Teatre Gaudí: “Tenors”, un espectáculo que transforma el “bel canto” en una divertida parodia
“Tenors”, que se ofrece de viernes a domingo en el Teatro Gaudí, resulta un espectáculo sumamente divertido y que entretendrá tanto a los amantes del bel canto, como a cualquier otro público.
La lírica impone una clasificación de las voces humanas, masculinas y femeninas, según su temple, su fuerza y su coloratura. Una de ellas es la del tenor, sitiada a medio camino entre la de contralto y barítono, a la que los autores de óperas y zarzuelas atribuyen la mayor parte de los papeles protagonizados por hombres. Como todas las especialidades del canto, requiere excepcionales condiciones personales, pero además una formación rigurosa que avala el pedigrí de cada artista. Un tenor es, por tanto, un cantante lírico capaz de asumir papeles destacados y de cautivar a un público entendido y exigente.
Tenores son Ezequiel Casamada, Miquel Cobos y Toni Viñals que seguramente habrán cantado títulos importantes a lo largo de su carrera profesional y que han querido demostrar sus aptitudes y acercar la lírica a un público no necesariamente iniciado en ella con un recital titulado sencillamente “Tenors” que se ofrece de viernes a domingo en el Teatro Gaudí. La selección de piezas tiene un amplio espectro y va desde algunos fragmentos de ópera a otros de zarzuela y comedia musical y lleva paulatinamente al cancionero popular.
Pero en vez de enhebrarlas formalmente, con la prosopopeya que sería aplicable en un recital convencional, lo hacen de forma desenfadada, transformando la interpretación de cada una de las obras seleccionadas en un número lleno de imaginación y buen humor. Con la compañía de un pianista, que interviene activamente en la parodia, ponen en solfa mientras cantan los estereotipos de la profesión, las tensiones, envidias, zancadillas y un largo etcétera de situaciones que habitualmente quedan ocultas tras las bambalinas. Lo más notable de todo esto es que se hace sin utilización de la voz humana más allá de la requerida por la interpretación de cada una de las canciones. Los cuatro participantes se hacen por tanto entender por el público con el lenguaje de una mímica que hace que todas las situaciones y gags sean perfectamente inteligibles.
Con estos mimbres se articula un espectáculo que, sin merma de su calidad musical y del placer de escuchar unas voces magníficas, resulta sumamente divertido y que entretendrá tanto a los amantes del bel canto, como a cualquier otro público, incluidos los menores de edad, que se lo pasarán de maravilla y quién sabe si de este modo aprender a disfrutar del “bel canto”.
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