El conflicto de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán se recrudece
Hace tan solo dos días se volvieron a registrar combates entre las tropas azeríes y armenias y las dos repúblicas declararon la ley Marcial
El pasado domingo volvieron a estallar las hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave de Nagorno-Karabaj, una región que ambos países se disputan desde la disolución de la antigua Unión Soviética, en 1991, y donde a lo largo de las dos últimas décadas se han producido guerras y combates esporádicos. Ambos países llevan años en alerta y preparados militarmente: la Línea de Control (LoC) que separa a los contendientes desde la tregua de 1994 –cuando Moscú se irguió como el mediador del conflicto– está altamente militarizada, y en ella se producen con frecuencia violaciones del alto al fuego.
Ese fue el caso hace tan solo dos días, cuando se volvieron a registrar combates entre las tropas azeríes y armenias y las dos repúblicas declararon la ley Marcial. Tras los ataques, ambos países se culpan mútuamente: Armenia asegura que las hostilidades comenzaron cuando Azerbaiyán lanzó ataques aéreos y artilleros contra civiles, por lo que tuvo que responder, y Azerbaiyán ha tomado una posición similar y sostiene que fue Armenia quien inició los bombardeos.
Según el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán, "las fuerzas armenias llevaron a cabo una provocación a gran escala sometiendo a un intenso bombardeo con armas de gran calibre, morteros y artillería las posiciones del Ejército azerí a lo largo del frente", por lo que sus fuerzas respondieron "con medidas para cesar la provocación enemiga y garantizar la seguridad de los civiles que viven cerca del frente". Por su parte, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyán, denunció en redes sociales que Azerbaiyán estaba lanzando ataques contra Nagorno-Karabaj. Más concretamente, Pashinyán explicó que Azerbaiyán estaba atacando "asentamientos pacíficos", entre los que destacó la capital de Nagorno-Karabaj, Stepanakert. "Las fuerzas armenias han derribado dos helicópteros y tres drones y han destruido tres tanques" de Azerbaiyán, dijo el jefe del Gobierno armenio, advirtiendo que su gobierno respondería “ante cualquier invasión azerí".
Pocas horas después de las hostilidades, Azerbaiyán ya se proclamaba como vencedor y aseguraba haber "liberado" varios territorios de Nagorno-Karabaj. Armenia, en contraposición, pidió ayuda internacional para evitar que Turquía, aliado de Azerbaiyán, interviniera en el conflicto.
Desde Nagorno-Karabaj, que se autoproclamó república independiente en 1991 tras un referéndum, confirmaron que Stepanakert y varias localidades habían recibido fuego de artillería y avanzaron que habrá una respuesta "proporcionada", instando a la población a "buscar refugio".
El recrudecimiento del conflicto entre ambos países del Cáucaso ha dejado al menos 31 militares armenios muertos y un centenar de personas heridas. "Como resultado del exitoso contraataque, el enemigo ha tenido graves pérdidas militares humanas y materiales. Varios asentamientos azeríes ocupados han sido liberados", afirmó el primer ministro azerí en un discurso a la nación en el que felicitó al pueblo de Azerbaiyán por "la exitosa contraofensiva" militar.
¿Cuándo surge la disputa?
El origen del conflicto en Nagorno-Karabaj se remonta a la época del imperio ruso. En esta región, habitada por una mayoría étnica de armenios cristianos, siempre hubo tensiones con la minoría turca de fe islámica, pero tanto los zares como la Unión Soviética supieron mantenerlas a raya. Con el colapso de la URSS comenzó también el del frágil equilibrio étnico y religioso en el territorio. En 1988 la asamblea regional aprobó una resolución para que Nagorno-Karabaj se incorporara a Armenia, a pesar de que desde 1921 formaba parte de Azerbaiyán por decisión del Gobierno soviético.
En ese momento, el parlamento armenio aceptó la iniciativa de Nagorno-Karabaj aprobando su adhesión desde la vecina Azerbaiyán, aunque nunca llegó a materializarse porque Moscú lo frenó.
En 1991, ya con la URSS desmembrada, Nagorno-Karabaj declaró su independencia propiciando una guerra entre las dos antiguas repúblicas soviéticas que se saldó con 30.000 víctimas y cientos de miles de refugiados.
Finalmente, Armenia se hizo con el control efectivo de Nagorno-Karabaj en 1993 y ocupó el 20 por ciento del territorio azerí que rodea a la región, siete distritos que considera una "franja de seguridad".
Los intereses de Rusia y Turquía
Armenia, con unos 3 millones de habitantes, es el Estado del Cáucaso Sur que menos ha progresado desde su independencia en 1991. Su economía está ligada en gran parte a los ingresos de la diáspora, formada por unos 8 millones de personas, y a Rusia, de quien además depende energéticamente. Tras el primer conflicto por Nagorno Karabaj, Turquía y Azerbaiyán cerraron sus fronteras con Armenia, lo cual todavía lo convirtió en un país más dependiente de Rusia, potencia que ha utilizado este factor para interferir en la política exterior armenia. Por otro lado, Azerbaiyán, con casi 10 millones de habitantes, es una república rica en petróleo. Este hecho le permitió un gran crecimiento tras su independencia –aunque ha monopolizado su economía, siendo calificado por el Bruegel Institute como el séptimo país en dependencia energética del mundo – y lo ha posicionado como aliado de Occidente.
Las relaciones entre Rusia y Armenia están marcadas por el conflicto de Altsaj –nombre armenio para la república de facto. Armenia, que forma parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, sabe que el apoyo de Moscú es clave para no perder la región de Nagorno Karabaj y los siete distritos circundantes que tomó al ganar la primera guerra. El antiguo gobierno armenio estuvo predispuesto a negociar un Acuerdo de Libre Comercio con la UE, pero finalmente se decidió por integrarse a la Unión Aduanera con Rusia, además de solicitar su ingreso en la Unión Económica Euroasiática. En medio de la competición armamentística de los dos países del Cáucaso Moscú ha jugado a dos bandas. Por un lado, ha insistido en la resolución del conflicto mediante el Grupo de Minsk –que se creó con la intención de poner fin a la tensión por el Alto Karabaj– mientras que por otro ha estado vendiendo armas a ambos países, alentando así a la congelación del problema. Aunque su posición favorece a Armenia, con quien firmó en 2010 un contrato para extender el uso de sus bases hasta 2044 y a quien vende las armas a precio de coste, su comercio armamentístico con Azerbaiyán ha aumentado en los últimos años.
Armenia vivió su propia revolución durante la primavera de 2018. Con la dimisión del expresidente Serzh Sargsyan, el principal líder opositor Nikol Pashinyán tomó entonces el poder, y el 9 de diciembre de 2018 fue elegido democráticamente en las urnas. A pesar de asegurar que la revolución no era antirusa, sino interna, Pashinyán no ha mantenido tan buenas relaciones con Putin como lo hizo su predecesor, ya que Moscú ve en el nuevo gobierno a un aliado menos fiel que el anterior. La Revolución de Terciopelo rompió con el sentimiento popular de que Armenia no podía ser una democracia fuerte per se y que necesitaba un poder central para sobrevivir en caso de escalada militar. Además, aunque Pashinyán apuesta públicamente por continuar su relación con Rusia, también quiere mejorar las relaciones con la Unión Europea.
En un tablero de aliados y enemigos cabe destacar el papel de Turquía como actor indirecto, que junto con otros factores podría hacer cambiar las reglas del juego. El miembro de la OTAN ha sido durante las últimas décadas enemigo declarado de Armenia como consecuencia del genocidio y del conflicto del Alto Karabaj. Si el enfriamiento de Rusia y Armenia continúan, y los últimos acercamientos de Rusia con Turquía van a más, podría haber un nuevo escenario en el que a Rusia deje de interesarle la defensa de Armenia y decida no intervenir en caso de guerra. Si así fuera, además de ser superior militarmente, Azerbaiyán también ganaría en superioridad diplomática, con lo que el país podría fácilmente recuperar los territorios del Karabaj. A pesar de su dudosa democracia, Azerbaiyán mantiene desde 2009 el Tratado de Asociación Estratégica y Asistencia Mutua con Turquía y es un fiel vendedor de petróleo a Occidente. De hecho, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, proclamó el domingo su fidelidad a Azerbaiyán: "mientras hacemos un llamamiento al pueblo armenio para que se apodere de su futuro contra los líderes que lo está arrastrando a la catástrofe y contra quienes lo usan como títeres, también hacemos un llamamiento al mundo entero para que apoye a Azerbaiyán en su batalla contra la invasión y la crueldad".
En el contexto actual, Azerbaiyán juega con ventaja porque sabe que si Armenia pierde la confianza de Rusia deberá ser el país cristiano quien dé los primeros pasos para llegar a la paz, o sino podría verse envuelto en una situación de aislamiento ante sus enemigos y por lo tanto, de inferioridad.
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