Los principales beneficios de este cambio están en el consumo y en el tiempo de vida además de contribuir a un menor consumo energético, a aumentar el uso más eficiente de la energía y a reducir la generación de residuos.
La UE pone en marcha un plan para que estos productos dejen de comercializarse desde el 1 de septiembre, aunque aún será posible encontrar los que queden en stock en las tiendas.