​Las voces de la ocupación en Palestina

Un informe relata cómo la sociedad civil de Cisjordania resiste a diario los controles en carreteras y la instalación de asentamientos.

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Viure sota ocupacio

 

Con el objetivo de acercar la realidad palestina, lejos de los datos y poniendo el foco de la vida cotidiana, la Associació Catalana per la Pau (ACP) ha publicado un informe sobre cómo es vivir bajo la ocupación israelí en Cisjordania.


Viure sota ocupacio


'Vivir bajo la ocupación: la sociedad civil palestina se enfrenta a las vulneraciones de los derechos humanos' está escrito por la periodista de Catalunyapress Ana Basanta, a raíz de una trentena de entrevistas en terreno a agricultores, sindicalistas, mujeres, músicos, actores, médicos, refugiados, ecologistas y activistas.


El informe se ha presentado este jueves en el Colegio de Periodistas de Barcelona junto con uno de los protagonistas, el presidente de la Palestinian Medical Relief Society (PMRS), el doctor Mustapha Barghouti, y el presidente de la ACP, Xavi Cutillas.


Los ponentes han destacado cómo diferentes organizaciones de la sociedad civil resisten a diario ante la constante vulneración de derechos fundamentales. Tienen en común los numerosos puntos de control en carreteras (checkpoints), algunos de ellos fijos y otros colocados sin previo aviso, lo que dificulta el día a día para asistir al trabajo, al médico o a la escuela.


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Xavier Cutillas (ACP), Ana Basanta (autora del informe) y Mustapha Barghouti (PMRS)


Por ello, las entidades aseguran que la ocupación va más allá del muro de 700 kilómetros que separa Palestina e Israel, porque dentro de los territorios palestinos también hay una fragmentación, debido sobre todo a los asentamientos de colonos, que vienen acompañados de excavadoras que dividen campos y pueblos.


AGRICULTURA


"Ninguna ocupación dura para siempre, hasta el Imperio Romano cayó", asegura Abbas Milhem, líder del sindicato de agricultores Palestinian Farmers Unions (PFU). "Mi tierra y mi vida no la puedes confiscar, no la puedes llevar a prisión. Por eso sigo, para continuar defendiendo la tierra", añade.


La instalación de industrias contaminantes israelitas en Cisjordania ocupa otro de los capítulos, que pone como ejemplo el caso de Geshuri, una empresa especializada en la elaboración de pesticidas y fertilizantes para agricultura que, desde que se instaló hace treinta años en Tulkarem, ha provocado el aumento de enfermedades cancerígenas, respiratorias, oculares y reproductivas.


"A veces, cuando hay incendios, el fuego dura una semana, no se puede parar, quema y quema, y hay una nuve negra por todo Tulkarem", denuncia Mohammad Bladi, secretario general del sindicato New Unions.


CULTURA


La cultura como herramienta para cohesionar a los palestinos, más allá de la expresión artística, es otro de los ejes del documento. "Había un estereotipo de que la gente palestina es violenta y usa la violencia", indica la bailarina Iman Hammouri, pero esa idea no se sostiene porque "cuando enseñas tu música y tu danza al exterior, puede afectar más que un discurso político. Puede realmente entrar dentro tuyo, en la memoria, en tu mente, en tus emociones, mucho más que un discurso político, y la ocupación lo sabe muy bien".


En esta misma línea se expresa  Shadi Zmorrod, director del Circo Nacional Palestino, que este fin de semana actúa en Barcelona presentando el espectáculo 'Sarab' sobre la situación de los refugiados. Zmorrod asegura que gran parte del trabajo en el teatro es físico y esto sirve para expresar felicidad, rabia y energía. En su opinión, los niños palestinos han perdido la sonrisa, y  "dar esperanza a los niños es la mejor manera de resistencia".

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