.
El fuego se propaga por toda Europa: datos alarmantes
Lejos de ser un caso aislado, este incendio es solo uno de los cientos que afectan al continente. Según el sistema europeo Copernicus, en lo que va de año:
Se han calcinado cerca de 370.000 hectáreas en la Unión Europea.
Se han registrado 1.506 incendios de más de 30 hectáreas, frente a los 1.030 del mismo periodo en 2024
Grecia, Turquía, Chipre, España, Italia o incluso el Reino Unido están registrando cifras históricas de hectáreas quemadas, emisiones y pérdida de biodiversidad. En muchas regiones, las llamas han llegado a zonas turísticas, obligando evacuaciones masivas.
¿Por qué está ocurriendo esto? Las tres causas del desastre
Los expertos coinciden en señalar tres factores fundamentales que explican la virulencia de los incendios de este 2025:
Cambio climático
El aumento sostenido de las temperaturas ha intensificado las olas de calor, las sequías y las tormentas secas (rayos sin lluvia), lo que multiplica los focos de ignición y reduce drásticamente la humedad del suelo.
Abandono del territorio
El despoblamiento del medio rural y la falta de actividad agrícola han hecho que muchas zonas forestales acumulen biomasa sin control. Esa vegetación seca actúa como pólvora cuando el fuego se enciende.
Gestión forestal insuficiente
La falta de inversión sostenida en limpieza, vigilancia, cortafuegos y refuerzo de brigadas forestales ha dejado a muchos países sin capacidad real de prevención. Las llamas avanzan más rápido que los recursos.
España: un país también en alerta
En lo que va de 2025, España ha vivido una de las temporadas de incendios forestales más intensas de los últimos años. Las llamas han arrasado más de 44.000 hectáreas hasta finales de julio, con un repunte especialmente dramático durante ese mes, que por sí solo concentró casi la mitad de toda la superficie quemada en el año.
Las olas de calor persistentes, la sequía prolongada y los vientos cambiantes han creado un escenario propicio para la propagación de fuegos en prácticamente todas las regiones del país. Galicia, Castilla y León, Extremadura, Catalunya y Andalucía han sido algunas de las comunidades más golpeadas, con focos simultáneos que han puesto a prueba los recursos de extinción y obligaron a evacuar a cientos de personas. Concretamente en la província de Lleida, el incendio de Torrefeta i Florejacs se convirtió en el más devastador del año, superando las 5.000 hectáreas calcinadas.
La situación ha llevado a la activación de planes especiales de emergencia, movilización de la Unidad Militar de Emergencias y refuerzo de medios aéreos y terrestres. A pesar de los esfuerzos, el número de siniestros sigue creciendo, y el país enfrenta un verano marcado por la incertidumbre, el desgaste ambiental y la urgencia de reforzar las políticas de prevención y gestión forestal.
“Lo que era excepcional, ahora es estacional”
El Colegio de Ingenieros Forestales lanza una advertencia clara: estamos asistiendo a un nuevo paradigma. El verano ya no es solo sinónimo de vacaciones, sino también de devastación, humo y alarma permanente. Los incendios no solo son más frecuentes, sino también más impredecibles y violentos.
Este verano debería ser un punto de inflexión. El fuego ya no es un enemigo puntual: es una amenaza estructural. Y exige respuestas estructurales. Entre ellas:
Aumentar los recursos para la prevención forestal
Reactivar la gestión del territorio rural
Crear planes regionales de resiliencia climática
Fomentar la educación sobre incendios desde la infancia
Así pues, el verano de 2025 no debe quedar como una anécdota climática más. Es el espejo de un futuro que ya ha comenzado. La elección está clara: o gestionamos el territorio y frenamos el cambio climático, o Europa seguirá ardiendo cada vez con más intensidad.
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